sábado, diciembre 28, 2013

El duelo

Siempre se trata de quitar cada día una, de llegar hasta el fondo. ¿Recuerdan el gran sueño que se hizo realidad? Sí, el mismo que sólo era un mal chiste. Todo comenzaba de pronto en un cuarto irradiado desde la ventana hasta mis entrañas, una cama desolada y un cuerpo desfallecido por el mar de tinieblas en el cual había librado un gran duelo. No estoy seguro del porqué comienzo mencionando lo anterior ni pretendo entenderlo. He logrado comprender que a veces son mejores las preguntas sin respuesta. Que siempre hay mejores maneras de comenzar al amanecer y al atardecer. Y más importante todavía, que los baldes de agua fría no siempre tienen que caer de una manera abrupta.

No preciso percibir cada instante con mensaje ocultas ni recreaciones absurdas sobre la manera indirecta de recatar los bolsillos de melancolía. No, la cosa es mucho más grave. Se trata de tratar de llegar hasta el fondo y aceptar esa realidad que sólo se mira si quitamos la toalla del espejo. A veces se comienza desatando cada bestia que está aferrada al corazón henchido de emociones y sentimientos corrompidos por la sangre de una mala actuación, pero, si se logra arrancar cada parte de un gran mordisco, será entonces que habremos hallado el mayor tesoro. Más grande aún que la resurrección que proviene de la manga derecha.

Comenzaré justo por donde nadie habría pensado hacerlo. Comenzaré con el oído plural de otra sociedad marginada por los "presentes". Siempre habrá una manera real de empezar a realizar cada buena actuación, con los trazos de nuestros recuerdos sobre nuestras palmas, sobre nuestra alma, y así será que nos habremos perdido juntos de una buena manera. Comenzaremos justo por donde llegamos, terminando un mal ciclo para un día despertar bajo el sol de la media noche sujetados brazo con brazo, ser con ser, alma con alma, entonces estarás con la mancha de mi tinta en tus venas y yo, yo sólo con el recuerdo de cada noche en vela.

miércoles, diciembre 18, 2013

Atemporal y omnipresente

Hay días en los que siempre vivo anhelando situaciones idóneas, etéreas. Esos mismos días donde creo haber entendido eso de los ejes y trópicos que coordinan las emociones. Esos mismos días en los que quisiera ser omnímodo de alguna manera, en los que quisiera crear una división atemporal que trascenderá hasta las palmas de Dios. Hay días en los que siempre vivo y siempre muero un poco con cada mala actuación. Días en los que recuerdo todas las malas jugadas que han ocurrido sobre mis retinas. Esos mismos días en los que quisiera ser todo y nada a la vez, vivo y muero nuevamente.

Siempre hay momentos en los que me encuentro blasfemando y derramando bilis de la copa de mi cabeza. Momentos en los que siento el recorrer de la adrenalina por cada una de mis venas desgarrando así todo el odio que se comprime dentro de ellas. Siempre hay momentos en los que quiero ser la esperanza gris mientras el escurrir de la sangre no cesa mientras, con los ojos cerrados, conduzco de vuelta a casa como suelo hacer con frecuencia, de dos en tres y de tres en diez. Esos momentos siempre son homogéneos y perpetuos porque sea como sea, siempre siento el ácido converger en la punta de mis dedos.

Y hay situaciones adversas donde pretendo ser omnipresente en todos los encuentros. En aquellos que ocurren y todos aquellos que están tan cerca que puedo tocarlos con el alma. Hay situaciones donde suelo perder el control, olvido el origen de donde se rigen todos mis impulsos. Situaciones donde el libelo que se derramó a torrentes desde mi ventana hacia los ladrillos de la sociedad, se convierte en escoria y bazofia eterna. Siempre hay situaciones donde pareciera que el mundo no merece un poco de respeto ni de escrúpulos. Hay situaciones donde solemos perder no sólo el control, situaciones donde aparecen y desaparecen las marcas que se postran sobre nuestras nucas mientras, vemos el reflejo de las montañas empapadas de recuerdos. Siempre hay y habrá momentos sublimes donde vivo y muero una vez más.

miércoles, diciembre 11, 2013

Mente en fuga

Quisiera tener una mente en fuga para así sólo mirar sin alguna razón. Para así poder tener un pretexto sin remedio de cada mala función donde el escurrir de mis dedos se convierte en sangre. Una mente en fuga para pretender que no hay necesidad de escuchar cada latido sino mas bien, escuchar cada impulso que se encuentran controlados por los tuyos, aún nos mantenemos bajo los miligramos. Quisiera tener una mente en fuga para sólo llegar al solar donde juntos proclamaremos victoria.

Quisiera tener una mente en fuga para llevar bajo mi manga izquierda el estandarte de gloria y consigo la racha de buenas obras que aún están bajo las solapas de mi piel. Para así poder tener recuerdos escurriendo desde mis codos sin necesidad de verlos fotografías. Una mente en fuga donde todo fluya conforme a lo dictaminado por mis impulsos, ya hablamos de que con ellos también irán los tuyos. Quisiera tener una mente en fuga para sólo tener la calidez de tu torso junto al mío.

Quisiera tener una mente en fuga para así olvidar una vez más. Para así poder tener en cuenta lo que más importa, lo que se lleva a veces con tan solo un respiro, con un suspiro. Una mente en fuga con la que ya no existan momentos donde olvide quién soy y peor aún, olvide quién extiende no solo la mano, sino también las lágrimas para un día retornar a la tierra donde no existe tiempo ni espacio. Quisiera tener una mente en fuga para sólo llevarte con ella mientras nos consumimos en cenizas. Nada más será necesario.

domingo, diciembre 08, 2013

La revolución está aquí

Basta con poner los codos sobre la mesa, con olvidar hacia qué lado se inclina la cabeza al dormitar. Basta con sólo mirar lento y rápido, con parpadear sin pestañas y mirar sin prejuicios. Basta con saber que estás sin necesidad de hacerlo, con mirar cada una de las esperanzas que se reflejan en la lluvia. Basta con dormir sin sueño, con despertar sin necesidad de desaparecer. Basta con mirar, nuevamente, sin prejuicios ni pretensiones ni nada semejante. Basta con sólo mirar el resplandor que yace en el recuerdo de las conversaciones imprevistas. Basta con recordar la manera en la que el tiempo y el sonido se detienen mientras brillamos al son del amanecer.

Basta con sostener la fortaleza más grande mientras la ciudad entera permanece en el sueño eterno. Basta con observar desde adentro la manera en la que las ruinas que están bajo las dunas resplandecen con sólo escuchar la delicada y fina frecuencia de tu voz. Basta con presenciar el mayor de los actos, el más inconmensurable, el mismo que nos hace pensar "La revolución está aquí". Basta con ser la inspiración, con ser la guerra misma mientras miramos la batalla desde el otro lado, desde fuera. Basta con ser la mente omnipresente, efímera, ambigua. Basta con ser la llama de la soledad que puede serlo todo y nada. Basta con simplemente ser inspiración.

Basta con sólo observar y mirar una última vez, con permanecer  perpetuamente en la mente (corazón) que está presente en mis manos. Basta con ser el solaz y la proeza más grande que podría haber, con ser constelación y galaxia. Basta con sostener tu rostro una vez más, eso es todo lo que necesito.

viernes, noviembre 29, 2013

Perderme en ti

Quizá cambiará un poco la manera de comprender y percibir al mundo y a la sociedad. Siempre comienza con el dormitar mientras todas las bestias están en movimiento perpetuo. Comienza siempre de nuevo mientras voy camino casa, mientras la atmósfera me consume lentamente como las viejas cenizas que quedaron de la última insurrección, de la última resurrección. Aún se siente el calambre de la última cruz que quedó sepultada en letras y palabras y torrentes sanguíneos donde mi manchar carmesí-violeta sigue dando vueltas a ese viejo ciclo. Vuelvo de nuevo al inicio, comienza siempre con el color verde y el café que sigue palpable sobre nuestras retinas, con el caer de las hojas sobre nuestro cabello enmarañado, donde veo hacia cada extremo los nudos que sujetan mi alma. Entonces sé que de nuevo me encuentro en el inicio, parpadeando, bostezando, rebosando de latidos y de frecuencias que ahora encuentro demasiado variadas.

