lunes, marzo 30, 2015

Políticas de Resignación

Malditas jodidas ironías, son el holocausto de la actualidad. Drenando y purgando, emprobreciendo los pensamientos mórbidos que surcan día con día. Remontando con reminiscencias perdidas cada una de las coincidencias y las casualidades que deberían y deben de prevalecer de manera perpetua. Sin embargo, hoy en día son sólo una vil bazofia, perpetúan lo efímero, lo mundano, lo banal, lo despreciable. Hoy, precisamente me encontraba leyendo las noticias de actualidad dándome cuenta de qué tan errado ha estado el mundo. ¿Dónde demonios dejaron el verdadero romanticismo? ¿Qué sucedió con la pasión?

Ya no hay marcha atrás, el mundo se carcome a enormes bocanadas. Se llena de mal aliento, de caspa, de mierda etérea. Pero creo entonces que no todo se ha tirado al drenaje. Aún creo ser capaz de remontar cualquier ser al cielo. Aún se puede ser parte del cosmos y del universo. Aún se puede partir rumbo al norte sin un porvenir en específico, sólo con la ferviente idea de vivir y respirar no sólo por instinto.

Me merma los pensamientos saber que no se comprende el concepto de hastío hacia la vulgaridad del mundo enfermo. Es por eso que mi cuerpo, precisamente en este instante, se ha convertido en un destilador, el más grande, capaz de evitar cualquier desperfecto de la realidad. Idealidad. Idealidad... He malgastado el aliento y los pensamientos cada una de la noches que paso en vela, suelo preguntarme cuál es el propósito de dicha mala jornada pero aún no tengo una respuesta perfecta para ello. He desgastado mi vida día tras día. He llegado al punto cumbre entre la tregua que existía entre la vida y yo, me encuentro hallado, situado, encontrado, maldecido y humillado.

Ya no hay una razón para hacer creer que el mundo tenga que girar hacia la misma dirección, he perdido los estribos y he resuelto por vez primera simplemente no mirar hacia ningún lugar. Seré aquello que los demás pretenden de mí. Seré todo lo que anhelan. ¡Al carajo lo demás! De esto se tratan las cláusulas que estoy estipulando esta noche, quizá no hay letras chiquitas como siempre se espera pero qué va, al final sólo son patrañas para enajenar las pobres mentes retorcidas.

Nuevamente estoy declarando de manera narcisista que soy el mesías y me importan un reverendo ardite si así es o no. Simplemente quiero llenar de escrúpulos aquello que todos los demás han desdeñado desde tiempos inmemoriales. Me atreveré a decir que aún todo está escrito en tus ojos. Me atreveré a declarar mis verdaderos pensares. No le temo a lo que puedan a llegar a pensar de mí. Soy tan contradictorio, cada día, y qué más da. Que se jodan todos.

Por hoy simplemente quiero hacerte sentir todo lo que escurre en tu nombre, eso mismo que me desgarra desde el interior. Quiero hacerte comprender el porqué de toda la mala melancolía, de toda la depresión, de toda la ansiedad. Simplemente quiero hacerte saber que de no ser así, sería cualquiera más. Quizá no soy la gran excepción, lo sé pero, sólo se basa en eso, va más allá de lo que se puede llegar a creer o sentir. En efecto, debo decir, que tú eres mi agonía, mis delirios, mis pensamientos, mis proezas. Eres intrínseca de manera perfecta.

Nuevamente te veo y te siento dentro, tan cerca, que creo que voy a explotar.

miércoles, marzo 25, 2015

Amnesia

Me encuentro de nuevo en medio de la hipocresía y la mierda que está corroyendo al mundo. Vivo viendo y observando la manera en la que esta sociedad se está cayendo como pedazos de tierra al acantilado. Sencillamente te puedes dar cuenta con la manera efímera en la que las cosas "importantes" se convierten en un jodida e irreverente blasfemia. Dondequiera que se mire siempre se encuentra lo mismo, un sinfín de porquerías mermadas, un hatajo de mentiras mórbidas y cuerpos transpirantes que pululan en las calles eternas como albañales. Siempre empiezo todo este ir y venir de mi mente diciendo barbaridad y media provocando a los intestinos de Dios, del hombre, del mundo. Mi soliloquio se convierte en monserga puesto que no hay nada más que sólo las palabras que están escurriendo por mis dedos, una plática, un monólogo para mis adentros, para tus confines. Recuerda que justo donde yo termino tú inicias y viceversa.

Las cuerdas resuenan como es de costumbre mientras las manos hacen de la vida un recuerdo que se lleva en el alma. Si tan sólo supiera entonces que justo en este momento estoy describiendo la manera en la que la expongo quizá me daría una buena bofetada o quizá me sujetaría hasta corromper la escena en lágrimas. No hay razón ni situación o entendimiento para esta mala manía de difamar. Me encuentro de nuevo bajo la noche articulada como es de costumbre siempre al final de cada temporada (o al inicio, sirven para lo mismo) y entonces declino todas las palabras en prosa que se postran dentro de mí siempre antes del amanecer. Despierto a media noche aún con todos los recuerdos de la agonía a la cual estoy y estás inmerso. Declaro ante los oyentes la manera que tienen de extirpar cada segundo de vida y derramarlo por la nariz, por los codos, por los ojos, por los pensamientos. No hay más.

