viernes, julio 20, 2012

Rojo Carmesí

Te veo cerca. Te siento dentro. Vivo en un mundo de ilusiones y confesiones agravadas, pero no encuentro el modo perfecto. Pretendo conocer más de ti. Que tú sepas más de mí. Que contemples un poco de "nosotros".

Tengo tanto que mostrar si te atreves a tocar mi piel. Si te atreves a mirar con los ojos cerrados. Si te atreves a buscar las flores que yacen bajo mis solapas, entonces descubrirás que llevan consigo olor a melancolía. Encuentra mis impulsos, hace tiempo los dejé olvidados en la nevera. Una nevera que envié hasta el otro lado del mundo sólo por jodido error. Y una vez que esté a tus pies saca la parte enterrada. No prometo que sea como el arcoiris pero sé que será igual al color del paraíso.

Te veo y te siento dentro. Puedo admirar el carmesí. Tu carmesí. Me pregunto cuál es su aroma. Su sabor. Quizá persista más de lo que puedo imaginar. Más de lo que me permite la razón de mi comprensión. He visto la parte exterior. Brilla como el rojo amanecer.
Pretendo conocer tu anochecer.

Miraré en tu ocaso para enajenarme de lo lindo. Llenaré mis recuerdos con halagos y recitaré versos. Susurraré  palabras encandiladas  en tu regazo. Tan cerca que nada más será necesario. Tan dentro que brillaré con el filo de tu alma.

Te veo y te siento dentro. Tan cerca que voy a explotar.

martes, julio 03, 2012

Réquiem

Y sin embargo tengo la necesidad de pensar en ti. No tengo y no pretendo escudriñar mis pensamientos retorciéndolos con la reminiscencia en que te has convertido, vamos carajo, soy débil pero tú eres fuerte y viceversa. No es hora de resolver la vida con bajos pensamientos mundanos. No. Hoy y sólo por este momento quiero darte las gracias por haberme dejado ahíto del mundo y su desfachatez con la que se contonea día con día pero te diré que jamás fue suficiente. Y ahora con dicha sensación de agujero negro en mis retinas quiero exclamar por un poco más, esa ausencia del sentir malgastado es prescindible para hacer girar las manecillas azules de mi reloj. Necesito corromper el tiempo y el espacio con la jodida abundancia. No me basta socorrer al andén de la inmundicia afinada a ti. No me basta con pasearme junto al jardín de flores terciopelo para olvidarte y recordarte. Mis pensamientos arcaicos convergen en ti. Donde la gente apilada de manera inexacta se postra alardeando y pavoneándose cual elder en su vida dominical. Y si me dan el permiso una última vez de recorrer a ti consagraré lo más inmaculado que el mundo haya visto. No habrá medidas a base de mecías cambiando el mundo mas que yo. Afinaré una última vez sólo para ti y delante, junto a ti, con el corazón en la mano y el alma de frente, te daré la espalda.

Entenderás entonces el por qué de mi devenir de una manera tan auspiciada por la noche triste y marginada. Mezquina persona eres y morirás con dicha marca en la nuca. Asimismo sabremos que todos tenemos una marca de nacimiento. Unas más marcadas que otras. Unas disfrazadas y pintadas. Otras negadas y olvidadas. La mía es tan grande que puedo verla con sólo girar mi piel. Con sólo arrancar cada pétalo de las flores que yacen bajo ella. Y cuando se pierde el color violáceo que está en ellos, es cuando brilla para dar palmadas de libertad en mi espalda. Ahora regreso al lecho de libertad que tengo y que disfruto como cada palabra arrastrada tras estas líneas. No necesito más ejercicios mas que arrastrar y arrastrar. Encandilar palabras al aire. Al viento. Al sol. A la luna. A la marea y al mar que está en bajo el folículo de mi cabello. No necesito nada más.

Y tú vienes a mí con palabras dóciles y bonachonas sólo para arraigarme a tu tacto. Sería tan perfecto si tuvieses la manera perfecta de tocar mis impulsos. Si supieras arrancarme la piel de un sólo bocado. Si tan sólo si poseyeras la gracia de sucumbir cada mala palabra que pronuncio. Entonces el mundo migrará a otro lado. Sólo así encontraría el verdadero sufrir.