Eres cada gota de inspiración que circula por
mis venas. Somos partes homogéneas que se mueven al son del anochecer, con
canciones recónditas llegando a lugares dentro, tan dentro que podríamos
requerir más de una sola lámpara para vislumbrar siquiera un poco de piedad.
Las cosas siempre van de la mano de el pacto etéreo entre la dulce agonía y la
marcada melancolía.
Escribo siempre sin siquiera saber cuál es la
manera correcta para pronunciarlo. Es libelo, de ese que escurre desde los
codos hasta la punta de los dedos. Se escurre tanto que podría abrazarlo y
entrelazarlo con tan sólo estirar los dedos meñiques. Como la pista de baile
que resuena para mis adentros. Como las gotas del delirio a cual nos hemos
visto inmiscuidos. Siempre con maneras perpetuas, donde estamos presentes,
estamos ausentes, estamos sin ser.
Somos mórbidos e inestables y siempre nos has
gustado permanecer. A todos nos gusta permanecer de alguna manera y la mía
siempre es de las formas más raras que podría haber. Caminemos entonces hacia
la incertidumbre, no necesitamos de boletos de ida y vuelta para poder andar
así. No necesitamos nada más que aquello que quepa en los párpados. Aquello que
pueda derramarse cuando sea imprescindible.
Las cosas siempre aparecen como elementales y
complementales. Sólo puede haber dos clases de rasgos, una especie de jerarquía
finita y monumental. De tamaña magnitud que no alcanzaría la imaginación de
toda la sociedad para comprenderla. Se necesita un magín irreverente y una
desdichada cordura que es capaz de arrasar con la vida morigerada que está aquí
y ahora, a cada instante, en cada momento, en cada recuerdo y en cada olvido.
Me gusta recordarte y pensarte, perderme en
ti. Adoro esa mezquina y marginada manera de regresar siempre al origen en
donde hablo a mi conciencia. Eres y serás. Estarás tantas veces como sean
necesarias. Me sigo preguntando con la mano sobre la cabeza y la cabeza sobre
el alma, sobre el corazón, cuándo volveremos a consagrar algo inmaculado.
Siento que he llegado al punto sin retorno, donde la marcha atrás no es una
opción. Estoy al borde extremo donde vuelvo a imaginar mi verdadera revolución.
Ya sé que siempre me la paso hablando de una
revolución pero, eso, es porque esta llegará. Arrastrará todo y dejará al mundo
de cabeza. Llegará y entonces todos sabrán que aquello que he de estar blasfemando
antes de dormir tendrá por fin su verdadera razón, porque todo ha de tener una
buena razón.
Llegará en todas direcciones y sentidos.
Llegará justo al filo de la media noche, con las demás conciencias
enclaustradas quitando así la venda que está impregnada en el sentido común de
la sociedad. No habrá nada más que dicha revolución y para cuando llegue,
estaré listo, tendré todo lo elemental y lo complemental. Tendré cada detalle
ensamblado de manera homogénea y heterogénea. Llegará la guerra y junto a ella
la bomba que detonará el clímax de toda la historia.
Crearé tal revolución que la línea del tiempo
comenzará a tener una nueva era. Un nuevo resurgir donde los entes habitantes
que queden en nuestra nueva Tierra serán animales irracionales. Estaremos entonces…
Estaremos como ahora, juntos, atados con el
alma y sujetados con las palmas porque he dicho desde hace ya mucho tiempo,
eres tan irremediable conciencia mía…