martes, diciembre 29, 2015

El Faro

"He muerto de manera perpetua, pareciera que no hay rastro alguno mío.
Espero que no sea así, al menos no del todo."...

Un trago amargo de vida, de presencia, de ausencia; uno para vincular mi piel con tu sangre y tu respiración. Uno más para no perder la tradición, para sentir el vuelco al corazón, al universo y a las estrellas.
Un trago amargo simplemente.

Siempre me pregunté a qué sabe el abandono, y no lo digo por lidiar con la soledad, no qué bah, siempre será mi llama favorita; pregunto el porqué del agujero negro sobre mi pecho y mi garganta. Me pregunto el porqué de ese vaivén irrefutable trazado a lo largo de tu mirar, del todo y de la nada.

Te llevaste mi último suspiro, mi último consuelo, mis latidos y mi respiración, mi invicta glorificación y la peor maldición.
Te llevaste las flores de mi piel y mi sangre.
Arrancaste de mí cada salida de emergencia. "Sigue respirando...".
Te llevaste cada caricia, cada deseo y cada recuerdo inexsitente.
Te llevaste mi alma de papel, mis latidos mecánicos.
Te llevaste cada estrago grabado con tu nombre.
Te llevaste la convicción, la destrucción.
Te llevaste mi último suspiro.
Mi último consuelo.

Te llevaste mi respiración y los latidos
de las últimas horas
y junto a eso
te llevas
nada.

martes, diciembre 22, 2015

El Hombre del Espacio Interior

Antes de crucificar mis memorias en las remembranzas del arte de la muerte a media noche debo consagrarte como algo impío dentro de mis pensamientos. He de enterrarte como el valioso tesoro que eres. He de marginarte y vulgarizarte un poco al anochecer. He de impregnarte con la tinta de mis venas antes de desaparecer.

No hay baladas para el desprecio y la enajenación que corrompe mis retinas, me hallo situado, me hallo encontrado. Te he perdido ante el oasis de desesperación, bajo Saturno y Venus y Júpiter y cada constelación y cada universo y toda la cosmogonía de tu mirar. 

Y ahora que quedó estipulado como marrullería fina haré una mescolanza de saberes y sabores, de claro y oscuro. Claro que sí...

Hablé de ausencia y presencia,
de una bella manera de corresponder,
de abandono e indiferencia 
inmaculada antes de desaparecer...

Hablé de tacto etéreo, de utopías, de constelaciones y galaxias, de la inmortalidad en tu piel y en tu sangre, en tu respiración.
Hablé de los viajes al norte y las tres deidades atiborrando palabras a raudales sobre las flores, bajo las solapas de una llama de acetileno, de la infinidad finita grabada en tus ojos.
Hablé sin cesar, por los codos y por las palmas. Por los párpados.
Hablé con la mano sobre la cabeza, con el corazón en la garganta.
Hablé en un minuto y dos y en tres.
Hablé de la falta de comprensión.
Hablé de la ausencia de razón.
Hablé y hablé y hablé...

Miro de nuevo la ventana, el recorrido y aquellos días de ingenio, reitero la razón omnímoda que no comprendes/comprendo, "sigue caminando, no te detengas" repito una y otra vez y respiro para desaparecer, para prevalecer.

No basta con sentirlo, hay que oírlo, probarlo y desazonarlo. Hay que mirarlo con ojos cerrados y párpados henchidos.
Hay que hablarlo por la piel y por el tacto. Mantener conversaciones...
Hay que sentirlo con los pies sobre el aire y la razón sobre el corazón...
Hay que vivirlo. Por lo pronto partiremos mañana... Mañana...
Mañana...

miércoles, diciembre 02, 2015

Un Buen de Cosas

He hablado de razones, de compresión, de juicio y de realidad. Lo he hecho al atardecer, al anochecer, a la una y a las dos, cuando las horas frías acarician mi piel y mi espalda, cuando estas detienen el tránsito de mis venas. He hablado una y un sinfín de veces aún a expensas de no obtener respuesta, de dejarme envolver por el estertor de la media noche. He hablado con el corazón en las manos, con el alma de frente. He hablado simplemente. He hablado y he cantado al Ecuador.
Debí esclarecer las políticas de resignación para cualquiera que se ha de definir a través del tiempo y del espacio, de la atemporalidad de la esencia y la cosmogonía que se advierte en su mirar.

Sigo hablando sobre dichas políticas tratando de persuadir a cualquiera, tratando de hacerlo al derecho y al revés mientras sigo pensando en el sonido del viento y en los suspiros que corren y fluyen con él; y lo seguiré haciendo sin lugar a dudas. He de hacerlo aunque le den la equivalencia de un ardite, aún a sabiendas de perder mientras, y con el dolor a flor de piel, arranco las flores que yacen bajo mi piel, las mismas que se difunden en mis glóbulos en donde han de sustituir cada grupo principal en busca de la florescencia natural plasmadas en ellas. Jamás olvidemos que son moradas, que huelen a melancolía y que florecen al filo de la media noche.

Me atrevo a decir que estoy presenciando la catástrofe y la cura, y no sólo por el hecho de cada canción que está sonando a mi rededor. Estoy sosteniendo la vida misma. He dicho con anterioridad que no basta con sentirlo, hay que olerlo y probarlo, hay que volverlo parte de uno mismo para ver más allá, para encontrar el color de la sinfonía, para encontrar el ritmo y el tiempo del metrónomo al cuál nos estamos arraigando. Lo he dicho con anterioridad y la única inmortalidad que deseo es la que estoy creando en tu mente, en tu piel y en tu sangre, en tu respiración. 
Me estoy difuminando en todos tus sentidos y me convierto en polvo estelar. Soy yo el universo mismo... Adoro el universo sobre tu espalda...