sábado, octubre 20, 2012

Cenizas

Pareciera ser que el tiempo se quedó estancado... Qué sencillo es seleccionar todo y deshacer... Sólo bastaría con un acto atroz... Con el menguar de la vida... Con el clímax de estar aquí... Con el premio del mundo... Con el descanso eterno y "placentero"... Ni una sola monserga más... No más galimatías de vivir o morir... De existir o sentir... De ser o pensar... No más puntos suspensivos...

Un horizonte pleno -Y de nuevo dejo los puntos suspensivos para ti-... ¿Cuál sería la manera perfecta de llenar los espacios en blanco? Ahora sólo tengo la boca llena de alardeo insensato. Llena de bilis que escurre por toda mi columna vertebral, y justo en el centro veo el ojo vigilante. Una muestra de auspicia mundana y una silueta negra delante mío. Hablando del tiempo perfecto. Hablando de la utopía corrompida. Hablando de nada... Miraré en su rostro una vez más, quizá pueda ver al universo mismo una vez más. Con suerte podré ver el centro y origen del mismo. Sé que lleva buena ortografía dentro, algunos buenos modales y una mente llena de reminiscencias a flor de piel. Pasando de largo delante suyo una vez más. Sin mirar delante ni atrás. Sin siquiera aparentar un poco de decencia en su presencia. Nada de eso, sólo con el rostro ardiendo como si todo lo que concibiera se convirtiera en cenizas.

Letras. Palabras. Párrafos, todo con la consigna de remorder al mundo. A veces suelo preguntarme si habrás leído todo lo que empuñé a tu nombre. Sé que habría dado la vida entera esperando que tuvieras una conciencia vivaz como la que veo detrás de la ventana. Si tan sólo hubiese aprendido a leer mi piel... Me convertiré en barco salvavidas esta noche. Navegaré a la deriva. Sin rumbo. Sin discreción. Recorreré la selva fría para mí una vez más, y conservaré aquellas fotografías tomadas por el alma. La verdadera dicha de comer sangre a bocanadas tergiversadas. La jodida dicha de un estupor taciturno y ofendido por tu infame y sublime manera de expresarte. ¡Hey!, me refiero a ustedes dos. Serían capaces de revolverme el mundo. Capaces de romper la tapia que planté delante mío pero, si quieren encontrarme tendrán que venir. Ya no hay más qué decir.

Vamos niño, no fastidies con tu fantasía absurda recorrer a pie todo lo que no conoces. No vuelvas a mí, de nuevo -ni siquiera por última vez-, con el lisonjeo mortificado que escurre sobre todo tu cuerpo transpirante. He dicho que no sembraré ninguna semilla más, ya sabes que el resultado es el mismo. Día con día, noche tras noche. Años y años imaginando con el devenir "perfecto". No más. Se ha cerrado la puerta trasera también. Encuentra la llave correcta antes que nada, ese será el primer reto. La primer proeza. La primer aventura. Después, después de tanto, tendrás el oro negro. Ya no habrá que desenterrarlo...