miércoles, diciembre 24, 2014

Banquete de Noche Buena

Afable desprecio y repulsión hacia el mundo. El mar de arenques badulaques corroe mis entrañas. Me encuentro en el lugar más recóndito de la gran ciudad, tan lejos de mi destino. He de levantar el rostro para despilfarrar marrullería finita grabada en sangre bajo la piel. La agonía, el cáncer y el delirio de la sociedad escurre a través de la ventana y nadie es capaz de limpiar semejante lindura. Estoy constipado de sensaciones, mi cuerpo es una puerta sin cerradura hacia la incertidumbre. Miro y observo la mala manía de caminar mientras las esperanzas se desgastan bajo las suelas de los zapatos. Critico esa mala racha de derramar los sentimientos por los codos, por el alma. Si miro hacia la izquierda puedo contemplar la llama de acetileno aún incandescente.

La conciencia pusilánime de aquellos quienes se jactan de grandeza está chapaleando por todos lados. La lluvia cae a torrentes mientras mis reminiscencias y viejas memorias se empañan con tu aliento de haraganería <porque has de saber que la vida no se mide en la cantidad de espacio que puedas abarcar en el cosmos>. De nuevo siento la jodida necesidad de circuncidar la mierda que cargas sobre tu espalda. Es entonces cuando te darás cuenta que esa gloriosa fascinación hacia lo más mundano es como una erección permanente, a tal grado, que te vuelves priápico. Cargas con un dolor corrompiendo la entrepierna. ¡Qué bonita ironía!

Estoy al borde del abismo, declinando y escupiendo libelo delante de Dios. Le pido a gritos que desaparezcan los antiguos círculos donde alguna vez perdí el uso de razón. Miro de nuevo su rostro exigiendo ser colocado en el plano al que en verdad estoy destinado. Al plano al que fui asignado. Una última vez estremece todo el auditorio presente. Hacen acto irreverente rasgando cada uno de mis poros... Los aplausos aturden mis sentidos y mientras cierro los ojos, comienzo a navegar hacia Noruega...

martes, diciembre 23, 2014

Instinto

¿Tragedia? ¿Por qué precisamente una tragedia? He llegado a la conclusión de que el mundo no se mide de principio a fin, ni de norte a sur o de oriente a occidente. No hay forma correcta de saber cuál es el orden correcto de la cosmogonía y hegemonía y fisionomía y fisiología de la vida. Quizá lo hemos estado haciendo mal desde siempre, quizá no.

He despertado del sueño eterno (no será la primera vez). Sucedió en un instante, en un parpadeo. Sencillamente abro los ojos y el atisbo de realidad de una velada taciturna aún escurre por mis mejillas. Me levanto aún esperanzado, imaginando que el mundo no está al revés. Que no existen los humanos y que sólo soy parte de una vida inimaginable, utópica. Que estoy lejos de la gran ciudad. Que por fin (y mera enajenación) he liberado a mi animal interior, el mismo que está enclaustrado en mi pecho, en mi respiración, en mis latidos. Que he olvidado la forma correcta de vivir. Me he convertido en instinto.

Tengo esta rara manía de pensarte como todo lo que no podemos ser. Ya no importa si te menciono de alguna forma. Estoy ahora aquí con un gato ronroneando sobre mis sentidos, sobre mis pensamientos y delirios. Y entonces, nuevamente, caigo en el sueño eterno...

Después de todo, he vuelto a abrir los ojos recapitulando cómo ha sido el menguar de la noche articulada imaginando para mis adentros el orden y el origen del "todo" de la cosmogonía y la hegemonía y la fisiología y fisionomía del universo. Encuentro la razón que ha estado desde siempre... Quizá lo he estado haciendo mal desde que tengo uso de razón, quizá no...

sábado, diciembre 13, 2014

Noruega

Despierto siempre antes de que salga el Sol con estragos en los recuerdos. Rememoro aquellas conversaciones que tienen quizá poco menos de un año. Aún llevo arraigado a mi tacto y a mis pupilas todas y cada una de las efímeras situaciones que se creaban lentamente. Más aún, recuerdo el dulce retinar de tu voz acariciando mis oídos. No tengo maneras de creer, ser y existir al mismo tiempo. Lo único bueno que podría alardear para mis adentros es que sé decir sí y no al mismo tiempo, mientras me complemento con las melodías atónitas que divagan en mi memoria. No tengo más formas para saber que estás sin ser. Y es entonces por dicha omnímoda razón por la que de nuevo es que me encuentro justo como llegué al mundo. Quizá siempre estoy hablando de revoluciones y guerras internas. Lo sé, es ridículo. No tengo problemas en aceptar qué tan imbécil puedo llegar a ser, por el contrario, si sé que lo hago del carajo me río y lo disfruto. Veo mi mirada retratada en tus memorias (que quizá no existen) y me mofo de mis propios delirios y agonías. Me minimizo por tal o cual "valor" que tengo. Me veo nuevamente y grito a carcajadas "¡Pobre miope!". Me vale un reverendo ardite las noches taciturnas en las que me desvelo recordando y arrancando las flores de melancolía que están tatuadas bajo mi piel. He decidido que no soy ni seré escritor, lo que yo hago es un canto (así como dijo alguna vez él), y justo ahora mismo estoy cantando mientras escupo en el rostro de Dios.

No tengo miedo alguno en esta vida, no merezco tenerlos. Me da lo mismo. Sólo tengo que confesar que lo único por lo que no quisiera irme al infierno es por tener una memoria llena de remordimientos. Sé que es la manera etérea de vida amancillada morigerada a la cual estoy amarrado y pendiendo como un hilo sin hebras de hierro. Aún hay cosas que no me atrevo a decir, y no es por fascinación o enajenación, es sólo porque aún quiero callar cada uno de mis silencios. Es entonces por lo que estoy aquí, porque la mejor manera de expresar el silencio es con palabras y letras y libelo que sólo se puede escuchar en la mente. Son como los lamentos de mi vida sordomuda que está circuncidando la vil bazofia que está en las cajas de zapatos bajo la cama.

