domingo, enero 13, 2013

Perdido

Caminando sobre el aire. Caminando sobre la luna. Caminando sobre tu espalda y sobre tu columna. Escurro como la última gota de sudor derramada después de nuestro último enfrentamiento. El mismo en el que libraste el peor de los males. Aquel donde olvidaste de qué está hecho el mundo, donde comiste y bebiste de la copa de la sociedad. No recuerdo con precisión qué era, sólo tengo la remembranza vívida de ese menguar escurrido que surcó tus labios marchitos. Que se derramó bajo tu mentón, bajo tu coleto.

Mira hacia el otro lado. Voltea y observa bien. Quizá pueda ayudar si cierras los ojos, si abres el corazón. Una vez dentro sólo siente el hedor fulminante de la sangre que hierve a tu nombre. La misma que transita alentadamente y alebresta mis sentidos. Enfría mis impulsos, no habrá mejor manera de corresponder.  Desentierra las flores que he tatuado sobre mi espalda y descubre nuevamente el mundo que quedó desterrado hace tanto tiempo. Sólo es necesario hacerlo vibrar. Encender el motor. Renovar a la vida misma... Conmemorar el clímax de la situación.

Me encuentro hendido. Veo cada parte desparecer lentamente. Ya no me basta con derramar sangre a través de mis dedos. No encuentro el límite de tus agonías. Contemplo lo perdido en la selva. Sostengo lo enclaustrado en la ciudad. No sé si hay diferencia entre una y otra. No establezco un orden ni tampoco un sentido de deserción. Mantengo el abandono que crea el mar de palabras. Parpadeo sin pestañas. Duermo sin sueños. Camino sin pasos. Escribo sin versos. Quiero sin abrazos. Amo sin esperanzas.

Te tengo y te pierdo. Te siento y te extraño... Respiro y entonces, desaparecen mis sentidos.