jueves, octubre 21, 2021

Minutos y silencios

Las noches llenas de nitidez colapsan cuando los fractales se graban sobre mis brazos, cuando el trayecto sin rumbo fijo ni dirección se arraiga a la melancolía escurrida dentro de mi ser. Las palabras sobrantes rebosan en mi magín, recorriendo mi garganta y pecho hasta la punta de mis dedos, hasta los minutos donde de mis manos brotan sensaciones al tacto. Los días transcurren al ritmo de las nubes y el cielo, al son de los instantes donde nos pertenecemos.

Tiempo entrelazado a la sinfonía carente de orquesta, las horas mágicas resuenan en cada centímetro de mi ser rememorando y evocando hastío, abandono e indiferencia en el vuelo de la mariposa, la luz que se postra sobre sus alas ha quemado hasta lo más mezquino; olvidé sentir. Ahora que las hojas caen y se enredan en mi cabello recuerdo la sensación de otoño, la caricia fría que entra a raudales por la ventana, por mi alma; ahora que las hojas escurren con tinta de vivencias y recuerdos, vuelven a mi el universo y las estrellas de más allá.


Hablé de lo grabado en párpados henchidos de amor, esos mismos donde las pestañas fueron parte del solaz utópico en el que acorté  tiempo y distancia, hablé del complemento y cada girar inmaculado añorado en una vida distante, distinta, diferente; hablé de la inevitable sensación de vacío tras dejar los latidos, al ritmo de luces, en la nevera esperando por  ese fuego capaz de consumirlo todo; hablé y hablé, lo hice hasta que las palabras se agotaron, hasta que las lágrimas se convirtieron en sollozos bajo la luz de la luna. Hablé, hablé, hablé.


Las manos tiemblan, transpiran sensaciones que no caben en ellas ni en los tragos de vino y olvido. Ausencia y presencia, minutos y silencios; nubes, cielo y un poco de lluvia.