Y por todas estas "reverendas e inmaculadas" razones es por lo que me atrevo de nuevo a mencionarte sin la necesidad de citar. No tengo nada más que dar ni mucho menos puedo esperar algo a cambio. Hay una mescolanza palpable en todo esto, y por esa extenuada razón es que tengo los oídos constipados de alucinaciones donde llega el idóneo momento, elemental, crucial. Llega la idealidad de todas las ideas que creé con un poco de una mala racha. Aparecen ante mí los momentos que vivimos en vidas separadas pero unidas por la única razón de respirar.

Lo digo y remarco sólo por mera fascinación y enajenación, todo está escrito en tus ojos.

miércoles, diciembre 03, 2014

KGME

"Tienes sangre en las manos y sé que es mía..." Aún tengo cada recuerdo palpando mis palmas, mis párpados. Cada canción, cada sensación, cada emoción. Tengo el recuerdo de aquellas noches en las que nada importaba, no había por qué tener miedo a la oscuridad o a las luces de media noche. Sólo bastaba con entonarse al ritmo de la séptima canción. Hoy llevo esos estragos en una copa vino de la cual bebo de manera irreverente, y mientras el color violeta pasa por mi coleto, es entonces que recurro a los viejos viajes a Noruega, a Japón, a donde sea que fuere, sin necesidad de algo más que un suicidio en el nombre de Dios.

Es entonces por lo que he tomado ciertas decisiones y un buen de cosas más. Sujetaré mi mochila y la llevaré tal cual está, no importa si es importante o innecesario. Me importa un reverendo ardite. Sólo quiero llegar sin precisar algo más. Caminar de manera taimada y soez (tal vez), sólo caminaré <sigo sin la certeza de qué dirección será> y entonces será que por fin entregaré el corazón con mis propias manos. Con el gorgotear de la sangre a través de mis palmas, con los recuerdos aún escurriendo desde los codos y con los bolsillos llenos de melancolía. También, llevaré los miligramos de realidad sólo para asegurarse de no tener que enfrentar perturbaciones.

Sueño con dicha situación, esa en la que nos dejamos envolver por la atmósfera, esa misma que nos hace sobrevivir mientras aún mantenemos toda la distancia que ahora se crea por la máquina de letras, por el abismo de una distancia incierta y efímera. El agujero negro de todos los deseos que están corriendo por todo mi sistema. Vengo en busca de la cosmogonía y fisiología que existe en todo tu ser, desde los pies hasta el alma, desde el alma hasta mí...

No tengo miedo en citar sin necesidad de nombrar pues sé que cada una de estas letras que arrastro han de llegar a ti sólo para enajenar de lo lindo tu magín. Y entonces por fin será que podré llenarte de recuerdos, seré cada centímetro de tu piel mientras coloreamos las constelaciones de la mía. Nos miraremos bajo el ocaso y llegará el clímax en el que bastará sólo un momento para callar tus silencios con los míos... Y viceversa...


martes, noviembre 18, 2014

El sonido del viento

No olvides apagar la luz, cerrar los ojos, dejar a flor de piel cada uno de los sentidos. Jamás olvides escuchar el sonido del viento, el susurrar menguado que circula por nuestros pulmones, por nuestros corazones. Verde y café para recordar aquello que no sucederá nunca. Y digo nunca porque alguna vez alguien dijo que dicha palabra termina por herir a los más inocentes. "Respiro y entonces... desaparecen mis sentidos..."

Aún asomo la cabeza por la ventana mientras veo/escucho la lluvia que escurre por tu mirar. Nunca olvido guardar silencio sólo para callar aquello que he guardado tanto tiempo. Sé que es momento de gritarlo pero no encuentro la manera etérea para dicha proeza. Ciertamente, me he dedicado a leer aquello que fue arrastrado a tu nombre, a tus recuerdos, a tus pensamientos. Rememoro cada trazo que fue parte vital del clímax donde yo canté a mi dulce conciencia. Donde el Ecuador converge con cada uno de los trópicos que rigen mi cabeza. El corazón en la nevera, los guantes de niño y los impulsos fríos están corrompiendo mis entrañas. Observo el escurrir de la tinta de mis venas y la manera efímera en la que se desgasta.

Soy melancólico hasta las pupilas y me gusta escudriñar de lo lindo hasta tal punto en el que podría retorcer la mezcolanza más palpable. He de querer arrancar todos esos impulsos inquisitivos que perturban las horas de madrugada que paso en vela. He de querer crear conciencia hasta en el detalle más mezquino de la noche articulada. He de joder a todo lo que se pueda sólo por mera fascinación. Soy egotista. Abro mi mente a la incertidumbre y me sumerjo en el mar de tinieblas sólo para encontrar el recuerdo en el que te sostuve en mis brazos mientras todos se movían dentro de un mar salado... No olvides escuchar el sonido del viento, pues le he dicho a los árboles que cada noche susurren cada uno de mis pensamientos en tu regazo. No olvides escuchar el sonido del viento, pues entre sus suspiros van los míos...

sábado, noviembre 15, 2014

Mercurio y Venus a. C.

Un buen día vino a mí la curiosa pregunta del pasado antes de nuestra "nueva" era, es entonces por lo que pretendo desentrañar y disipar todas y cada una de las dudas. Vino a nosotros de manera terrenal mientas los planetas se alineaban al par del Sol, de la Luna. Entonces había dos interesante identidades desconocidas que se movían entre las masas, sus nombres, Mercurio y Venus... Habrá quienes se preguntan si en verdad hubo un renacer en la era y la época, abogando, que no hay un hecho memorable para decretar semejante proeza y ante sólo puedo decir que si la respuesta es etérea, entonces sí existió dicho cambio radical.

La vida de aquél entonces no eran en absoluto parecida a nuestra presente "realidad", entonces en verdad los hombres habitaban la Tierra, vivían por y para ella de una manera perpetua. Me atrevo a decir que la armonía ficticia de aquella época no estaba manchada con el nombre de Dios, porque si Dios no es amor, no tiene sentido alguno que exista; cada ente que era parte de nuestro macro y microcosmos tenía aquello que merecía. Pero por la mala conciencia que empezó a gobernar sobre la sociedad fue entonces que todos se volvieron inhumanos, se convirtieron en bestias irracionales que degeneraron el ciclo y evolución de la vida.