Alguna vez hablé de caminar sin pestañas (o era dormir¿?) y también de que la mancha de una nueva vida siempre estará escurriendo desde nuestros codos hasta los nudillos pero, para mi buena suerte hace poco que perdí uno de ellos. Continúo entonces, nuevamente hay que caminar lento y rápido a la vez, volando y corriendo mientras aprendemos a caminar sin remordimientos ni regresiones. Caminar y volar mientras nadamos dentro de nuestras cabezas, mientras navegamos en los agujeros de tus ojos. Suelo preguntarme cuál es la manera de sostener tu mano pero ya no me detengo a corroborar si lo estoy haciendo bien o mal. No. Ahora me dedico a disfrutar de ese acierto o aberración como nunca antes. No hay maneras precisas ni concisas o consistentes para volar pero siempre podremos hacerlo al amanecer.

También llega a mi memoria una reminiscencia arcaica, en la que situé mi vista sobre la ciudad de las nubes bajas, donde la carretera de caminos fugaces se acortaba mientras sostenía la última gota de tu sangre derramándose sobre mi abdomen, y aún así, jamás me cansaré de verla chapalear dentro de mis poros. Sólo no olvides cuál fue la promesa eterna, la misma en la que consagramos cada una de las vidas que nos quedan por vivir a encontrarnos y entonces, de nuevo te quedarás sin palabras. Entonces de nuevo miraremos el verde y el café de nuestras memorias porque para entonces, no tendremos que esperar más casualidades. Será entonces que tendremos una vida menos marginada y con menos complicaciones. Entonces será que ya no dormiré porque por fin me habré perdido en ti.

sábado, noviembre 09, 2013

Ella

Sé que hay muchos círculos dentro, desde lo más relevantes hasta que aquellos que apenas es pertinente hacerles una mención. A veces hay maneras y formas raras (y vaya que de eso sabemos bastante), tanto que apenas puedo verlas con los ojos cerrados, con los sueños derramándose por la ventana. También sé que hay muchas maneras de desaparecer y en ellas hago caso a dicho hecho de querer hacerlo en media hora, con la mochila en hombros y los deseos en los bolsillos, aún así no sé en qué punto se concilia la resignación con la tolerancia y la respuesta omisa de querer converger allá donde el sol no se pone y la luna no se opaca. Quizá no es la hora correcta, quizá sí. Tal vez no es forma de hacerlo pero aún podemos encontrar la situación en la que sujetados de la mano somos la dinamita ante cualquier cochino conflicto bélico.

Sé que soy tan impuntual como un reloj roto (vaya que recuerdo esa frase a cada momento), y también, sé que soy complicado hasta las retinas. Sabemos acerca de qué hablan los complementos y también, la manera en la que ponemos resistencia. Aún sigo escribiendo tu nombre en la arena, con las manos sobre la cabeza y la cabeza amarrada al alma, con el corazón en la mochila y los pequeños animales entre nuestros impulsos. No hay hecho concreto acerca del camino perpetuo que sigue llenándose de estrellas destellantes y fugaces. Y, aunque mi mente no me lo permita, sigo percibiendo el océano de letras que sigue siendo la línea limítrofe entre el emerger de nuevo delante del mar. De volver a nacer sin complejo de crucifixión y sin vendas ni algo bajo al brazo. Aún persiste ese trópico que rige nuestros pensamientos, el mismo que atenúa el querer empezar sin cordones umbilicales, sin agujetas amarradas ni camisas abotonadas.

Pero, también sé, y estoy más que convencido, que antes jamás había sentido tal deseo de continuar, de no resignarse y ver, y creer, y comprender que tu nombre puede ser escrito una y mil veces en la arena, y en el mar, y en la nieve, y en la lluvia, y en viento y en cada momento, a cada estación, en cada situación. También sé que dicho trópico y dicha línea limítrofe sólo existen dentro de mi mente, y que, fuera de ellas pierden cualquier valor racional (aún me cuesta mantenerme sin dosis de realidad, pero eso no significa que haya razones para no querer continuar). Sé que aún puedo renacer con los latidos que emanan desde mis impulsos hacia los tuyos, y ante todo lo anterior, también sé que siempre tendremos ese dulce solaz de tu cuerpo y tu torso junto al mío. No sé ni pretendo saber el porqué del mundo, y el porqué de cada situación (aunque vaya contra mi propia moral), sólo sé que esta y cada noche que queda por concretar, quiero seguir siendo ese recuerdo al amanecer, quiero dejar esos estragos de la mala realidad, de nuevo, bajo las cobijas, porque, como he aprendido bien de ti (y vaya que siempre refiero todo a cada encuentro nuestro), la vida no sólo es una bahía linda y generosa, es más que eso. Es el puerto entero de la soledad y de la salvación, llena de barcos que vienen y van con recuerdos. Aprendí que la vida no se mide desde mis pensamientos hacia el cielo, sino, desde mis pensamientos hacia los tuyos. Y, también, aprendí que no se trata de querer simplemente, no, es más que eso, se trata de despertar y caminar, y correr y volar a la vez. Que la vida es un océano entero, donde a veces hay calma después de la tormenta.

Sea como sea, siempre referiré cada situación a ese lindo recuerdo en el que tú y yo sostuvimos una conversación por la mirada y el tacto. Sea como sea, siempre podremos empezar de nuevo cada temporada, porque como dije alguna vez, eres y serás mi complemento, esa gota de inspiración (sea buena o mala) que me permite continuar hacia el mañana. Ese mañana en el que por fin partiremos rumbo al norte, con la mochila retacada de sueños y deseos y buenos y malos recuerdos. Con las manos sujetadas hasta el alma, mientras tanto, no me cansaré de seguir escribiendo tu nombre sobre mi ventana.

lunes, octubre 28, 2013

Réquiem para dos

Hablando de sensaciones y situaciones, me atrevo a decir que las mías derraman desde mis bolsillos, desde los costados, desde el otro lado mientras miro la batalla. La revolución. Creo haber perdido la noción de todo lo anterior, de querer comer el mundo a bocanadas y mordiscos. También  creo haber olvidado en dónde se origina la seguridad de estar presente y ausente a la vez. De saber decir sí y no con la cabeza en alto y los ojos cerrados. Y también, creo que el clímax de elementos y complementos quedó sepultado bajo rasguños y raspones. Aún sé de qué depende dicha revolución, sólo falta el querer emerger de nuevo delante del mar. Resurgir de nuevo, mediante una resurrección, donde el complejo de crucifixión se disolvió en mis entrañas. Donde las solapas de mi piel aún llevan bajo ellas pétalos con olor a melancolía. Donde circula el olor de tu piel en cada uno de mis poros, de mis sentidos...

Querer olvidar una vez más. Querer entender esa persistente diferencia que sitúa al odio, el mismo trópico que rige nuestros latidos. Aún comprendo el porqué de tantas preguntas sin respuesta y más aún, el porqué habría de recurrir a dar escupitajos delante de una mente maestra y efímera. Me pregunto aún así, si será la mejor solución, si el situarme delante suyo será la respuesta perfecta.

Recuerdo haber hablado de humanidad y sentidos. De baldes de agua fría lloviendo como la realidad a escalas de grises. De vociferar a torrentes sobre todo mi linaje, de encandilar libelo a raudales como luz de sol en la ventana. De ser y estar encabritado mientras las dunas de una psicosis encuentran un solaz bajo la realidad morigerada en dos miligramos. También alguna vez hablé de caminos fugaces y de océanos de letras que aún separan el agujero negro de tus retinas con la constelación que se postra sobre mi espalda. Del animal que siempre seremos y de tantos reyes como babosas quepan en nuestro magín. Pero basta ya.

