resuena una canción sin voz, sin palabras ni notas atónitas, el infortunio en el que el tiempo nos alcanza, es capaz de arraigar y desgarrar a base de ausencias y presencias
los días se quedan sin color y sin sabor, se han desprendido del deplorable hastío en el cual sólo existe una certeza
las noches se quedan sin vida y sin muerte, se han desprendido del brillo lunar
aún llevamos emociones tatuadas bajo la piel, sobre las clavículas; aún llevamos sentimientos rodando sobre las pestañas
lo impío crece de la melancolía, de las ganas de comerse al universo entero; los recuerdos de lisonjeo son arrebatados de lo lindo, traen consigo sensaciones que entrecortan cada centímetro de mi ser, llevan entrelíneas la incertidumbre de suceder y suplir
nos quedan las letras en las que codificamos nuestra existencia, las mismas con las que, a media noche y en plena obscuridad, me convierto en viento y consuelo nocturno
nos quedan los sentimientos a flor de piel, las emociones... y la melancolía