Por semejante razón fue entonces vino el sacrificio "divino" que ha sido y será el cataclismo efímero de la humanidad, de la conciencia humana, de los ostentes que han estado marcando el cambio de horario. Vino el devenir del magín subordinado y entonces, con sangre derramada, se perdieron las hazañas que pudieron haber sido el mejor recuerdo para aquella época...

Mercurio y Venus decidieron desaparecer del mundo al cual estaban destinadas a habitar y mandar a todos los badulaques cabeza de albañal directo al mismo infierno, es entonces que se postraron como el inicio de una constelación, siendo entonces que ambas son la verdadera reencarnación de Cristo en nuestra época.

lunes, noviembre 03, 2014

El tiempo de los asesinos

Me atrevo a connotar mis pensamientos utilizando aquellos que alguien alguna vez pudo llegar a crear. Hablando de las viejas proezas que se quedaron inmiscuidas dentro de mis retinas. Miro el reloj mientras estoy derrochando palabras como raudales a través de la ventana. Pienso en la vieja manera del romanticismo y en cada uno de los poetas que dieron su vida sólo por llegar a formar un cosmos inmenso dentro de los recuerdos de alguien más. Pensando siempre en cada detalle para abarcar el orificio más pequeño. Esa era verdadera poesía, la que te hacía encarnarte dentro de cada letra y que te hacía hervir la sangre. Pero hoy el mundo gira hacia un lado tan opuesto que entonces aquellos que son "poetas" tienen la equivalencia de un ardite.

Hubo razones y momentos en los cuales la intención no era ninguna otra más que seducir la perfecta figura femenina, con cada uno de sus encantos, lisonjear de lo lindo hasta el más hermoso defecto porque en verdad se tenía la percepción homogénea de la vida. Contemplar la belleza de esta mientras imaginas qué tan inmaculado sería ver el resplandor del universo a través de sus ojos. Crear situaciones y sensaciones que son capaces de sentirse a través de los sentidos, de los latidos, de cada respiro, de cada gota de sudor, de cada grito de placer y agonía. La poesía tenía el propósito de llegar a crear tal comunión que dos mundos colapsaban junto con sus lunas creando así la paradoja idónea de la vida, esa donde cada uno tiene la capacidad de remontar al otro hasta el paraíso.

Y es por esa sublime y efímera razón por la cual me declaro parte primordial. No soy quién para darme semejante etiqueta pero sé que soy ese quién que podría reiniciar la revolución. Comenzaré creando conciencia de cuál es la jodida realidad a la que nadie quiere ver cara a cara. Dedicando palabras capaces de chapalear en cada centímetro de su piel. Diré entonces que me encuentro sumergido en el océano de su mirar, que no le tengo miedo a la tormenta porque aún falta tanta calma por festejar. Diré que pretendo ser el recuerdo que quede impregnado justo al amanecer, mientras la hegemonía del mundo vuelve a su lugar...

Dicen que el verdadero poeta, quien es capaz de fundir los corazones de los humanos, quedó muerto hace más de dos siglos. Sé que aún hay esperanza porque hay aquí una manifestación ecléctica de lo que es la jodida poesía, esa que relaciona las caricias con el alma y el cuerpo. Soy quien es capaz de hacer que todo ser se remonte al cielo.

domingo, octubre 19, 2014

Alabastro de espíritu

Hablando de conciencias, suelo hacerme la misma pregunta. Las palabras resuenan en mi mente y escucho las conversaciones atónitas que mantienen aquellos presentes y ausentes. Divago dentro del mar de tinieblas que estoy condenado a cargar sobre mi columna vertebral, y veo cada gota caer en busca del mar salado, de la base del mundo. La copa que sostuve se ha desprendido de la jaula y es entonces que carcome mi ser desgarrando cada centímetro. Los estragos de una noche estrafalaria aún están corroyendo mis sentidos, y aunque no hay un descanso etéreo para mi situación, puedo dar media vuelta sin decir adiós.

Estoy escásamente a cuatro días para volver a ver mi realidad. Aún no estoy del todo seguro sobre esta situación. Entraré por la puerta principal, porque es evidente que soy el invitado más importante, y caminaré hasta los miligramos que rompen la línea de la ficción. Aún soy ansiedad y depresión remarcada en mi brazo izquierdo, porque aunque dichas marcas se han desvanecido, habrá una mala racha en la que volveré a terminar bajo la cama. Desenterrando todas las cajas de zapatos que he ocultado por mera fascinación. Esclareciendo con las luces parpadeantes como prueba atroz de que pronto volverán.

Estoy aquí, sin nada que dar o algo que recibir. Me he puesto mis mejores ropas. He atado mis cordones y he anudado mi corbata. He recortado los recuerdos que escurren desde la punta de mis dedos y he manchado al mundo - con el corazón en las manos - de carmesí. Pretendo hacerme presente sólo con los latidos aterciopelados. Estoy aquí, listo, sin miedo alguno, me he desprendido de mí mismo, he abandonado mi cuerpo.

Mientras la atmósfera me consume, vuelvo a resurgir de entre las cenizas con la ferviente idea de crear la revolución que estamos esperando. Sólo basta con cerrar los ojos, respirar. Y entonces es hora de despertar...

lunes, octubre 06, 2014

Yo canto al Ecuador

Días tras día el mundo extenuado se va degradando un poco más. Está repleto de conciencias infames y pusilánimes. El mundo, ahíto de cómo es la vida conforme caen las hojas de los árboles, ha profanado la herida más profunda, pretendiendo que pronto dejará de sangrar, que girará al compás del tiempo y el espacio porque habrá tal unificación que no se requerirán más instrumentos de medición. Aún puedes gritar a los mil vientos lleno de mil demonios ¡Aleluya bendito Dios que no eres más que parte del polvo estelar al cual todos estamos sujetos!, ¡Aleluya he dicho, que si debo algo a alguien, es a ti en tu "omnipresencia" irreverente!