No vengo de nuevo a ti con vendas en los ojos ni con cordones umbilicales atados a mis impulsos. Estoy seguro que estoy desprotegido y cubierto de luces destellantes y ante todo eso, aún mantengo el vívido recuerdo de aquella conversación que sostuvimos con la mirada, que hablamos por el tacto. Aún mantengo vivo el temor de las cuatro paredes blancas y de un reflejo en el espejo con miradas vacías y más, también la manera en la que escurre el dulce néctar de tus labios manchando mi abdomen, pintando mi vida de rosa - con el corazón en las manos-, siendo que me mantengo presente y ausente, sin mente. Que no hay adiós ni más rotaciones celestiales. Siendo que me mantengo con el ferviente deseo de llenar de reminiscencias cada amanecer. Siendo que, ante todo por nada, aún puedo derrochar caricias insensatas porque, como aprendimos alguna vez, eso de la humanidad radica en los sentidos, y para mi buena suerte, yo tengo más de cinco...

martes, octubre 15, 2013

Las estaciones de tu vida // Ella

Quiero ser la primavera de tu vida para florecer junto a ti, 
el verano que vives para estar ahí cuando abras los ojos y el sol difumine tu piel.

Quiero ser el otoño de tu vida para sentir el crujir de las hojas bajo nuestros pies mientras nos columpiamos al atardecer y,
quiero ser el invierno entero para volvernos unos mismo mientras el frío corrompe nuestros cuerpos.

Quiero ser el principio y fin para poder comenzar siempre para temporada, juntos... //

// Ella es la pasión hecha maldición , en cambio yo, soy la maldición hecha poesía.
Ella es cada recuerdo que no tengo, en cambio yo soy aquello que siempre tiene.

Ella es ella, en cambio yo, aún no sé cuándo despertaré...

Ella es el sueño mismo, en cambio yo, soy la melancólica realidad.
Ella es el complemento, en cambio yo, soy el elemento...

Y para ser elemento, primero hay que ser nada y todo a la vez...

martes, octubre 01, 2013

Propósito, razones, conclusiones y revoluciones

Suelo preguntarme cuál es el propósito de cada espasmo que acaricia mi médula y todo mi sistema. Comienza siempre desde la punta de los dedos y recorre cada parte, hasta la más mezquina. Un paso firme es lo que dicen algunos que siempre hace falta pero, de qué sirve el jodido paso firme si se da sin sentido ni dirección. Hay otros tantos que prefieren hacerlo con vendas en los ojos, como si en verdad supieran siempre la razón por la cual lo están haciendo. Sea como sea, yo prefiero hacerlo de espaldas, así, tendrás oportunidad de saber qué tanto te sigue persiguiendo.

Caminando de nuevo, al derecho y al revés, de dos en tres y de tres en cuatro y de cuatro en diez y de diez en millones y de millones hasta donde nos alcance la imaginación, y para mi buena y jodida suerte, tengo un magín tan irreverente que estoy casi seguro de que podría llegar a caminar sin necesidad de dar paso alguno. Aún puedo sentir cada cosquilleo y hormigueo cerrando lenta y plácidamente mi garganta mientras la atmósfera presente me consume con un sólo propósito pero, esta noche no vengo a dar peroratas sobre propósitos ni convicciones, no. Sólo por esta noche quiero recalcar cómo es eso de ser la revolución que emana desde las retinas hasta las pupilas. Estoy aquí y ahora, seguro de que dicha revolución comienza siempre desde nuestros muñones (y le digo muñones porque la invalidez no radica en lo físico) y, termina hasta donde queramos hacerlo.

Entonces es que por fin recuerdo cuál era la razón de esta noche. De nuevo comenzaba desde la punta de los dedos pero no terminaba en partes marginadas, sino, más bien, termina justo en los codos, termina justo donde los pensamientos convergen y radican en una sola sensación. Sensaciones que recorren la espina dorsal de manera taciturna, llenas de reminiscencias que no deberían ser parte del pasado ni del futuro. Es más, ni siquiera deberían ser parte de un presente porque ahora lo único que importa es mantener la ventana abierta, después de todo, aún podemos volar como mariposas. Aún podemos contemplar la descarada dicha de la luna que está postrada sobre lo que tú llamarías libre albedrío. Después de todo, y digo realmente todo y nada, aún podemos comenzar con tu cuerpo suspendido junto al mío y amigo mío, eso será siempre y eternamente genuina inspiración.

viernes, septiembre 27, 2013

Soliloquio No.3

A veces vocifero desdeño a torrentes desde mis entrañas, lo hago por mera coincidencia. Algunas otras pareciera ser que no hay orden o razón ni entendimiento pero, sea el caso en el que nos situemos, siempre podremos encontrar la calidez de tu torso junto al mío.

Aún hay maneras imprecisas e imprevistas para continuar caminando despierto, y aunque la incertidumbre de la nueva vida siga papable sobre nuestras palmas, seguiremos encontrando la misma calidez sobre nuestras palmas, el mismo solaz en la danza de nuestros sentidos. Suelo repetir el mismo galimatías en monsergas y peroratas. Suelo hacerlo de dos en tres y de tres en cuatro, en soliloquios y coloquios para aquellos que siempre están presentes sin mente. Suelo referir todo en la vida al jodido libelo al cual nos vemos expuestos con el paso del tiempo y, si tenemos un poco de buena suerte, con el paso del sueño eterno. A veces es bueno estar despierto y ausente, y otras tantas, es bueno estar dormido con conciencia. Algunas más es necesario no dormir y pasar en vela el estertor nocturno por completo bajo las cobijas sólo para llegar hasta el firmamento infinito.

Caminar despacio y lento a la vez, sin marcar los pasos ni volar en el mismo instante. Caminar lento y rápido simultáneamente, con el crujir de las manecillas sobre nuestras nucas y sentir el hervor de la sangre que circula en nuestra memoria. Caminar lento, despacio, rápido y sin prisas con un propósito, con el deseo ferviente de llegar, tarde pero llegar. Caminar vivo y despierto, con prisas y sin compromisos, hacerlo al derecho y al revés, sin manifestaciones abruptas ni destellantes lisonjeos imaginarios. Y una última vez caminar dormido y sin sueño, hacerlo de izquierda a derecha con la mano sobre la cabeza, con la cabeza sobre los impulsos y, cada uno de estos sobre las estrellas y constelaciones y galaxias y agujeros negros o sea, caminar pues, sin detenimientos ni represalias. Caminar, caminar, caminar. Despertar.

A veces creo haber vomitado todo el libelo y porquería que cargo en la barriga, pero, para todas aquellas ocasiones en las que aún siempre queda el último aliento, aún podemos dejar la ventana abierta y mientras eso sucede, tú y yo podremos ser sin ser. Podremos estar sin ser. Podremos despertar sin ser, y ante todo lo anterior siempre podremos encontrar la calidez de tu torso junto al mío...

miércoles, septiembre 04, 2013

Aquí y ahora

Tan tranquilo, aquí y ahora, que podría morir. Podría volver como siempre he sido, con los pies sobre la cabeza y el alma entre las manos. Justo ahora y en este momento, podría revivir, como pretendo ser, con las manos sobre la cabeza y el alma enredada en el corazón. Y precisamente en este instante podría volar, al menos una vez más, con el cuerpo consumido en cenizas, con el volátil clímax de una resurrección...

Sea como sea, sé que estoy presente, a cada momento, a cada instante, a cada tiempo. Somos el principio y el fin del interludio, y ante eso, no somos todo ni somos nada. Somos la medida racional, conmensurable. Somos el capítulo perpetuo de la travesía que es vivir, de la jornada que es morir.

Tan tranquilo, aquí y ahora, que puedo morir siendo la última gota de sangre que palpita a través de tu pecho. Tan tranquilo, aquí y ahora, que puedo revivir en la caricia de tus labios junto a los míos.

