jueves, marzo 26, 2020

sensación del pecho al respirar


se me oprime el pecho al respirar, cuando advierto el resabio resentido de las malas decisiones, cuando suspiro en silencio mientras el filo de la noche acaricia mi piel
se entrelazan alrededor de mi cuello las reminiscencias mostradas como postales del 54 anundándonse en seda y satén sin dejar de lado la corbata sobre la garganta

se me eriza la piel y el tacto, cuando minimizo el aroma sutil arraigado a los recuerdos; cuando, a parpadeos e instantes, sueño con avidez la catástrofe y cura consagrándose a tientas y en plena obscuridad
la naturaleza del miedo compagina con la brisa que rodea mi cabello, la punta de mis dedos sostiene suspiros y desvelos, éstos,
me preguntan si recuerdo las rosas que se postraron bajo mis palmas y las cobijas de luna llena

la danza nocturna sucumbe ante la pesadez de la dicha banal y la gloria putrefacta que se consume sobre el ocaso de sombras y palabras al cual nos hemos visto inmersos durante el verano y el invierno;
la danza perpetua se postra sobre tu espalda, tu regazo y tus clavículas, se esparce sobre los poros, los impulsos y los posibles momentos suspendidos

los instantes donde se añora ser parte de un desvelo o un consuelo antes de dormir recaen sobre los momentos suspendidos donde, sobre tus clavículas, busco la gloria bajo mis labios, bajo mis palmas;
las rosas surgen al tacto del desvelo, al parpadeo de la piel erizada con esa sensación de tu(s) recuerdo(s) al anochecer, con esa sensación que oprime el pecho al respirar