Cada día, retomando el viejo asunto, pasa conforme lo ha indicado la vida morigerada. Dicha agonía afamada por la sociedad sólo es un estrago más del chancro al cual nos hemos inmerso. Si miras con atención, podrás ver a las larvas pululando y carcomiendo las buenas intenciones. ¡Al carajo todo!, ¡Al carajo he dicho! Vamos maldita ciencia cierta, aún hay un sinfín de incógnitas que podrías resolver si tan solo miras dentro de mis pupilas.
Llevo conmigo la respuesta que todos están esperando. Sé que llegará el momento en el que todo resonará de aplausos, a tal grado, de que mis oídos quedarán constipados por versos encandilados. La escoria que he guardado en mis frascos de bolsillo ha llegado a su punto terminal. Es momento de renovar dicha bazofia por algo aún peor.

He dicho peor, porque ahora tengo en mi mano izquierda un manifiesto donde queda asentado que seré aquello que todos quieren que sea. Si me dicen que soy cortés, entonces seré cortés. Si dicen que soy un desgraciado malparido, entonces me convertiré en un verdadero hijo de puta que sólo tendrá en mente la semblante idea de fastidiar de lo lindo.

Seré el reflejo de aquello que los demás anhelan, seré tal, que ya no habrá uroboros. Tal, que el maldito complejo de crucifixión será tatuado en la nuca de todos. Llegaré a tal grado que me convertiré en mesías sólo para decirle al mundo que está deplorado. Les diré entonces que su única salvación está en recurrir a la vida a escala de grises que viven ignorando.

Será entonces que habrá un nuevo surgir, uno donde no habrá que mirar hacia ningún lugar. Será entonces que podré desvanecerme y volverme parte del cosmos... Soy polvo estelar y seré etéreo... Me convierto en constelación. Partiré mañana... Mañana...

viernes, octubre 03, 2014

Precipitado

Me he encontrado envuelto algunas veces más, caminando con los recuerdos de los estragos que ocurren antes del amanecer, con un cuaderno lleno de notas rosas y algunas calamidades que sólo se pueden leer entre líneas. Con la persecución  mientras los sonidos atónitos difamaron la mala vida. Caminando con los recuerdos de un antiguo ser que dejó de prevalecer en el fondo de mis retinas. Con las viejas agonías de un viaje inesperado en el que no hay punto de retorno, donde no hay un punto de salida. Un viaje perpetuo en el que el marcar del tiempo ha quedado fuera de contexto porque aún soy tan impuntual como un reloj roto.

Pensé en escribir acerca del viejo París que no conozco, que contemplé bajo las lunas de Júpiter mientras Saturno se decepcionaba de mí. En escribir sobre el viejo continente y en su mala manera de sonreír mientras caen las hojas de nuestras conversaciones. También pensé en prolongar cada sensación como solía ocurrir en los viajes en bicicleta donde no importaba nada que no fuera el viento acariciando mi rostro. Y más aún, pensé en sembrar la semilla del olvido en cada uno de tus pensamientos, en querer conocer más allá de tu nombre. Pensé en querer llenar de recuerdos y sensaciones que podrían cosecharse justo antes de que salga el Sol...

No hay manera para decir que eres la sensación que queda en mi pecho después de cada encuentro. Por ahora dejo de armonizar con los latidos que podría sostener entre manos sólo para decir a todos de una buena jodida vez que ya no preciso el ocaso ni mucho menos el destello resplandeciente de tu piel. Sólo, y por una buena razón, pretendo ser parte del universo, ser parte de la cosmogonía que envuelve a todo aquello que existe y que dejará de hacerlo. Soy la parte mezquina y mórbida de la mala vida morigerada que nadie se atreve a encarar. Sé que estaré para admirar de nuevo el renacer del mundo, y mientras eso sucede, me mantendré con el recuerdo de sólo esa vieja conversación que sostuve con la mirada, que hablé por la piel...

miércoles, septiembre 24, 2014

Amarillo iridiscente

En un abrir y cerrar de ojos nuestras pupilas se perdieron. El color crepuscular quedó impregnado en nuestras memorias, en nuestros costados, en nuestras retinas. Las flores se derramaron lentamente mientras el brillo a nuestro rededor comenzó a esclarecer las ideas. Viejas conversaciones salieron a flote dejando cierta sensación escarlata en el ambiente. Las máquinas con ruedas ahora son parte del escenario y nuestra obra es magistral...

<<Comenzando siempre con la manos derecha (quizá la izquierda), y con sensaciones que recorren el ser entero dejando el hálito que escurre por la columna un poco más expuesto. Te fastidias de lo lindo mientras el estupor de la noche vuelve de manera taciturna sólo para hacerte recordar cuál es el color que se ve a través de su mirar...>>

Volvemos entonces al sitio donde comienza el origen del macrocosmos, y es entonces que la cosmogonía converge desde nuestros codos y escurre lentamente hasta que se tiñe de violeta. Llevamos sangre bajo la piel pero ya no importa más, pues el punto de salida está tan cerca que quizá no hay necesidad buscar. Llevaremos flores no sólo bajo las solapas de la piel. No. Las llevaremos en cada uno de los sentidos. 

miércoles, septiembre 03, 2014

Melancolía

Me embriago con la noche articulada, con el recuerdo de una vida morigerada y con los detalles extenuantes de tu cándida sonrisa. La luna, quien muestra su lado más rojo, es testigo de mi testimonio, de cada una de mis proezas. No hay gran divinidad y las grandes atalayas ahora quedan sumergidas y suspendidas dentro del océano. Pienso en ir a algún lugar donde no hay ritmo para los latidos, donde se pueden quedar todos los impulsos dentro de la nevera. Un lugar para no existir. Un lugar donde no hay necesidad de respirar, sino de prevalecer. ¿Por qué?

La mímica que palpita en mis manos ahora está un poco retorcida y cada letra que es arrastrada durante la buena jornada queda impregnada junto a la marca que ha dejado tu perfume, junto al recuerdo de tu mirada. Miro hacia afuera a través de la ventana y las nubes rechinantes me hacen querer explotar. El destello nocturno siempre ha de estremecer hasta nuestras ventanas, hasta nuestras almas. Y ahora mi piel erizada me muestra el camino de regreso.

Observo las marcas que quedaron arraigadas a las zuelas de mis zapatos. Miro entonces el nudo que está cargado sobre mi columna y hago calumnias irreverentes sobre una mala remembranza. Escucho sonidos atónitos que provocan el hervor en la sangre y respiro (por mero instinto) mientras me consumo lentamente y me desvanezco en tus recuerdos.