Aquí y ahora, te llevo hasta en mi respiración.

miércoles, agosto 28, 2013

Antes del después

Corría entonces un día del 2008, un día en el que buscaba una manera predilecta de prevalecer. Corría entonces en mis intentos de prevalecer, una rara mescolanza entre ansiedad y saciedad, de esa que recorre todo tu sistema nervioso. Corría entonces en mi sistema un nervioso, un pequeño impulso lleno de descargas las cuales aún están en mis manos...

"Quisiera poder tocar las estrellas y observarlas a través de tu mirada, poder sentir el cielo a través de tu piel y sumergirme en el profundo océano que hay en tus ojos. Poder perderme en el bosque, para sólo seguir el camino iluminado por las estrellas brillantes de esta obscura noche. Una noche joven y bella, donde la luna es lo único que me hace sentir que el mundo no es tan malo como aparenta.

Quisiera pode sentarme en la orilla de un río donde se ha derramado algo de mí manchándolo de un color que sólo se puede ver al final del arco iris, donde están todas las esperanzas que he sembrado esperando a florecer.

Y todas las noches mientras la luna ilumina estas palabras, tengo una fantasía donde veo mis sueños hechos realidad y observo todos mis esfuerzos reflejados en la lágrima que derramo al dormir..."

Corría entonces en cada una de mis memorias algo de sutileza e inocencia, pero ahora, tengo digo ven. Ven, colócate junto a mí y saca del baúl de tus recuerdos ese viejo cepillo con el que peinaste tus recuerdos y acaríciame el alma. Ven, te digo de nuevo, que esta noche aún no sé cuál es la manera perfecta pero, ahora sólo comprendo la única lógica irrefutable... Pasión y amor para la conjunción...

domingo, agosto 18, 2013

Mi Complemento

Aunque te tenga y te pierda al mismo instante,
aunque estés presente y ausente, sin mente,
aunque existas dentro y fuera, sin lamentos,
eres y serás siempre mi complemento.

Aunque respire y entonces mi sentidos se desvanezcan,
aunque mis pensamientos culminen en cenizas de yesca,
aunque la vida persista sin más juramentos,
eres y serás siempre mi complemento.

Aunque sienta que el mundo desparece,
aunque vea como cada recuerdo lentamente no permanece,
aunque pierda la noción de todos los momentos,
eres y serás siempre, mi complemento.

jueves, agosto 08, 2013

Pronto llegarán...

Tener esa sensación de correr sin piel, sentir el ardor de la adrenalina que circula por tu pecho, querer arrancar todo de un solo tirón. Podría continuar con una manera de hacerme mártir y sentir que vivo marginado en el rincón más deplorado de la sociedad. Sea como sea el ardor de la piel que por fin se desprendió de mí continúa presente. Si miramos más de cerca entonces encontraremos cada marca que se ha postrado sobre mis impulsos. Esa misma marca que arde fervientemente sobre cada uno de mis dedos, sobre cada una de mis uñas. Y si no miramos y sólo damos media vuelta esperando que las lágrimas que se derramaron, que ahora se convierten en sangre, dejen de correr y corromper aquello que ha quedado bajo la cama, entonces por fin será que los problemas nos han hallado.

Si nos quedamos un poco más de tiempo, pensando y sintiendo que la copa del mundo se sirve de nuestras palmas, entonces será nuevamente que los problemas nos encontrarán. Aún recuerdo la primera vez en la que sentí una verdadera llama de acetileno. Dicha llama sigue sin extinguirse pero ahora hace hervir el tránsito de alguien más. Podría contar cada una de mis hazañas, tan vívidamente, que sentirías el rechinar del rosa bajo nuestras almas. Sea como sea, sacrificaría al mundo entero, algo grande, lo más inconmensurable, por borrar cada estrago que quedó arraigado en mí. A veces despierto con la caída de la realidad sobre mi espalda, y otras tantas, ni siquiera despierto, ni siquiera duermo. Algunas de ellas no son tan imprescindibles, pero aquellas que sí lo son, siempre dejan las solapas bajo mi piel llenas de recuerdos. Llenas de minutos en los que circula bajo nuestra sombra el más esperado viaje.

Y otras, de las cuales prefiero no hablar con frecuencia, me desveló recordando cada situación, de esas que se convierten en reminiscencias, y trato de convencerme que ya por fin quedaron atrás. Quizá jamás consiga dejar dicha carga que estoy destinado a llevar sobre mi espalda. Quizá, y digo quizá porque soy tan obstinado, un día por fin tendré un rato de calma. Hasta entonces seguiré contando las anécdotas que escurren desde mis codos hasta mis palmas. Hasta entonces continuaré el viaje hacia el norte, quizá ya está jodido dicho lugar, pero siempre queda la esperanza. Hasta entonces seguiré retorciéndome en el suelo mientras grito de manera desesperada "¿Por qué a mí?"...

(Pronto vendrán por mí, sólo espero haberme despedido de la manera correcta...)

miércoles, agosto 07, 2013

A dueto

Comenzar siempre de la manera en la que nadie esperaría, aún no sé cuál es la razón de ello pero siempre me dijeron que es la manera "correcta". Después, quizá no siempre hay un después pero aún se puede cultivar vida. Una mirada directa al infinito y un paso largo sin mirar atrás ni a los lados, ni siquiera mirar al frente. Un paso hacia la incertidumbre como esa razón mezquina de estar y ser para ya no volver, para desaparecer. Y otra mirada para sentir el corazón empapado en sangre latiendo sobre nuestras palmas, sobre nuestros muslos, sobre nuestra alma. Y, antes que nada, un corazón para manchar las retinas de rosa.

Debería haber más palabras, de esas que se enroscan en libelo, y se llevan consigo hasta que uno queda ahíto del mundo, pero sólo por esta noche, dejaré todo contacto a aquello que busca ser correspondido de una manera sublime, elemental. Somos la bestia que consume polvo estelar y, si dicha bestia jamás se concibió, entonces busquemos la manera de crear una colisión para dicho emerger. Perder la razón con sólo un acto, con sólo un suspiro. Perder la razón, pero perderla bien, sin dejar secuelas o estragos estrafalarios, justo de eso se trata tocar fondo y, una vez que se está tan dentro hay que buscar llegar más y más profundo. No hay razones para sentir que el oxígeno dejará de ser suficiente porque siempre habrá con qué llenar el vacío. Sea como sea siempre habrá un suficiente.

Y entonces cuando por fin descubres que jamás existió la línea limítrofe entre el lecho de vida y el estertor de muerte, es entonces que sabes que jamás estuviste dormido, que jamás te mantienes despierto. Aún hay mucho de lo que quisiera contar y derrochar en un poco más de cosas irreverentes e insignificantes pero, como ya dije anteriormente, esta noche no se trata de palabras o versos, ni tampoco oraciones o rimas. Quizá tampoco es libelo como pensé desde un principio. No. Esta y precisamente esta noche se refiere a ser sin ser. A estar sin derrocar nuestras costumbres o cultura. A estar de alguna manera, pero estar en nosotros. Esta noche se trata de corromper la vieja mala racha y llenarla de reminiscencias sólo para así, volvernos nuevamente uno mismo delante del mar. Mientras tanto seguiré escribiendo tu nombre en la arena.

miércoles, julio 24, 2013

Una poesía larga, una poesía corta. Una canción para la conjunción y un ademán para la conjuntivitis del mundo. Una extenuante sonrisa (chueca por cierto) para todos aquellos que aún siguen dormidos y una dosis letal de risperidona para aquellos que se creen despiertos. Una llama fina, de acetileno, que jamás se consume para todos aquellos que creen llevar la corbata de la manera correcta y, antes que nada, una mala noche aclamada por las sombras, por aquello que se crea a base de toda cosa material, para iluminar nuestros corazones, nuestras mentes... Dos pastillas para el mal por el que despertamos a media madrugada y, un vaso de agua para refrescar mi melancolía.

