lunes, agosto 04, 2014

Descontrol

Aunque no entienda ni un sólo símbolo, seguiré queriendo que mi corazón palpite. Siempre hay una rara sensación, como si arrancaran todo aquello que es importante, y no sólo por el hecho de sentir y pensar que podría cambiar el girar de las manecillas del reloj. No. Quizá hay cierta inquietud en la manera perpetua, quizá el sentido está rotando de manera inmaculada sólo para entonces un día resurgir de nuevo delante del mar. Con el desorden de las luces brillantes alterando todos los sentidos. Con los momentos psicóticos donde las marcas quedan punzando mientras la sangre se oxigena con el ambiente. Quizá la vuelta ya está completa pero no hay quien para admirarlo y puede que el nombre sobre la arena siga escrito y aún no lo estén observando.

¿Qué se supone que significa todo esto? Hace tiempo que los soliloquios han estado presentes, con peroratas interrogativas y demás conjunciones funestas. Me pregunto entonces de nuevo cómo es que sucede, mirando al rededor sin vendas ni nada semejante. Se trata simplemente de observar mientras la situación aumenta. Hemos de perder entonces hasta la cabeza, pues el cuerpo será quien hable. Hablará con conversaciones por el tacto y por la piel. Entonces habrá semejante brillo como el que se aclama desde el espacio, tal y como el origen del cosmos. Junto a todo esto viene la fisionomía de cada sonrisa, de cada caricia, de cada proeza. Brillará tanto que no será necesario encender la luz.

He comenzado a seguir el camino que llevo entre las manos. Cada perfecta y aleatoria marca sólo con un propósito en mente. No hay marcha atrás dentro de el último girar, el más importante. Sigo pensando el llevar lo más importante y antes que nada, no debo olvidar amarrar los cordones de mis zapatos.