domingo, noviembre 17, 2019

y el firmamento

El sonido consume conforme el abandono recae sobre las melodías nocturnas. Termina la sensación de muerte y compromiso, los sentidos responden al vacío. El vino carcome al color de la vida y las heridas carmesí, el dolor recae sobre las sinfonías.

La alegría se arraiga a la primavera de la melancolía. Se destrozó el vínculo entre las canciones y el corazón; mueren los latidos y la pasión.

Si suena, todavía, el desvelo del corazón, la vida se encuentra con el placer; con las estrellas, la luna y el firmamento.

martes, noviembre 05, 2019

Envuelve la noche

La noche me envuelve mientras de mis manos y dedos escurren letras, dígitos; 
me envuelve mientras mi piel susurra al viento preguntando por tu desvelo. 

Mis piernas, mis pies... mi ser entero se estremecen al unísono de los latidos de ausencia;
mi ser entero nace y florece en el olvido, en el consuelo.

La noche me envuelve mientras estiro la melancolía anudada sobre mi espalda;
me envuelve mientras busco a tientas, a expensas de la soledad.

A ojos abiertos he de conocer por verdades y mentiras atadas a la superficie;
a ojos cerrados he de conocer a tientas, a ciegas y en plena obscuridad.

martes, septiembre 24, 2019

Incertidumbre

Los climax de la vida convergen con la transición y conjunción de experiencias y algunas reminiscencias mórbidas atravesando el magín. Recaen sobre los hombros y los párpados, sobre la espalda junto a las flores moradas enterradas desde el origen de la vida y el tiempo. Las memorias se arraigan a la esencia de lo genuino y lo real, ahí mismo donde encontramos sofoco y hastío por el mundo y el universo, donde la inmundicia sería capaz de enternecer una ternera putrefacta. La traición y el cinismo carcomen el cáncer chapado sobre los días y sus cloacas respectivas. Abandono y desdén, impío, se arrastra sobre las palmas y el saludo taimado, sobre todo lo que no se puede ver, lo intangible, lo etéreo.

Si bien he dado vueltas un sinfín de veces, jamás percibí sensación alguna de terror a la hecatombe con la que despertamos, con la que dormimos y soñamos ; esa misma que trasciende a las realidades en las que nos encontramos con los ojos cerrados, con la justa glorificación de ser el primer recuerdo al despertar. Las manos tiemblan y el pulso se acelera conforme los ritmos invaden mi alma, la época futura parece un recuerdo lejano, los matices y contrastes de los días llenan de melancolía hasta lo más banal.

La noche aguarda, espera con la inquietud de llevar tu alma a dondequiera que se le dé la gana. Despertar en Venus o no despertar, las ideas, cual colonia de mariposas, rebosan persuadiendo a todo lo que se le cruce, convirtiendo a los rascacielos en máquinas de velocidades, llevando el ópalo y el carmesí sobre troncos latiendo, sobre el árbol de las memorias. Pasa el tiempo, he vuelto a nacer, y aún no comprendo el contexto que llevo dentro.

miércoles, agosto 07, 2019

León y tigre

Donde la vida llama
donde la vida crece
donde la muerte hace
de la soledad una flama.

Donde te veo y encuentro
donde te pienso y pierdo
es donde concuerdo
que te llevo dentro.

Donde nos consume la ausencia 
donde me convierto en olvido
es donde me he convertido
con avidez por tu presencia.

Donde la muerte nace a medio verano
donde la muerte nos consumió noche
donde la vida parece reproche,
donde te tengo y no.

domingo, julio 21, 2019

Far far away

Habríamos de volar la noche entera, creando y colisionando entre las estrellas; bailando y remembrando la caricia y el tacto, las manos y el alma entrelazadas. Habríamos de ser parte del tránsito sanguíneo y de las conversaciones habladas por la piel, habríamos de rematar el celo y el miedo hasta olvidar nuestros nombres.

Habríamos de remontar al ser mismo, puro y en esencia, hasta que la noche nos consuma <nuevamente>, habría que hacerlo al filo de la media noche, a media luz y plena obscuridad, antes y después del llanto, antes y después de la realidad; habríamos de llegar tan lejos como el cielo lo permita, antes y después de perderse en la utopía del sí y no a la vez.