Horas de desvelo y muchas luces brillantes con una gran historia. Horas de anhelo y palabras malgastadas quizá. Horas y horas de oraciones, de cáncer y delirio para consumirse en la atmósfera entera, para cumplir con el devenir. Tiempo que transcurre a lo largo de mi columna vertebral, a través de mi espalda y de cada uno de mis lunares. Una constelación que finge estar bien sólo para que no te dejes caer, para que te dejes llevar por su brillo. Un cosmos completo sólo para converger y emerger como lo que siempre hemos sido, aquello que se transforma en algo taciturno desde tiempos inmemoriales. Un cosmos que no se deja regir a base de tiempo o espacio, sólo para ser uno mismo junto a ti, para ser inmortal desde los pies hasta el alma. Desde la cabeza hasta tus entrañas.

Una sinfonía para mis adentros. Notas que no obedecen ritmos ni metrónomos y un aficionado que suele desafinarse a destiempo. Canciones que proclaman <¡Victoria!> mientras yo digo "¡A la chingada la jodida guerra! Que se jodan todas y cada una de sus agonías, ya no importa el cochino conflicto mientras aún sepamos volar". De nuevo oraciones envueltas en júbilo por más notas que alardean aquello que no tenemos. Lo que siempre anhelamos con el filo de nuestras almas.

Insomnio para no perder la costumbre. Insomnio para sentirme vivo al menos una vez más. Después de todo, quizá no sean palabras malgastadas.

jueves, julio 04, 2013

CODA

Hoy me doy el lujo de usar etimologías sólo para fastidiar de lo lindo, para variar un poco. Una etimología que sigue siendo masticada en cada palabra que vocifero a torrentes, en grandes caudales a través de cada espasmo cosmológico al cual seguimos sujetos. ¡Vaya dicha que cargamos sobre nuestras jodidas columnas! Me mantengo en un andar dormido, en un andar despierto donde, el origen del universo se mide en porciones de café por día. Donde el caminar en la sombra del sol se convierte y converge en el declive de dos caminos. Sujeto cada camino porque ahora he de andar y de hacer y de regocijar y de blasfemar y de prolongar cada erección dos veces. Dos caminos: el sol y la luna. Me convierto en la unión entre ambos hemisferios despareciendo así, la diferencia entre cada trópico de nuestros corazones, esos que irradian un latir carmesí que es capaz de sulfurar hasta el origen del fin, donde el nacer y el morir siguen corriendo tras mi espalda.

Hablaba de el equilibrio entre el yo interno, el yo externo, el yo. Sólo por esta noche mantendré esa sensibilidad a flor de piel pero mañana, mañana podemos declinar hacia algún lado. Nos convertiremos en piedra o en juez de paz para asimismo, cambiar la dirección e inclinación pero hoy, hoy no. Ese andar de un lado siempre estará lleno de premisas halagüeñas... ¡Venga entonces! Seguiremos erguidos, potencialmente explosivos, demostrativos. Seremos la dinamita pura ante el conflicto bélico, y si nos importa un huevo la jodida guerra, entonces podremos darle el fin a la misma. Será parte del cosmos, de todo aquello que está transcrito y que no ha de virar tan solo un poco. Será que podremos promulgar el origen de los nuevos tiempos...

Y en cuanto el porvenir, no tendrá importancia mientras esté pensando en ese presente latente que puedo mirar en la misma sombra en la que vivo, la misma que crea cielos y océanos fugaces. Tan irradiante es la sombra que pudo crear la noche. La noche menguada, articulada. La misma que puedo contemplar sobre las sábanas gastadas enredada en mis fríos pies. Esa misma sombra que rodea el devenir de la vida, de la sociedad, de la riqueza, de la pobreza, del amor, del sexo, del país de la fornicación... Del universo entero...

Y si aún no hay dicha perpetuidad fortuita entonces siempre podremos levantar la mirada hacia el norte, pues allá será justo dónde nos encontraremos. Allá miraremos nuevamente los ocasos, los renacimientos y crucifixiones de mi alma pero hasta entonces, empaca tu maleta que partimos juntos mañana... Mañana... Mañana...

martes, julio 02, 2013

Martes trece

Levantarse con el pie derecho y desdeñar sensibilidad sobre las personas. Quizá tampoco es la manera correcta pero, ¡qué importa! Al final sigo siendo otro hombre uniformado <lo menciono para aquellos que sienten admiración>, con un traje tan falso como el del primer general de la sociedad, de la vida, de la muerte. Persiste en cada uno de mis hallazgos un aire de cordialidad, esa misma que se ha hablado a lo largo de cualquier tiempo, y que, sin embargo, el mundo ambiguo sigue olvidando. Menciono cada estrago al cual las personas están sujetas, como esos cambios en la política de restricción, y vuelvo a difamar la "verdadera" cara de la sociedad sobre la cual pretendo vaciar toda la porquería hecha bilis que palpita en cada uno de mis latidos. No sostengo nada en la mano izquierda y jamás podré portar el reloj sobre la misma. En cuanto al atisbo de la noche, sólo puedo relacionarlo con el escurrir de tus lagrimas sobre mi torso, de tu sudor sobre mi espalda, sobre mis entrañas. El correr de tu sangre dentro de la mía. Y por último, la marca de tu reciprocidad sobre mi cuello.

Algún día será en el que probaremos la verdadera confianza, esa que se lleva bajo la piel. Y otro será en el que ambos corrompamos el juego hacia la moralidad de nuestras palmas, de nuestros muslos, de nuestras almas. Pretendemos ser el recuerdo de una vida en la que todo estuvo transcrito como en los antiguos jeroglíficos, como en cada pintura rupestre que jamás será descubierta porque el tiempo habrá ya borrado de nuestras memorias, pero sea como sea, siempre estaremos presentes, mutuamente, en cada acto que se realice aclamando a la verdadera pasión, esa que cuelga de nuestros bolsillos. La misma pasión con la que te podría llenar de versos y palabras los labios.

Aún no encuentro a quien haga guerra en contra de la guerra, justamente de eso hablaba conmigo mismo hoy al amanecer pero para entonces, sabré portar la bandera de libertad en mi mano izquierda... No habrá tiempo ni orden o razón para crear mi revolución...

sábado, junio 22, 2013

Ayer por la noche

... resulta serlo siempre, de la misma manera. Comienza con el titilante aullido de la noche rebosante sobre nuestras mentes, y termina con mi cuerpo desfallecido y transpirante sobre el mismo fondo azul. Con el mismo solaz revocado bajo mis mangas, bajo mis bolsillos. Con el mismo recuerdo de cada lágrima que recorrió y surcó tus labios marchitos, tus latidos afamados. Con la misma sinfonía que sonó en mis memorias cuando te sostenía entre mis brazos, cuando juntos creamos un mar salado. Con el mismo aroma de tus impulsos acariciando mis suspiros...

... no encontré las palabras adecuadas, sé que es una noche violenta, también sé que todo ese malvivir no perdona y aunque el lugar aún te haga sentir como un pequeño niño, el repiquetear de la lluvia no dejará de golpearte en el rostro. No habrá manera de escaparse de los espacios en blanco que ahora estarán presentes y latentes como lo fuiste desde el origen del tiempo, desde el origen de cada una de mis memorias en las cuales te encontrabas justo al otro lado del espejo...