Soy parte de tus impulsos y de tus instintos, soy todo y soy nada. Soy la parte más marginal. Soy la parte mezquina. Soy ansiedad y depresión y llevo por nombre melancolía.

lunes, agosto 04, 2014

Descontrol

Aunque no entienda ni un sólo símbolo, seguiré queriendo que mi corazón palpite. Siempre hay una rara sensación, como si arrancaran todo aquello que es importante, y no sólo por el hecho de sentir y pensar que podría cambiar el girar de las manecillas del reloj. No. Quizá hay cierta inquietud en la manera perpetua, quizá el sentido está rotando de manera inmaculada sólo para entonces un día resurgir de nuevo delante del mar. Con el desorden de las luces brillantes alterando todos los sentidos. Con los momentos psicóticos donde las marcas quedan punzando mientras la sangre se oxigena con el ambiente. Quizá la vuelta ya está completa pero no hay quien para admirarlo y puede que el nombre sobre la arena siga escrito y aún no lo estén observando.

¿Qué se supone que significa todo esto? Hace tiempo que los soliloquios han estado presentes, con peroratas interrogativas y demás conjunciones funestas. Me pregunto entonces de nuevo cómo es que sucede, mirando al rededor sin vendas ni nada semejante. Se trata simplemente de observar mientras la situación aumenta. Hemos de perder entonces hasta la cabeza, pues el cuerpo será quien hable. Hablará con conversaciones por el tacto y por la piel. Entonces habrá semejante brillo como el que se aclama desde el espacio, tal y como el origen del cosmos. Junto a todo esto viene la fisionomía de cada sonrisa, de cada caricia, de cada proeza. Brillará tanto que no será necesario encender la luz.

He comenzado a seguir el camino que llevo entre las manos. Cada perfecta y aleatoria marca sólo con un propósito en mente. No hay marcha atrás dentro de el último girar, el más importante. Sigo pensando el llevar lo más importante y antes que nada, no debo olvidar amarrar los cordones de mis zapatos.

martes, julio 29, 2014

La Vida Perdida

Mirando al cielo, cerrando los ojos por pequeños instantes, pensando en las casualidades y en todas las posibilidades es como me encuentro. Buscando maneras imprescindibles de morir o de al menos dejar la marca postrada sobre los párpados. Siempre sucede a la media noche, mientras el color de las sábanas gastadas me recuerdan esa linda manera de corresponder.

Hoy es el día que de cierta manera estuve esperando, con los párpados hinchados y henchidos de más lágrimas. Con cada gota que surca los labios marchitos, la columna vertebral. ¿Habrá entonces por fin una respuesta? Aún sigo gritando a todas direcciones, exclamando por aquél que ha de menguar la noche articulada, que ha de ser omnímodo.
Nadie se atrevería a mirarlo a la cara tan sólo por un instante...

Me encuentro de nuevo con los ojos abiertos, con el destello del cielo esclareciente, con el destino y la mala manera de sobrevivir. Sin encontrar siquiera una sola marca sobre la nuca. Con los ojos abiertos a media noche mientras mi cuerpo aún se consume en cenizas mientras sigue tu aroma tan tibio, latiendo junto a mis impulsos.

Miradas taciturnas, circuncidadas por la vida misma. ¡Al carajo todo lo demás! Se trata tan sólo de obtener la respuesta sea cual sea. Sin más regresiones ni remordimientos, sin rencor alguno. La mala fama a la que la sociedad está acostumbrada siempre estará pululando desde las cloacas pero al menos por una vez hay que dejar atrás ese contraste en la vida y la muerte, entre la agonía y la felicidad.

No hay marcha atrás, se trata de las pequeñas escalas que nadie ve y para eso estoy preparado. Llevo puestas mis mejores ropas, mis botones de manera perpetua y mi corbata anudada. Mis bolsillos derraman mis recuerdos y la tinta de mis venas escurre por mis muñecas.

miércoles, julio 02, 2014

La noche articulada

Entonces, no sé si existo. Todos hablando de la inmundicia de la sociedad y de los miedos que están arraigados al tacto, a los sentidos, a los poros. Cada miedo permanece latente, y no es situación que deba incomodarme porque, sea cual sea la ocasión, han de estar carcomiendo al mundo entero. Miedo a la muerte y peor aún, miedo a la vida. Una delgada línea de la cual penden ambos estados catatónicos, el descanso eterno. Sueño con respirar, con sentir, con querer converger delante del mar. Vivo en el sueño eterno el cual me arrincona de una manera irreverente, efímera, hosca, maliciosa, repugnante, lúgubre. Pero no hay vuelta atrás a todo lo que sucede con el pasar del tiempo, dicho elemento intangible que es lo único real que es verdadero. No hay una dimensión correcta ni una pizca de certidumbre en la percepción del mundo, sólo hatajos de luz y un ligero atisbo de sanidad.

No duermo, no pienso, no siento, no respiro. No estoy ni estaré porque no existo. Me he desvanecido de entre los recuerdos del mundo. Ya no hay remembranzas ni reminiscencias que puedan menguar esta mala melancolía. La vida mermada ha caído sobre nuestros párpados como pesados copos de plomo. Podría llenarte los intestinos de plomo y de cualquier otro metal que se ha de adherir a la vida coloreada. Pero no estoy aquí por dicha razón, no. No estoy seguro de existir en esta constelación o en alguna otra, ni siquiera estoy seguro de ser la mano derecha de Dios. Sólo sé que en este preciso instante no hay girares inesperados. Tenemos el recuerdo de las conversaciones que se hablan por el tacto, por la piel, por los labios. Tengo las sensaciones derramándose de mis bolsillos y justo eso es lo que he estado esperando. Una genuina casualidad.

