miércoles, septiembre 24, 2014

Amarillo iridiscente

En un abrir y cerrar de ojos nuestras pupilas se perdieron. El color crepuscular quedó impregnado en nuestras memorias, en nuestros costados, en nuestras retinas. Las flores se derramaron lentamente mientras el brillo a nuestro rededor comenzó a esclarecer las ideas. Viejas conversaciones salieron a flote dejando cierta sensación escarlata en el ambiente. Las máquinas con ruedas ahora son parte del escenario y nuestra obra es magistral...

<<Comenzando siempre con la manos derecha (quizá la izquierda), y con sensaciones que recorren el ser entero dejando el hálito que escurre por la columna un poco más expuesto. Te fastidias de lo lindo mientras el estupor de la noche vuelve de manera taciturna sólo para hacerte recordar cuál es el color que se ve a través de su mirar...>>

Volvemos entonces al sitio donde comienza el origen del macrocosmos, y es entonces que la cosmogonía converge desde nuestros codos y escurre lentamente hasta que se tiñe de violeta. Llevamos sangre bajo la piel pero ya no importa más, pues el punto de salida está tan cerca que quizá no hay necesidad buscar. Llevaremos flores no sólo bajo las solapas de la piel. No. Las llevaremos en cada uno de los sentidos. 

miércoles, septiembre 03, 2014

Melancolía

Me embriago con la noche articulada, con el recuerdo de una vida morigerada y con los detalles extenuantes de tu cándida sonrisa. La luna, quien muestra su lado más rojo, es testigo de mi testimonio, de cada una de mis proezas. No hay gran divinidad y las grandes atalayas ahora quedan sumergidas y suspendidas dentro del océano. Pienso en ir a algún lugar donde no hay ritmo para los latidos, donde se pueden quedar todos los impulsos dentro de la nevera. Un lugar para no existir. Un lugar donde no hay necesidad de respirar, sino de prevalecer. ¿Por qué?

La mímica que palpita en mis manos ahora está un poco retorcida y cada letra que es arrastrada durante la buena jornada queda impregnada junto a la marca que ha dejado tu perfume, junto al recuerdo de tu mirada. Miro hacia afuera a través de la ventana y las nubes rechinantes me hacen querer explotar. El destello nocturno siempre ha de estremecer hasta nuestras ventanas, hasta nuestras almas. Y ahora mi piel erizada me muestra el camino de regreso.

Observo las marcas que quedaron arraigadas a las zuelas de mis zapatos. Miro entonces el nudo que está cargado sobre mi columna y hago calumnias irreverentes sobre una mala remembranza. Escucho sonidos atónitos que provocan el hervor en la sangre y respiro (por mero instinto) mientras me consumo lentamente y me desvanezco en tus recuerdos.

Soy parte de tus impulsos y de tus instintos, soy todo y soy nada. Soy la parte más marginal. Soy la parte mezquina. Soy ansiedad y depresión y llevo por nombre melancolía.