... poder arrancarte de un sólo zarpazo, de un sólo tirón. Me encuentro dentro de un pensamiento bastante arcaico, tanto, que aún puedo vislumbrar cada silueta a escalas y matices de grises, de tonos "perfectos". Pero sobre todo, poder dejar todo lo anterior bajo la cama, dentro de una caja en el ropero. Olvidar que estarías presente y latente en mí, y más importante, olvidar cómo fuimos uno mismo alguna vez pero ahora, y sólo ahora, tú eres lo más importante obstinada y arrogante dulce conciencia mía...

lunes, junio 10, 2013

El Solar

Hay días en los que despierto con una desfachatez hacia el mundo, días en los que quisiera no recordar cómo es hablar por la piel. También hay otros tantos en los que abro los ojos con el mismo recuerdo que suelo repudiar mientras enlisto tus encantos. Hay días en los que jamás duermo, en los que no estoy despierto. Esos días en los que camino en el sueño eterno, los mismos en los que cuento cada paso de regreso a casa. Hay días en los que envío palabras encandiladas al aire con el derrame de tu sangre hirviendo sobre ellas, y días en los que sólo pronuncio las palabras mínimas de una manera tan mezquina, tan irreverente. Sea como sea, siempre hay días en los que añoro poder volverte humana bajo un solar.

En cambio, hay noches en las que quisiera enseñar a corresponder, esas mismas que puedo medir con sábanas gastadas. Noches en las que vivo enajenado por tantos gritos que se asoman desde la ventana, esos que repiten cada uno de mis temores. Hay noches en las que quisiera poder derrocar hasta el más antiguo de los cimientos, esos mismos que siguen siendo parte del andar atolondrado de una tortuga. Noches perpetuas que siempre terminan de la misma manera, que me recuerdan cada una de mis debilidades. Esas mismas noches en las que me vuelvo parte del hastío del mundo y en las que detengo el ritmo del tiempo con sólo un suspiro. Sea como sea, siempre hay noches en las que quisiera brillar con tu rabia resplandeciente.

Y más aun, hay momentos en los que ya no me importa el rechinar de las manecillas azules, momentos en los cuales deploro todo el devenir que arrastro en mi linaje. Hay momentos en los que pretendo asfixiar cada remembranza arcaica con el nuevo recuerdo que emerge al filo de la media noche, pero, para esos momentos, mejor no me tomes en cuenta. Para dichos momentos no precisamos nada más que dejarse llevar por el son del amanecer, y entonces, por vez última, nada más será necesario. Nada.

sábado, junio 01, 2013

Perfecto e ideal...

Quizá la manera correcta es comenzar con el pie izquierdo. Con el pie al descubierto, sin calcetines, sin zapatos. Continuar en busca de una pared blanca, un poco burda. Nadar dentro de un pantano, pescar en él y sumergirse sólo para refrescar el cuerpo con agua fría y "cristalina". Recolectar algas y alguna que otra rareza sólo para enajenarse de lo lindo. Para volver a eso del país místico donde sólo existe ese ente al cual nadie se atreve a contradecir o declinar algo en contra suya, amenos que sea a sus espaldas. Basta con resolver y perdonar premisas arcaicas con una sonrisa chueca, con un abrazo morigerado y taciturno lleno de estupor. Amortiguar la caída con un pavonear ladeado, palpitante, escrupuloso, lánguido, erguido, temeroso... Bailar al son del atardecer.

A veces sólo es prescindible saber la manera correcta para decir adiós, la manera para hablar con el alma sin necesidad de estar despierto. Saber soñar sin la necesidad de dormir. Basta con querer desde el pie izquierdo hasta el filo de los latidos. Suficiente es con llenarse de regocijo, con disfrutar en silencio. Quedarse de alguna manera, pero quedarse. Cerrar los ojos cuando en verdad se precisa, cuando la situación lo pide a gritos sin acongojarse, sin refocilarse en aglomeraciones de avispas mentales ni nada de nimiedades absurdas. Cerrar los ojos cuando se deja de ser mártir, cuando eso del ser mezquino ya no está presente. Y abrirlos sólo para verse a sí mismo en el mirar de alguien más...

Ideal o perfecto... Perfecto e ideal... Ideal y perfecto es cerrar los ojos cuando se está enamorado...

miércoles, mayo 22, 2013

Sueño eterno

La vida es una erección infinita. Perpetua. Un sueño eterno. Caminamos sin sentido. Lo seguimos haciendo mientras se consume la atmósfera entera. Suelo hacerlo de tres en tres. Suelo hacerlo con la mirada unilateral. De arriba a bajo, de izquierda a derecha. Suelo hacerlo mientras anudo mi corbata, mientras abotono mi suéter. Camino y levanto la mirada. Lo hago sólo para ver debajo de mi piel, de mis impulsos. Lo hago para ver debajo de mis latidos.

A veces creo haber olvidado lo más importante. Suelo sentir y concebir el mundo diferente a mis pies, a mis espaldas. Suelo concretar cada uno de mis pensamientos sobre mi columna, sobre mi mandíbula. Mantengo alejado lo más primordial, cada una de mis extremidades. Suelo mantener el último vínculo inmerso en mezcolanza, con certeza sé que es así. A veces creo haberlo olvidado con intención.

Miraré de nuevo a través de la ventana. Miraré dentro del ocaso. Navegaré cada uno de los océanos fugaces que siguen siendo la división entre tú y yo. Esa línea limítrofe que habita entre la máquina de letras y yo. Con la diferencia de recuerdos que cuelgan de mis pantalones. Con la señal de catástrofe que divaga mis recuerdos. Con la tenaz y ardua ironía de corromper. De desatinar. De rememorar. De olvidar. De olvidar una vez más...

Todo es parte del sueño eterno. Será entonces que somos el recuerdo de una vida extenuante. Que nos volvemos parte de las remembranzas de una vida que ya está escrita. que es predilecta. Que continúa siempre en movimiento. Que difama el ir y venir de la soledad. Que fastidia a todo lo que no podemos ver, la misma parte que me hace recapacitar. Esa parte marginada que nos muestra el camino de vuelta a la realidad.

A veces creo haber olvidado lo más importante, todo lo demás, sólo es parte de la escenografía.

viernes, mayo 17, 2013

Interludio

Suelo recordar con frecuencia cómo era ese marchitar inconforme por el cual divagué tanto tiempo. También rememoro cada zozobra con la que observaba un océano vivaz en tu mirar, en tu lisonjear. Ciertamente, y digo esto porque eso es lo que escurre sobre mi frente, contemplo la batalla al otro lado del campo por segunda vez. Miro dentro y entonces es que veo cada lágrima fragmentando cada uno de mis instintos, no sólo aquél que me hacía bailar con la ciudad. Alzo la mirada tan sólo un poco para sentir el brillo irradiante que está postrado esta noche, pero sólo siento el golpetear de la lluvia sobre mi rostro. Me pregunto quién escupe desde el "cielo". Mi magín se llena de más cuestiones irreverentes pero ya estoy cansado de siempre voltear hacia el mismo lugar. Ahíto de no obtener ni una sola respuesta es como me encuentro ahora, no ofrezco soluciones ni más relaciones a respuestas inconclusas. Tampoco estoy extendiendo la mano hacia la incertidumbre. Sólo estoy cambiando de frecuencia.

Abro los ojos, no precisamente al despertar, y devoro todo aquello que se planta frente a mí. El hatajo de situaciones adversas jamás cesa y por extraña y maliciosa razón siempre son de la misma índole. ¡Vamos ciencia cierta, al carajo! Tanta incertidumbre irrumpe todo lo que corrompí hace ya bastante tiempo. Cierro los ojos pero no sólo para dormir y "soñar con la realidad". No. Cierro los ojos para ver la tenue figura de tu rostro amancillado por la vida morigerada a la cual estamos amarrados. Somos más mezquinos de lo que cualquier ente ha llegado ha ser y no es sólo por sentir el girar concreto del universo, sino, es por la rara coincidencia que persiste dentro de mis poros, dentro de mis alvéolos. Por la misma razón que hubo un devenir de mis impulsos.