Habríamos de hablar de los encantos más profundos, llevando los impulsos hasta la punta de los dedos, hasta el inicio de tu espalda y la mía, hasta que nos convirtiésemos en una extensión del otro, un cuerpo y un alma vivaces; un canto y un llanto taimado, taciturno, perpetuo... irreal.

Habríamos de colapsar las memorias mórbidas, explorando el universo desconocido, la cosmogonía que se palpa sobre tus clavículas, el Venus y Marte que rodean tus caderas; el océano y el mar escondidos entre el relieve de tus labios; habríamos de encontrar el origen y el fin del universo en el beso en el que nos abandonamos... Tan lejano de la realidad y cercano de la distópica realidad...

martes, julio 16, 2019

Noche perpetua

Y si el alma trasciende, que sea sobre tu piel y tu tacto, sobre tus impulsos y los míos acordes a nuestra piel y el relieve de tus labios.
Que la noche nos invada y que las luces del resplandor esclareciente concuerde con las manos entrelazadas.
Que la noche nos haga parte de la obscuridad y que las estrellas nos vuelvan parte de la inmensidad infinita del universo; hagamos la noche y nosotros a ella; hagamos de la(s) velada(s) recuerdo(s) afines a la media noche.

La noche vuelve a encenderse, la búsqueda perpetua ha de colapsar en el momento en el que por fin nos encontramos, con notas afinadas al metrónomo de mis latidos y con sensaciones escurriendo desde los codos hasta la punta de los pies.
A ciertas horas se pierde la noción del tiempo, perderemos la razón; y si nos olvidamos con el alma de frente, qué importa si las manos mantienen en sus palmas sangre y gloria.

Hablaba de desgracia, del aliento antes de dormir y de precisar el tacto etéreo, menguado y lánguido que ha de sucumbir ante las pasiones suspendidas, ante las cenizas que remarcan las huellas de vidas ancestrales.
Hablaba del respiro al despertar y de la tragedia que corrompe los instintos donde te busco, donde te pierdo. Donde te tengo y no.

Entonces me encuentras, entonces te encuentro...

sábado, julio 06, 2019

1954

Si he de declarar fé hacia algo, lo haría retomando sensaciones, momentos e interacciones genuinas. Lo haría refiriendo todo a la presente necesidad latente de querer contentar al mundo entero, lo haría con la misma vehemencia a la que aclamo muerte a la noche. Hablaría del hatajo de cosas que corrompieron nuestros sentidos, nuestros impulsos; llenaría de melancolía el morado compartido que yace bajo flores, sangre, palabras y piel inexplorada. Hablaría de Venus y Marte; de la hegemonía del mundo y el universo; lo haría en silencio mientras me desvanezco.

Compartiría inexorablemente cada proeza vivida, cada reminiscencia olvidada; haría de la vida equilibrio...
Fluye sin detenerte, respira, recuerda y olvida... resplandece...

A veces es imprescindible vivir días en el fondo del océano, saciar el tormento, recordar los respiros después del coma; creer en la oda perfecta que se ha creado.
A veces es imprescindible evocar las sensaciones correctas, difuminar palabras bajo los artificios correctos.
A veces es imprescindible y, otras tantas, no.

viernes, mayo 24, 2019

Instantes correctos

De las manos se me ha escapado la certeza del arte de la muerte a media noche, mis manos y mis párpados decaen al ritmo en el que la noche me consume, en el que la vida me lleva a ser cenizas en el viento. Los latidos resuenan sobre el alma, el corazón se estrecha hasta que la noche colapsa; de respiros se trasciende.

De ojos cerrados se camina sobre el agua, sin vendajes anclados a las marcas de nacimiento, de párpados henchidos y pesados es como llueve. La avidez por el decir sí y no a la vez se arraiga a la desnudez con la que colapsaría el universo mismo, la misma con que se consumiría una hegemonía trascendental; si el tiempo existe, los recuerdos y las memorias se convierten en melancolía y frenesí.

La noche acaricia la vida mientras los sueños suspiran sobre los conscientes, mientras se ignora el entorno conocido y se es parte del cielo y del mundo, del aire y de cada elemento; del universo mismo. La vida acecha las caricias perpetuas que amarran sabor y olor a la piel, la vida se acaricia con la noche mientras seguimos fluyendo a través de los instantes correctos.

jueves, marzo 21, 2019

Universo distante

En tus ojos se esconde un universo oculto y menguado, capaz de crear y colisionar, capaz de extender su existencia hasta mi presencia. Tu piel, tus manos, tu tacto, conforman las galaxias esperando ser descubiertas, anhelando los impulsos de que han de generar las yemas de mis dedos sobre todos tus sentidos.

