Ya sea que nos encontremos con las manos,
con los párpados, con las pestañas;
qué importa que parezca maña
si hemos de compartir veranos.
Ya sea que la distancia desaparezca
mientras nos volvemos cercanos, recíprocos;
qué importa el tiempo mientras tu piel toco
si hemos de esperar a que el sol aparezca.
Ya sea que pongamos tiempo, modo y razón;
hagamos un pacto, un buen trato;
qué importa el mundo, hagamos de tus sentidos un relato
si hemos de ponerle corazón.
Ya sea que de tus manos broten sinfín de veranos
distancia inexistente, reciprocidad presente;
qué importa si de nuestro relato el mundo parece ausente
si hemos de sentirnos; si por fin nos encontramos.