Abro los ojos, respiro lento, camino sin prisa, te pienso, te respiro en mis sentidos, en mis latidos. Estoy aquí, justamente donde empecé siendo un niño. En el lugar donde corté mi cordón umbilical y, sé que estoy aquí por una fortuita razón. Divina melancolía que es la genuina inspiración.

lunes, junio 02, 2014

Más allá del final

Alguna vez fue que tuve los ojos henchidos de radiantes desesperaciones, de situaciones, de sensaciones, de vida. Con cordones desamarrados y camisas desabotonadas, con las manos sobre la cabeza y el corazón al filo de la piel. Con la sangre escurriendo por mis codos. Con el verde y el café de la vida. Con el bosque en el que pretendo perderme para no volver. Siempre con todo lo importante derramándose de mis bolsillos vuelvo a hablar ante ti.

Navegando siempre con el carmesí de los recuerdos aún latentes en mis impulsos. Navegando a la deriva, esperando justo al otro lado con brazos abiertos esperando sin expectativas ni escrúpulos. Nada de nimiedades ni un hatajo de cosas mezquinas irreverentes. Escribiendo sin versos, hablando sin rimas, renovando las esperanzas. Respirando y perdiendo todos los sentidos.

Giro mi cabeza, tan sólo un poco más, y es entonces que cada recuerdo mancha mis ilusiones, mis pensamientos. La tinta que surcó tus labios marchitos hoy de nuevo tatúa flores bajo mi piel. Sin dormir por pensar y perderme, por mera fascinación. Hablando de aquello que pudo suceder en vidas pasadas, justo cuando la boca se llena de palabras con elocuencia, con gracia, sin razón.

Esas son todas y cada una de las ideas que están corroyendo mis entrañas. Aún paso horas levitando mientras la atmósfera me consume lentamente. Sucede todo en un parpadeo, en un instante.

Y mientras las letras escurren por mis dedos, es que yo me quedo sin palabras.

domingo, mayo 18, 2014

Aire

Cierro los ojos y escucho mis latidos, respiro hondo y siento el repiquetear de la sangre contra cada uno de mis suspiros, de mis sentidos. No hay punto terminal en la situación. Siempre hablando de comenzar y avanzar cuando en realidad sigo con los ojos cerrados. Debería detenerme, no tratar de mostrar al mundo una manera de ser y existir. No debería. Todo radica siempre con el clímax de cada situación, con situaciones y recuerdos irreverentes que siguen latentes en cada respiro, en cada parpadeo, en cada paso que doy. En todo. Situaciones adversas que suelen hacer girar al mundo de una forma divergente y convergente a la vez. Se trata siempre de un solo hecho, el hecho de vivir y decir sí y no al mismo tiempo. Sin titubeos ni trampas de emergencia. Te llevaré a lugares inimaginables si tan solo me permites arraigarme a tu tacto, a tus impulsos, a todo.

Como siempre se trata de una forma con malas consecuencias y entonces me pregunto “¿Qué es lo que harás?”, pero de nuevo no tengo respuesta. Adiós a todos aquellos que pensaron que la vida no vale ni un ardite. Adiós a todos aquellos que no comprenden la mímica que surca mi piel. Adiós a quienes olvidaron la simplicidad de respirar. No hay más.

Cada ocasión pareciera una carta suicida en donde divago sin camino ni dirección. Y no lo digo por el hecho de haber intentado decir adiós de alguna manera semejante. Recuerdo la manera en la que mi cuerpo se mantuvo suspendido, al menos por un instante. La fuerza que rige el eje de mis elementos se perdió con cada instante y entonces cierro los ojos esperando no volver. Los abro de nuevo sin la oportunidad siquiera de renacer, sólo se trató de un parpadeo. Uno muy largo…

Me mantengo con la convicción y la mala fe de aquella ocasión. No es ni será momento oportuno para el descanso eterno. Aún no, por dicha razón es que no me importa qué venga con el pasar de los años o de los días y las hojas en el calendario. Sigo y persisto aún con mis deficiencias que entre las cuales resaltan la maliciosa maldición de no escuchar nada que no sean mis latidos. La misma maldición de no hablar a menos que sea para mis adentros. Siempre lo lamentaré tal vez, pero no vivo con las expectativas de las especulaciones que estoy haciendo a cada instante. Siempre siendo monsergas interminables y peroratas interrogativas sobre maneras etéreas y efímeras del mero existir, de la jodida vida a la que nos hemos amarrado con el lazo de otra pequeña maldición llamada juventud.

He ahí el mal de males que acongoja a la mayoría de los entes que recorren el mundo a bocanadas fervientes. Y más aún, por aquella razón de querer comer cuando aún no es momento del desayuno. Aún estamos convergiendo juntos en el crepúsculo. Justo antes del amanecer. Justo en este preciso instante, giro el cuerpo que yace postrado sobre la rigidez de una almohada. Te pienso, te siento, te respiro pero no te encuentro. Caminaré siempre al despertar y continuaré siempre con la ambiciosa idea de ser egotista.


Es justo ahora, antes del amanecer que vengo a hablarles a ustedes sin algo bajo las mangas, sin vendas sobre los ojos. Vengo como llegué al mundo, siendo sólo un hombre…

martes, mayo 06, 2014

Cartas a...

Siempre nos preguntamos cuál es la manera correcta de comenzar cuando, en realidad  hay un sinfín de maneras correctas. Empezando la sinfonía para mis adentros, con los recuerdos que se transpiran en mis entrañas, con las reminiscencias que escurren desde de mi mentón. Con cada zozobra que está ahora, que persiste y palpita al ritmo de nuestros impulsos. Estas son formas de comenzar las cartas que van dirigidos a todos aquellos que tienen fe en la revolución, que piensan que el mundo puede ser algo trascendental. Son cartas que corrompen partituras y proclaman frases altisonantes, son cartas que no quedarán en el olvido.

Me dirijo a todos aquellos que aún tiene fe. Me refiero a ella que sabe cómo encender la luz a cada instante, a él que a pesar de las situaciones siempre mira con los ojos en blanco, con la mente fría, con los sentidos rebosantes de alegría y despojo, con los sentidos llenos de felicidad y abandono. Con la respuesta de un sí y y un no al mismo instante.

Siempre nos preguntamos cuál es la manera correcta para renacer, en realidad hay muchas maneras correctas, pero yo prefiero aquella en la que intervienen las cenizas de mis agonías empapándome el alma. Chapaleando en mi sangre como un ave ferviente que asimila aquello a lo que tú llamarías rebeldía, libertad, antagonismo y homicidio público. Somos partes mezquinas y sobresalientes al mismo tiempo. Llenas de más y más remembranzas que inundan los párpados, que los llenan de un mar salado. El mismo que escurre dentro y fuera de mi alma.