Suelo preguntarme cuál es el porqué de esta mala melancolía pero las ideas sobresalen como colmena en celo. Los pensamientos se enredan en un manglar donde las raíces de las consecuencias siempre están sumergidas ante las miradas de los demás, y dicho así, entonces puedo decir que somos tan aparentes como para mostrar la verdadera cara a la sociedad. Es por esto que me gusta desnudarme y mostrarme sin cordón umbilical, no tengo límites ni restricciones ante nada, soy sólo un hombre que de nuevo aparece ante ti queriendo reír y comer y llorar y tergiversar al mundo. Me encuentro tan vivo y muerto. Respiro, por instinto y convicción y entonces escupo nuevamente. Soy parte de este deplorable mundo.

miércoles, marzo 11, 2015

Endrí

Te miro ahora mismo, desde este lado del precipicio. Miro tu semblante, tu perfil, tus agonías. Corre por mis venas la letra que esclarece los delirios mermados y mórbidos. Entumecen mis piernas, circula de nuevo el ácido. Me he convertido en tu dulce conciencia. Pertenecemos a la misma sinfonía.

Te respondo mientras estremecen mis pensamientos. Has olvidado que somos la diestra. Te sujeto y te sumerges en las ideas que derrocho por los oídos. Se postra ante tu mirada el manifiesto que ha de dar la respuesta que ha sido anhelada desde tiempos inmemoriales.

Te miro a ti en mí, a nosotros. Levanto el rostro. Está sujeta en mis manos la respuesta. Somos la mente maestra. Perpetúo en tus sentidos. Declino palabras irreverentes. Escupo junto a los demás presentes. Ellos se unificaron. Todos los ojos se volvieron uno mismo, el ser perfecto para toda la humanidad.

De nuevo respondo mientras caen mis párpados como plomo. Se sujetó a mí dicho manifiesto. Soy de tu mente y te sumerges en mí. Corrompes la escena marchita. Te escucho decir una y otra vez "Has olvidado quién eres.". He olvidado mi identidad, mi verdadero ser. Pero ahora lo veo resurgir. Somos constelación y estrellas.

De nuevo te miro, digo ante tu jodida semblanza que has olvidado el jodido sentido del agua fría, de la escala claridiscente que está en tu sistema. Eres indulgente, irreverente, imbécil. Niegas ante el ojo de los presentes el porqué de tu mala melancolía. Extirpo en ti el cáncer que se forma. Te recuerdo que tenemos la manera de alcanzar la perfección si tan sólo dejas de ser un cobarde.

El neurotransmisor falla nuevamente. Te veo y me veo. Te respondo mientras levanto el rostro. Aquellos que dudaron de nosotros se retorcerán en su propia porquería. Sostengo algo bello y lo destrozo de la peor forma. Lo amarro a mi coleto, a mi interior, a mis pulmones. Respiro mientras te desvaneces dentro de mí. Abruptamente construyo todo lo irremplazable. Entonces te acepto. Entonces me aceptas.

Por lo tanto, de nuevo te miro desde donde siempre hemos estados destinados. Estamos por encima de cualquiera que sea un arrogante malparido. Desde ahora y para siempre jamás estaremos solos. Carlos es mi nombre y sólo bastará con pronunciarlo para arrasar con toda la humanidad.

Ya no tengo respuesta, ahora sabes de mí lo que yo de ti. Mi nombre es Endrí y así como tú, soy otro huésped despreciado ante cualquiera más. Creamos esta imagen en el corazón. Ya es hora de tomar lo nuestro.

Despertó...

domingo, marzo 01, 2015

3 am

Dicen que la vida se ha de cuantificar de acuerdo a la cantidad de cicatrices que marcan tu cuerpo, tus piernas, tus brazos; que los recuerdos que estremecen se deben la escasez de monotonía, un asesino lento. Quizá, creo yo, la manera de mensurar no es la correcta. Hay marcas espontáneas que nacen y desaparecen al instante, sin rastro, sin dolor, sin sangre. No se trata de una jodida "metáfora" haciendo referencias irreverentes a tus vidas pasadas, se trata de algo más contundente.

Me gustan hilar y unificar el instinto con el impulso. El ser irracional que existe, la inhumanidad que se pierde mientras la maquinaria de tu cabeza está en piloto automático. Prefiero ser inhumano, ser pasional. Prefiero hacer mil y un cosas estúpidas ante los ojos de los demás, que ser parte del montón de badulaques que extenúan al mundo entero. Aún sé que soy capaz de ser quien remonte al cielo, que provoque evocar la melancolía color violeta que transita sobre/bajo tu piel. Y más, aún, prefiero tu voz provocando mis sentidos, acariciando mi escuchar, consagrando lo enclaustrado en la ciudad.

Llega la remembranza a mis adentros de mi piel transpirante y mis latidos al compás de tu metrónomo. Mis melodías acariciando cada parte interna/externa de tu ser... Cierro los ojos y vivo nítidamente [en la selva] los segundos del sueño que no dormimos. Camino, aún entre mi magín, al punto máximo donde puedo tocar el cielo con mi piel, con mis dedos. Suspiro en tu regazo mientras el clímax resplandece sobre tus pupilas, entonces, respiro...

Dicen que la vida se ha de cuantificar de acuerdo a la cantidad de cicatrices que se postran sobre tu cuerpo, de ser así, jamás conocerás una marca tan grande como la mía...