miércoles, mayo 22, 2013

Sueño eterno

La vida es una erección infinita. Perpetua. Un sueño eterno. Caminamos sin sentido. Lo seguimos haciendo mientras se consume la atmósfera entera. Suelo hacerlo de tres en tres. Suelo hacerlo con la mirada unilateral. De arriba a bajo, de izquierda a derecha. Suelo hacerlo mientras anudo mi corbata, mientras abotono mi suéter. Camino y levanto la mirada. Lo hago sólo para ver debajo de mi piel, de mis impulsos. Lo hago para ver debajo de mis latidos.

A veces creo haber olvidado lo más importante. Suelo sentir y concebir el mundo diferente a mis pies, a mis espaldas. Suelo concretar cada uno de mis pensamientos sobre mi columna, sobre mi mandíbula. Mantengo alejado lo más primordial, cada una de mis extremidades. Suelo mantener el último vínculo inmerso en mezcolanza, con certeza sé que es así. A veces creo haberlo olvidado con intención.

Miraré de nuevo a través de la ventana. Miraré dentro del ocaso. Navegaré cada uno de los océanos fugaces que siguen siendo la división entre tú y yo. Esa línea limítrofe que habita entre la máquina de letras y yo. Con la diferencia de recuerdos que cuelgan de mis pantalones. Con la señal de catástrofe que divaga mis recuerdos. Con la tenaz y ardua ironía de corromper. De desatinar. De rememorar. De olvidar. De olvidar una vez más...

Todo es parte del sueño eterno. Será entonces que somos el recuerdo de una vida extenuante. Que nos volvemos parte de las remembranzas de una vida que ya está escrita. que es predilecta. Que continúa siempre en movimiento. Que difama el ir y venir de la soledad. Que fastidia a todo lo que no podemos ver, la misma parte que me hace recapacitar. Esa parte marginada que nos muestra el camino de vuelta a la realidad.

A veces creo haber olvidado lo más importante, todo lo demás, sólo es parte de la escenografía.

viernes, mayo 17, 2013

Interludio

Suelo recordar con frecuencia cómo era ese marchitar inconforme por el cual divagué tanto tiempo. También rememoro cada zozobra con la que observaba un océano vivaz en tu mirar, en tu lisonjear. Ciertamente, y digo esto porque eso es lo que escurre sobre mi frente, contemplo la batalla al otro lado del campo por segunda vez. Miro dentro y entonces es que veo cada lágrima fragmentando cada uno de mis instintos, no sólo aquél que me hacía bailar con la ciudad. Alzo la mirada tan sólo un poco para sentir el brillo irradiante que está postrado esta noche, pero sólo siento el golpetear de la lluvia sobre mi rostro. Me pregunto quién escupe desde el "cielo". Mi magín se llena de más cuestiones irreverentes pero ya estoy cansado de siempre voltear hacia el mismo lugar. Ahíto de no obtener ni una sola respuesta es como me encuentro ahora, no ofrezco soluciones ni más relaciones a respuestas inconclusas. Tampoco estoy extendiendo la mano hacia la incertidumbre. Sólo estoy cambiando de frecuencia.

Abro los ojos, no precisamente al despertar, y devoro todo aquello que se planta frente a mí. El hatajo de situaciones adversas jamás cesa y por extraña y maliciosa razón siempre son de la misma índole. ¡Vamos ciencia cierta, al carajo! Tanta incertidumbre irrumpe todo lo que corrompí hace ya bastante tiempo. Cierro los ojos pero no sólo para dormir y "soñar con la realidad". No. Cierro los ojos para ver la tenue figura de tu rostro amancillado por la vida morigerada a la cual estamos amarrados. Somos más mezquinos de lo que cualquier ente ha llegado ha ser y no es sólo por sentir el girar concreto del universo, sino, es por la rara coincidencia que persiste dentro de mis poros, dentro de mis alvéolos. Por la misma razón que hubo un devenir de mis impulsos.

Refiero todo lo anterior a aquellas malas fotografías que siguen dentro de la nevera, vamos, saca tus guantes blancos y arráncalas de un sólo tirón. Ya no hay por qué mirar hacia ese capítulo intermedio y precedente a lo más importante. El clímax está aquí, ahora. Lo puedo sostener entre mis brazos y alimentar con el oro negro que desenterré ayer por la tarde, hoy por la mañana y mañana por la noche. Abro de nuevo los ojos pero sólo para mirar el nuevo origen de la sociedad. Los abro sólo para ver mi nueva resurrección.

viernes, mayo 10, 2013

Soluciones

El hecho irrefutable es que todos viven en busca de las soluciones a todo lo que suele atormentar la vida que no llevan (aún no sé si es por miedo), por lo que, y con mayor razón, me he dado el lujo de hacer algo positivo, no estoy seguro que sea aquello que estuvieron esperando pero ya puedo escuchar el estruendo de sus aplausos aturdiendo hasta el hecho de romper en llanto a las cinco de la mañana. Comienzo donde suele terminar para los demás...