Es como cada gota que nos cae desde la punta del fin del mundo. Las mismas gotas que nos llenan y nos dejan vacíos, que nos recuerdan qué tan dulce es la conciencia. Las mismas gotas que están presentes relacionando cada tipo de augurio con un reflejo de soledad que embriaga a la mente. Esa es la parte primordial que suele quedar perdida y vacía. Adoremos dicha soledad que siempre sabe como decir adiós sin remordimientos.

Siempre nos preguntamos cuál es la manera correcta para hacer grandes cosas pero ya no hay por qué arrasar con tantas incógnitas. No. Basta con cambiar de frecuencia. Basta con mirar el carmesí de nuestro anochecer. Basta con acariciar tus latidos mientras las hojas caen a nuestros pies... Basta con el recuerdo de aquella conversación que sostuvimos con la mirada...

martes, abril 08, 2014

Irremediable

Eres cada gota de inspiración que circula por mis venas. Somos partes homogéneas que se mueven al son del anochecer, con canciones recónditas llegando a lugares dentro, tan dentro que podríamos requerir más de una sola lámpara para vislumbrar siquiera un poco de piedad. Las cosas siempre van de la mano de el pacto etéreo entre la dulce agonía y la marcada melancolía.

Escribo siempre sin siquiera saber cuál es la manera correcta para pronunciarlo. Es libelo, de ese que escurre desde los codos hasta la punta de los dedos. Se escurre tanto que podría abrazarlo y entrelazarlo con tan sólo estirar los dedos meñiques. Como la pista de baile que resuena para mis adentros. Como las gotas del delirio a cual nos hemos visto inmiscuidos. Siempre con maneras perpetuas, donde estamos presentes, estamos ausentes, estamos sin ser.

Somos mórbidos e inestables y siempre nos has gustado permanecer. A todos nos gusta permanecer de alguna manera y la mía siempre es de las formas más raras que podría haber. Caminemos entonces hacia la incertidumbre, no necesitamos de boletos de ida y vuelta para poder andar así. No necesitamos nada más que aquello que quepa en los párpados. Aquello que pueda derramarse cuando sea imprescindible.

Las cosas siempre aparecen como elementales y complementales. Sólo puede haber dos clases de rasgos, una especie de jerarquía finita y monumental. De tamaña magnitud que no alcanzaría la imaginación de toda la sociedad para comprenderla. Se necesita un magín irreverente y una desdichada cordura que es capaz de arrasar con la vida morigerada que está aquí y ahora, a cada instante, en cada momento, en cada recuerdo y en cada olvido.

Me gusta recordarte y pensarte, perderme en ti. Adoro esa mezquina y marginada manera de regresar siempre al origen en donde hablo a mi conciencia. Eres y serás. Estarás tantas veces como sean necesarias. Me sigo preguntando con la mano sobre la cabeza y la cabeza sobre el alma, sobre el corazón, cuándo volveremos a consagrar algo inmaculado. Siento que he llegado al punto sin retorno, donde la marcha atrás no es una opción. Estoy al borde extremo donde vuelvo a imaginar mi verdadera revolución.

Ya sé que siempre me la paso hablando de una revolución pero, eso, es porque esta llegará. Arrastrará todo y dejará al mundo de cabeza. Llegará y entonces todos sabrán que aquello que he de estar blasfemando antes de dormir tendrá por fin su verdadera razón, porque todo ha de tener una buena razón.

Llegará en todas direcciones y sentidos. Llegará justo al filo de la media noche, con las demás conciencias enclaustradas quitando así la venda que está impregnada en el sentido común de la sociedad. No habrá nada más que dicha revolución y para cuando llegue, estaré listo, tendré todo lo elemental y lo complemental. Tendré cada detalle ensamblado de manera homogénea y heterogénea. Llegará la guerra y junto a ella la bomba que detonará el clímax de toda la historia.

Crearé tal revolución que la línea del tiempo comenzará a tener una nueva era. Un nuevo resurgir donde los entes habitantes que queden en nuestra nueva Tierra serán animales irracionales. Estaremos entonces…

Estaremos como ahora, juntos, atados con el alma y sujetados con las palmas porque he dicho desde hace ya mucho tiempo, eres tan irremediable conciencia mía…

viernes, marzo 14, 2014

Puta vida

Me pregunta qué tanto se podría saber. No sólo son las buenas intenciones y la buena manera, ni tampoco se trata de hacerlo de mala gana. Llevo aún conmigo todos los recuerdos enclaustrados escurriendo de mis bolsillos. Concuerdo con cada sensación palpitante que estremece cada uno de mis sentidos arrastrándolo hasta ese jodido punto en el que uno se vuelve parte de la nada. Me pregunto siempre, nuevamente, qué tanto se podría saber.

Viene y va un sinfín de veces, lleno de mescolanza y demás demandas sociales que se embullen por el coleto como la carne empapada de sangre y agonía. Nuevamente ¡Al carajo la vida morigerada!¡Que se jodan todas y cada una de las lágrimas de una vida taciturna! No vengo como solía hacerlo en las tardes de invierno. Vengo flamante por dentro y fuera a la vez, con los síes arraigados a un no rotundo. Que se joda todo en su existencia por última vez, pero que se joda bien. Y si hablamos de la jodida vida, vaya que de eso se vive, a cada instante, con cada infinitésima parte de melancolía. Todo y todo y todo, siempre.

Abro los ojos y no precisamente al despertar como solía ser, no, los abro con esa vaga sensación de retardo que comienza a invadir todo mi cuerpo. Esa sensación de pequeño hormigueo que recorre todo mi pecho y hierve justo en el clímax de la situación. Tengo tan ávida vida, que podría llenar aquellas carcasas vacías, esas mismas que simulan un corazón. Tengo tanto carmesí aterciopelado que podría esclarecer al vidente más ciego del mundo entero. Tengo tanto corriendo y circulando, chapaleando en todo mi sistema. Arduo, ferviente.