Refiero todo lo anterior a aquellas malas fotografías que siguen dentro de la nevera, vamos, saca tus guantes blancos y arráncalas de un sólo tirón. Ya no hay por qué mirar hacia ese capítulo intermedio y precedente a lo más importante. El clímax está aquí, ahora. Lo puedo sostener entre mis brazos y alimentar con el oro negro que desenterré ayer por la tarde, hoy por la mañana y mañana por la noche. Abro de nuevo los ojos pero sólo para mirar el nuevo origen de la sociedad. Los abro sólo para ver mi nueva resurrección.

viernes, mayo 10, 2013

Soluciones

El hecho irrefutable es que todos viven en busca de las soluciones a todo lo que suele atormentar la vida que no llevan (aún no sé si es por miedo), por lo que, y con mayor razón, me he dado el lujo de hacer algo positivo, no estoy seguro que sea aquello que estuvieron esperando pero ya puedo escuchar el estruendo de sus aplausos aturdiendo hasta el hecho de romper en llanto a las cinco de la mañana. Comienzo donde suele terminar para los demás...

La primera es escapar de todo, desaparecer y no volver. Fingir que no existe pasado ni futuro, ni siquiera presente. Tomar todo en una vieja valija y encasillar aquello que consideras "necesario e importante".

La segunda es "persuadirse a sí mismo a cumplir con el devenir, a volverse inmortal".

La tercera es todo lo contrario a las primeras dos. Es no desaparecer jamás ni volverse inmortal de ninguna manera posible.

La cuarta quizá podría quedar en tres suspensivos pero prefiero decir que sólo depende correr sin parar, de un extremo a otro y viceversa. Correr al derecho y al revés y extenuar al llano que jamás deja de correr sobre tu columna.

La quinta es convertirte en mono, así quizá podrías viajar hacia las estrellas sin necesidad de tickets ni gastos de envío.

La sexta es encender la luz.
 
La séptima es no encenderla porque la situación presente no lo requiere, no será necesario porque habrá algo más que hará brillar el momento. Casi perfecto.

La octava es dormir.

La novena es despertar. Despertar del sueño del mundo, del sueño que todos inmiscuyen en tu mente. Despertar y devorar al mundo y no dejarse devorar por él.

Y la décima, quizá la he pensado, tal vez no lo he hecho.

Azul violeta

Encontraremos la manera para hacer una gran explosión. Detonaremos toda esa dinamita que palpita en nuestras venas. Será entonces que consagraremos lo inmaculado de la vida que no existe o que se encuentra precisamente en el infinito paralelo, ahí donde la distancia no presenta límite como todas las ironías que derramamos día tras día con la marca del libelo en nuestras frentes.

El uso adecuado de cada entonación está marcado por el metrónomo al cual seguimos sin perseguir, mas, sin embargo, logramos concretar la sinfonía que resuena con el pasar de tiempo, mismo en el que tu titilante voz rechinaba en cada uno de mis poros, en cada uno de mis sentidos. Quiero ser esa parte que sostiene la daga mientras perfora cada alvéolo manchando al mundo de violeta, centímetro por centímetro. Quiero ser aquella aguja que indica qué dirección es la correcta mientras caminas al revés. Mientras dejas que la atmósfera consuma nuestro tacto irradiante. Mientras llenas la vida con remordimientos prosódicos y un poco de aventuras galardonadas antes los demás "presentes".

Eres aquello que persiste en cada soliloquio. Eres el principio y fin de cada una de mis peroratas interminables. Eres el galimatías inoportuno de la sensibilidad que suelo llevar bajo la piel y, ante todas las cosas, eres el devenir marginado que sigue corrompiendo lo mezquino que es crear caos. Volveremos como fuimos siempre, justamente en la manera y forma en la que llegamos a este deplorable mundo. Azules por dentro y fuera, desde las venas hasta el alma. Azules como grandes océanos vivaces que podrán guiar tu camino. Tan azules como la mancha de tinta que permanece difuminándose dentro del terciopelo carmesí que llevo en el pecho. Tan azules como la profunda noche menguada y articulada. Nada más será necesario.

viernes, mayo 03, 2013

Inocencia a flor de piel

Eso de la humanidad radica en los instintos. Es una mera manera de subsistir, viene de la mano junto a todo lo que la sociedad suele aborrecer. No es el hecho de creer tener el corazón henchido de bondad y misericordia. No. Va más allá del entendimiento del mismo Dios. Hablo del hecho de consagrar al ser con la naturaleza. Verás que no es tan banal como otros tantos taimados creen.

La inocencia que envuelve todo lo que puedo sentir corriendo dentro de mí, me ha mostrado cómo es que el mundo gira en verdad. Aprendí dónde converge y radica el origen de la humanidad.

Hoy por fin desapareció el último cabo amarrado a la incertidumbre, por fin desapareció el complejo estigmatizado ante la gran mente maestra. Por fin es que me encuentro sumergido en cada uno de tus latidos. Es entonces que pierdo la razón pero cariño mío, adoro que seas mi perdición.

martes, abril 23, 2013

Trópicos

Quisiera poder hablar de todo aquello que te acongoja. Ser ese solaz irremediable que está presente a cada instante. Hoy me desperté con el recuerdo insensato de cada centímetro de mi torso arañado por la llama de esa remembranza que sigue perturbando cada una de las ideas que sujetan a mi magín. Siempre comienza con el sonar de delirios pusilánimes y termina con el manchar violeta de una vida marginada por la sociedad. Somos esa parte del chancro lodoso al cual "Dios" le llama vida, pero de ser así, aún tengo tanto que declinar en su cara. Tengo justamente en mis palmas la muestra de realidad que nadie más sostiene, la misma que corrompe mis sentidos hasta el frenesí de la media noche.

¿Qué es lo que pretendes saber de "el pensador amante"? o,¿a caso es que olvidé cómo es el término correcto? He estado una y dos veces pero no creo que hayan sido suficientes. Retintinea para mis adentros la llama de acetileno que no se consume. Suelo preguntarme qué tanto tiempo estará incandescente dentro del flujo que emana desde mis latidos. Suele mantener el color carmesí aterciopelado al cual me sigo viendo adentrado. Mas, y a pesar de todo lo anterior, no dejará de tener el valor de un ardite si hablamos de que lo llegues a sostener en tus manos.

No hay ciencias precisas como para medir esa fascinación que resplandece sobre tu miedo. No hay un valor nominal a todo aquello que está presente pero que no puedes ver. Tampoco hay trópicos para compaginar cada capítulo de esta proeza tan soez. No hay marcas que estén sujetas a tu columna ni a tu nuca. Ya no hay marcha interna de la maquinaria que sólo suele difuminar el brillo de la luna al filo de la media noche. No hay nada más... Mientras tanto debo ir a atender a cierta partida que me está corrompiendo. No olvidaré el manchar de tu sangre sobre mi abdomen.

sábado, marzo 30, 2013

Miedo y fascinación

En esos tiempos hablaba de conocer tu nombre. Grandes actos aclamados bajo todos los telones del planeta. Contemplaba cada una de las ramas que quedaban enmarañadas en todo tu ser. Admirábamos cómo era el rechinar de tus pies desnudos entre sábanas rosas malgastadas. Manteníamos cada una de las proezas desventuradas en la punta de nuestras lenguas escaldadas. Sujetamos la delicada copa que lleva mi sangre. Desgastamos hasta cada uno de los recuerdos a los cuales quedarás ligada de por vida. No hay marcha atrás conciencia mía, que en algún momento habrías de sofocar toda tu realidad con sólo dos miligramos de la misma.

Vivo y vivimos entre sueños, y aunque aún no estoy seguro de llamarle la manera de vida, sé que es esa a la que estás sujeta. Tan sujeta como el amanecer que llevo arraigado en mis retinas. El mismo al que si miras con detenimiento, encontrarás toda esa dicha de soledad que se mantiene enfrascada. Sólo para las situaciones que lo ameriten.