La primera es escapar de todo, desaparecer y no volver. Fingir que no existe pasado ni futuro, ni siquiera presente. Tomar todo en una vieja valija y encasillar aquello que consideras "necesario e importante".

La segunda es "persuadirse a sí mismo a cumplir con el devenir, a volverse inmortal".

La tercera es todo lo contrario a las primeras dos. Es no desaparecer jamás ni volverse inmortal de ninguna manera posible.

La cuarta quizá podría quedar en tres suspensivos pero prefiero decir que sólo depende correr sin parar, de un extremo a otro y viceversa. Correr al derecho y al revés y extenuar al llano que jamás deja de correr sobre tu columna.

La quinta es convertirte en mono, así quizá podrías viajar hacia las estrellas sin necesidad de tickets ni gastos de envío.

La sexta es encender la luz.
 
La séptima es no encenderla porque la situación presente no lo requiere, no será necesario porque habrá algo más que hará brillar el momento. Casi perfecto.

La octava es dormir.

La novena es despertar. Despertar del sueño del mundo, del sueño que todos inmiscuyen en tu mente. Despertar y devorar al mundo y no dejarse devorar por él.

Y la décima, quizá la he pensado, tal vez no lo he hecho.

Azul violeta

Encontraremos la manera para hacer una gran explosión. Detonaremos toda esa dinamita que palpita en nuestras venas. Será entonces que consagraremos lo inmaculado de la vida que no existe o que se encuentra precisamente en el infinito paralelo, ahí donde la distancia no presenta límite como todas las ironías que derramamos día tras día con la marca del libelo en nuestras frentes.

El uso adecuado de cada entonación está marcado por el metrónomo al cual seguimos sin perseguir, mas, sin embargo, logramos concretar la sinfonía que resuena con el pasar de tiempo, mismo en el que tu titilante voz rechinaba en cada uno de mis poros, en cada uno de mis sentidos. Quiero ser esa parte que sostiene la daga mientras perfora cada alvéolo manchando al mundo de violeta, centímetro por centímetro. Quiero ser aquella aguja que indica qué dirección es la correcta mientras caminas al revés. Mientras dejas que la atmósfera consuma nuestro tacto irradiante. Mientras llenas la vida con remordimientos prosódicos y un poco de aventuras galardonadas antes los demás "presentes".

Eres aquello que persiste en cada soliloquio. Eres el principio y fin de cada una de mis peroratas interminables. Eres el galimatías inoportuno de la sensibilidad que suelo llevar bajo la piel y, ante todas las cosas, eres el devenir marginado que sigue corrompiendo lo mezquino que es crear caos. Volveremos como fuimos siempre, justamente en la manera y forma en la que llegamos a este deplorable mundo. Azules por dentro y fuera, desde las venas hasta el alma. Azules como grandes océanos vivaces que podrán guiar tu camino. Tan azules como la mancha de tinta que permanece difuminándose dentro del terciopelo carmesí que llevo en el pecho. Tan azules como la profunda noche menguada y articulada. Nada más será necesario.

viernes, mayo 03, 2013

Inocencia a flor de piel

Eso de la humanidad radica en los instintos. Es una mera manera de subsistir, viene de la mano junto a todo lo que la sociedad suele aborrecer. No es el hecho de creer tener el corazón henchido de bondad y misericordia. No. Va más allá del entendimiento del mismo Dios. Hablo del hecho de consagrar al ser con la naturaleza. Verás que no es tan banal como otros tantos taimados creen.

La inocencia que envuelve todo lo que puedo sentir corriendo dentro de mí, me ha mostrado cómo es que el mundo gira en verdad. Aprendí dónde converge y radica el origen de la humanidad.

Hoy por fin desapareció el último cabo amarrado a la incertidumbre, por fin desapareció el complejo estigmatizado ante la gran mente maestra. Por fin es que me encuentro sumergido en cada uno de tus latidos. Es entonces que pierdo la razón pero cariño mío, adoro que seas mi perdición.