De saber cuál es la manera correcta para preservar los instantes como más que estragos y frenesí inconsmensurable, lo habría hecho en frascos de bolsillo o quizá en tan sólo un gotero, lo habría hecho con los ojos cerrados y con palmas abiertas, lo habría hecho con el corazón en las manos y el alma de frente esperando no sólo desaparecer.
De saber cuál es la manera correcta para preservar los momentos y los instantes comos más que esos cinco minutos antes de dormir o ese tiempo del día, lo habría hecho dejando fuera los suspiros largos, lo habría hecho denotando la conversación que se sostiene con la mirada y con el tacto, lo habría hecho a través de todas y cada una de las constelaciones sobre mí gritando tu nombre...
Mas, ahora, me parece inevitable (como bien aprendí de ti) no preservar todos y cada uno de ellos a razón de recuerdos y catársis de emociones y estragos y frenesí incomensurable y los cinco minutos antes de dormir y ese tiempo del día... Me parece inevitable el vuelco y la sensación en garganta... Me parece inevitable relacionar la música a ti... Me es inevitable no pensar en tu mirar. (Me es inevitable desaparecer y volar.)