lunes, junio 02, 2014

Más allá del final

Alguna vez fue que tuve los ojos henchidos de radiantes desesperaciones, de situaciones, de sensaciones, de vida. Con cordones desamarrados y camisas desabotonadas, con las manos sobre la cabeza y el corazón al filo de la piel. Con la sangre escurriendo por mis codos. Con el verde y el café de la vida. Con el bosque en el que pretendo perderme para no volver. Siempre con todo lo importante derramándose de mis bolsillos vuelvo a hablar ante ti.

Navegando siempre con el carmesí de los recuerdos aún latentes en mis impulsos. Navegando a la deriva, esperando justo al otro lado con brazos abiertos esperando sin expectativas ni escrúpulos. Nada de nimiedades ni un hatajo de cosas mezquinas irreverentes. Escribiendo sin versos, hablando sin rimas, renovando las esperanzas. Respirando y perdiendo todos los sentidos.

Giro mi cabeza, tan sólo un poco más, y es entonces que cada recuerdo mancha mis ilusiones, mis pensamientos. La tinta que surcó tus labios marchitos hoy de nuevo tatúa flores bajo mi piel. Sin dormir por pensar y perderme, por mera fascinación. Hablando de aquello que pudo suceder en vidas pasadas, justo cuando la boca se llena de palabras con elocuencia, con gracia, sin razón.

Esas son todas y cada una de las ideas que están corroyendo mis entrañas. Aún paso horas levitando mientras la atmósfera me consume lentamente. Sucede todo en un parpadeo, en un instante.

Y mientras las letras escurren por mis dedos, es que yo me quedo sin palabras.