De noche y bajo la luna es como se añora la reciprocidad, con palmas abiertas y el alma de frente, con las ganas de reescribir la vida y sus porqués sobre tus ojos, sobre tu piel y tu sangre. Los impulsos que transitan mis días corroen la avidez con la que te imagino a tientas, a ciegas, en plena obscuridad, con el tiempo roto y los recuerdos forzados fluyendo a través de la respiración, de la voz que conformamos y conformaríamos con un trago de vino a labios cercanos.


Distancias inexistentes, parsimonia y fervor engullen en mis entrañas y mis pupilas; el aliento decae, las manos tiemblan mientras la vida transcurre hacia todos sentidos, si he de hablar y corresponder con el universo, entonces he de ser explorador y astronauta para proclamar y profanar el firmamento que, inmaculado, nos espera.

lunes, marzo 11, 2019

Delirios

Receptor de sensaciones, la piel que abandona prescinde de la vida,
del alma. La ausencia que acaricia lo que de ti queda, 
me conlleva a no saber pronunciar palabra alguna, 
a olvidarlo todo de mí, 
desde estos pequeños atisbos de realidad, 
hasta el respirar abrupto del estertor nocturno, 
seguido de espasmos y dolor en el pecho.

Me parece tan absurda la idea y avidez de la mente por querer confeccionar el universo y su entrañable creación; 
me parece tan absurdo, jodido y soez, 
añorar los buenos tiempos que pudieron existir.

Pintando los días carmesí, la sangre circula y aprisiona, 
desde la más angustiante soledad,
hasta los delirios que velamos  en desvelos obligados.  Cerrar los ojos es, también,
una manera de desaparecer, 
de quedarse a solas y en calma. Abrir los ojos es la forma más parecida del despertar, 
de fluir...

¿Y quién no se siente parte de olvidos?

viernes, febrero 01, 2019

Temporada

La sensibilidad sobre las palmas es la que nos hace percibir calores y sensaciones que provengan de otro tacto.
De poder hablar(te) con dicha sensibilidad, con dicha veracidad, habríamos hecho ya del firmamento nuestro mapa predilecto.
El mundo se sincroniza con el ritmo de la sangre que corrompe y asegura el origen del universo; la misma que transita a razón de sensaciones, y ciertamente algunos nombres.

Hablé de la manera en la que se puede llevar marcado el nombre en el corazón, de la manera en que, con el corazón en las manos y el alma de frente, se sujeta uno a la incertidumbre.
Las copas caen sabiendo que la lluvia carmesí manchará la base del mundo.
Entonces la vida trasciende.

Que se forme un diálogo interminable en el que se trata la manera en que habría(mos) de sujetar(nos) al aire.
Cara a cara, ser con ser; con el alma entrelazada y la extenuante muerte de la temporada. 
Que se creen memorias donde consagremos lo impío, lo inmaculado.
Con el tacto a flor de piel, con los latidos al ritmo del viento.


El cuerpo reacciona, los párpados caen mientras tu mente se nubla con tormentas, con la necesidad de calma. Respirar para vivir, para morir; los latidos se aceleran mientras piensas en la lógica de un sueño, mientras permaneces en mis pensamientos.

jueves, enero 24, 2019

Perspectivas

Terminar con manos al cuello, sea por arrebato o sólo el hastío perpetuo que se convierte, día a día, en el pasatiempo favorito. Las manos tiemblan y estremecen conforme la sangre recorre el cuerpo a raudales, subiendo lentamente el desenfreno. Los ojos vuelan dispersos buscando encontrar colisiones, sean labios o planetas,  dándole sentido a la muerte.

Existe un delgado trecho entre el pecho y los latidos, estos conllevan ritmos y palpitares al son de la media noche, al metrónomo de asfixia y primer atisbo de realidad. Cerrar los ojos sólo para desaparecer, convertirse en cenizas mientras el tiempo se detiene; cerrar los ojos para despertar, para olvidar.


Al final se percibe el último entorno conocido, los pies desfallecen. La ligereza del aire te sujeta por el alma, te vuelves uno con el viento... te desvaneces ...