Me pregunto si vendrás de nuevo esta noche. Vives y duermes sin sueño, te mantienes presente. Latente. Permaneces de una manera mórbida, tan inestable. Sin lamentos. Sin remordimientos. Recordaré eso y sólo eso.

sábado, marzo 09, 2013

Por fin será

Entonces es que vienes, entonces es que estás presente sin mente y entonces es cuando existes sin ser. Me encuentro recostado bajo la cascada, bajo la noche, bajo la vida misma. Vamos buscando el tiempo predilecto para la suerte pero no se vuelve algo latente. Te das cuenta como es el hecho de prevalecer día con día y, sin embargo, aún sigues ausente. Cada nota y cada verso es lanzado al aire buscando dichas letras, dicho nombre. Entonces es que vengo yo sin discreción, sin algún tipo de obstinación. Me encuentro presente, herviente, omnipresente. Soy como la gota que escurre a través de tu ventana, esa misma que se derrama cuando tocas con la afinación correcta.

Permanecemos recostados uno al otro. Y es cuando puedes sentir el latir carmesí y aterciopelado que suelo llevar dentro, el mismo que me hace transitar los días bajo el ciclo de la mitad de vida que aún no he concretado. Justo cuando puedo oírlo dentro. No sabemos cuál es la razón ni comprendemos ninguna clase de contexto que sea ahora. No concluimos ningún tipo de trato o pacto alguno. No concuerdo con el sonar irreverente al cual me mantengo sumergido. No sabremos reprochar algún tipo de premisa. Nada. Todo será justo como miramos bajo el ocaso de letras, bajo el infierno de versos en el cual nos hundiremos. Vamos vida mía, que aún falta tanto por derramar de nuestra copa.

Volverá esa misma dicha, la misma de la que suelo contar. Esa que denota cada pizca de libertad. Y por fin será que viajaremos hacia el norte. Por fin será que navegaremos bajo el mismo río. Por fin será que me volveré uno mismo con el bosque, tu bosque. Y, por fin será que sostendré cada parte silenciosa con el dulce retinar mis poros chapaleando tus sentidos. Por fin será.

viernes, febrero 22, 2013

Valiente

Comienzo con la profana idea de escuchar dicho anuncio de redención. Continúo con la señal inesperada de una vida morigerada que sigue latente. No sé cómo es que sostenemos a la vida misma con sólo las uñas de los dedos. Puedo sentir como desgarra cada centímetro de mí, marcando ligeramente mi mundo de un color violeta. Olvidé cómo era eso de la fascinación ardiente. Ahora es que recuerdo como sucedía en los días en los cuales manejar en reversa se podía hacer sin la necesidad de mirar hacia donde no te diriges. Hacia donde no te encuentro. Sostendré la fisionomía de tus besos con una pestaña. Será entonces que por fin harás caso total a cada nimiedad a la que vivo atado. Vamos, jamás he pretendido vivir lleno de remordimientos ni pretendo llenar de insignificancias, sólo quiero hacerte vibrar.

Puedo contemplar como vivo a torrentes a través de mis manos, pero, ¿por qué no puedo navegar a través de los agujeros en tus ojos? Sigo sin comprender cómo es que sucedió de dicha manera y, sin embargo, hablamos de vidas pasadas donde quizá todo fue más sencillo que lo imaginamos. Más simple de lo que podría concluir cualquier magín irracional. No funciona con monsergas y soliloquios irreverentes, sólo con la dicha de mantener una marca en donde no debería de haberla. Enterrando cuernos y desgarrando remembranzas que quizá ya eran parte de las reminiscencias a las que estamos expuestos día con día. Me muestro transparente y no le temo a revelar todo lo que no puedes ver, todo lo que no podemos sostener.

Hoy aparezco delante de ti, sin nada nuevo bajo el brazo. Aparezco de nuevo, como solía hacerlo en jueves al atardecer. Me muestro justo como llegué la primera vez, tú con la marca de la sangre que escurría hasta tus pies y yo, yo sólo con el titilante proverbio al cual me sigo viendo inducido al cerrar la puerta de mi habitación. Sólo con la idea de qué es lo mejor.

sábado, febrero 02, 2013

"Divinidad"

Mi manera de ir y venir (¿su manera de venir e ir?). Despertar con una canción aún recitando para mis oídos, con un pensamiento divagante sobre una mirada reflejada en el mar. Bueno quizá una pecera no tenga semejante tamaño para ser un océano entero pero, ¿quién dice que no es capaz de brindarme las mismas aventuras?,¿las mismas agonías?

Estás ahí preguntando acerca de lo más importante, quizá tú deberías conocer la respuesta a cada pregunta que lanzas hacia mi persona. No recuerdo cuál fue la última vez en la que sonaste para mis adentros. Suelo apostar la vida misma a la afinación que el metrónomo no marca. Suelo apoyarme en cada verso que acompaña una serie de caricias, delicadas y cándidas caricias que resbalan en el filo de mi piel. Tengo el vívido recuerdo de aquella conversación que sostuvimos con la mirada y desde entonces, has de saber que la noche no luce de igual manera a como solía ser.

Comenzar con una noticia que puede estremecer el mundo entero (vamos, no soy tan narcisista como crees). Terminar con la rebosante despedida financiada por una cierra eléctrica, esa es auténtica melancolía. La misma reflejé sobre mis pétalos tanto tiempo, esperando que se acercara el quinto día. Añorando ese viejo atardecer. No sé si podré liberarme de esa extraña sensación, la misma que deja residuos en el pecho, en el corazón, en el alma, en las entrañas y en todo aquello que siga palpitando de una manera aterciopelada.

Volvió a mí todo ese malvivir marginado que está latente en el círculo donde se postra el mal de males. Espero no lo hayas olvidado. Regresó el libelo que arrastré alguna vez en contra de la "divinidad" más grande conocida alguna vez. Vine sólo para refrescar su mente, para hacerle recordar que aún me debe miles y miles de respuestas aunque, según lo previsto, quizá ya conozco cada una de ellas. A veces ser la mano derecha (o izquierda según el caso), tiene muy grandes ventajas. Inmensas, tales que podrías volverte uno mismo con la mar. 

Sigo haciendo énfasis en cada una de las diferencias que compartimos, y entre ellas la más importante <Prefiero hundirme antes que caminar sobre ella> y eso mi amigo, era genuina inspiración.

domingo, enero 13, 2013

Perdido

Caminando sobre el aire. Caminando sobre la luna. Caminando sobre tu espalda y sobre tu columna. Escurro como la última gota de sudor derramada después de nuestro último enfrentamiento. El mismo en el que libraste el peor de los males. Aquel donde olvidaste de qué está hecho el mundo, donde comiste y bebiste de la copa de la sociedad. No recuerdo con precisión qué era, sólo tengo la remembranza vívida de ese menguar escurrido que surcó tus labios marchitos. Que se derramó bajo tu mentón, bajo tu coleto.

Mira hacia el otro lado. Voltea y observa bien. Quizá pueda ayudar si cierras los ojos, si abres el corazón. Una vez dentro sólo siente el hedor fulminante de la sangre que hierve a tu nombre. La misma que transita alentadamente y alebresta mis sentidos. Enfría mis impulsos, no habrá mejor manera de corresponder.  Desentierra las flores que he tatuado sobre mi espalda y descubre nuevamente el mundo que quedó desterrado hace tanto tiempo. Sólo es necesario hacerlo vibrar. Encender el motor. Renovar a la vida misma... Conmemorar el clímax de la situación.

Me encuentro hendido. Veo cada parte desparecer lentamente. Ya no me basta con derramar sangre a través de mis dedos. No encuentro el límite de tus agonías. Contemplo lo perdido en la selva. Sostengo lo enclaustrado en la ciudad. No sé si hay diferencia entre una y otra. No establezco un orden ni tampoco un sentido de deserción. Mantengo el abandono que crea el mar de palabras. Parpadeo sin pestañas. Duermo sin sueños. Camino sin pasos. Escribo sin versos. Quiero sin abrazos. Amo sin esperanzas.

Te tengo y te pierdo. Te siento y te extraño... Respiro y entonces, desaparecen mis sentidos.