Y todo lo anterior lo relaciono con cada paso estruendoso que repiquetea en mis sienes. No hay nada más en este preciso instante. No hay nada más. No importa como haya sido la manera o el trato que se le haya dado. Como dije, viene y van un sinfín de veces. Ahora mientras transpiro un poco de sangre desde la punta de mi cabeza hasta el filo de mi alma, me pregunto qué tanto podría saber... Un parpadeo sólo para recordarme qué es la jodida vida...

miércoles, febrero 26, 2014

Dulce Melancolía

No hay cambios perpetuos ni maneras o caminos para estar. Cada intento siempre es mucho más fuerte que el anterior. Quisiera poder hablarte y contarte y narrarte aquello que estremece mis impulsos, pero las palabras adecuadas me sobran y me faltan a la vez. No hay forma para ello aunque lo intente con el corazón en las manos, aunque lo haga con toda la pasión de la poca o mucha vida que he llevado. Veo entre cada suspiro, el miedo que escurre bajo la puerta, el verso que queda impregnado en mis codos. Veo como escurren desde ellos hasta la punta de mis dedos, las palabras que no pronuncio. Como el cigarrillo que se consume en las manos de todos los atolondrados y enajenados con su vicio. A cada momento hago reverencias a la guerra y la revolución que transita en mis venas, que germina junto con el fierro de mi sangre. Y, la planta que emerge desde mis entrañas hacia la soledad a la cual nos vemos descubiertos y expuestos, recorre aún cada camino fugaz de los recuerdos que no sostengo.

Quisiera contar la vida y la muerte y los minutos pasivos sin algo perduradero. Jamás cesará la extrañan mescolanza de emociones taciturnas con ese estupor nocturno que acaricia mis mejillas junto con el viento helado de la ya mencionada soledad. Es complicado comprender cómo es que el frío de invierno se queda corto junto a este. No hay cosa más enmarañada y abrumadora que el frío de la soledad que corrompe el iris que postramos sobre la ventana. Tiene una mórbida e inestable manera de perturbar los pensamientos mientras vemos el derrochar de la vida amargada. Continuamos subiendo lenta y cómodamente, de espaldas y con la cabeza entre los hombros queriendo entenderlo sin siquiera merecerlo.

La ladera se vuelve más inclinada y sólo nos cruzamos de brazos esperanzados de que el mundo se dejará caer sobre nuestras manos sin siquiera estirar la piel. Sin si quiera transpirar por mera coincidencia. Los fantasmas que quedan atrapados en el embrolloso ruido mental salen a flote en esas situaciones, y entonces, nuevamente es que nos volvemos polvo cósmico, y no por haber conseguido aquella de la gloria terrenal. No. Nos convertimos en polvo y gas porque es la mejor manera en la que podemos aportar algo bueno. Como los seres vivos que no son torpes, dan un poco de vida con cada respiro. Desafiando al mismo mundo en cada instante. Así como circula cada glóbulo rojo, mientras chapalean queriendo robar la vida que los demás han dado. De eso precisamente se trata. Se trata de dar algo a cambio de lo que conseguimos gratis. Se trata de darlo con pasión. Se trata de dar respuestas a preguntas que nadie jamás se ha formulado. Se trata de concretar historias capaces de renacer desde los poros hacia el alma. Se trata de aferrarse aunque sea un solo instante al glorioso mundo. Se trata de regocijar mientras vociferamos palabras inocuas, inertes.

Se trata de no sólo vivir, sino, de vivir en verdad. De dar gracias aun cuando no son requeridas. Se trata de conocer las partes más obscuras y comprender la escala de grises. Se trata de disfrutar y sufrir de verdad sabiendo que al día siguiente siempre habrá más incertidumbre de la que podría caber en un pocito lleno de jacintos. De buscar. De recordar el gran porqué de la libertad.

Simplemente se trata de querer vivir sin necesidad de precisar algo más.

lunes, febrero 03, 2014

Caminos fugaces

Entonces fue que comprendí cosas importantes. Hay algo que lo con el pasar de las estaciones estamos atados día con día. La única seguridad que podemos comprender en este atisbo de realidad al que le llamamos vida, es aquella del descanso eterno. Sea cual sea tu situación, por una buena o una mala y mezquina acción estaremos sujetos con el pasar de los años. Grandes recuerdos siempre suelen invadir mis pensamientos si me detengo a pensar en esa mala jornada. Situaciones adversas donde con un parpadeo se consumen muchas vidas. Muchas de ellas con almas ligeras como las de un bebé y otras tantas tan pesadas, que podrían devastar la altiplanicie de la soledad con una buena estampida. Recuerdo que desde aquellos primeros pensamientos indagando esta clase momentos, consolidé para mis adentros una especie de pacto, de convenio, de comunión conmigo mismo. Uno en el que sea cual fuera la manera perpetua de llegar sería para descansar de manera etérea ese letargo de vida al final del camino.

No obstante, también comprendí que estaba a una especie de paralelismo inocuo. Jamás he pretendido darle semejante gusto y predisposición a aquello que llaman destino, porque aunque no estoy seguro de la pronunciación de esa palabra, creo que no hay maneras congruentes de rellenar ese espacio. Tampoco creo que haya un conjunto de líneas limítrofes que estén restringiendo nuestro andar hacia uno predeterminado. Me gusta pensar que tal vez hay un paralelismo idóneo, perpetuo; en el que hay grandes líneas, más bien trópicos, que están trazados a lo largo del andar nauseabundo dando así, una gran cantidad de predisposiciones a la cuales estaremos arraigados conforme las decisiones hayan tomado sus cartas en el asunto.

Suelo cuestionar siempre, con el pasar de los días a través de mis ventanas, si las decisiones que estuve flirteando han sido las mejores o las peores, porque aunque no debería de preocuparme por lo que ya sucedió o lo que pueda venir, siempre he creído que tengo una peculiaridad divina, un don para las premoniciones. Es más bien una extensión de mi cuerpo hacia el tratar de caminar siempre los pies sobre la tierra. Aunque, por otro lado importante, a veces, y digo a veces porque siempre me cuesta tanto apegarme a el estilo de vida, a veces también puedo andar con los pies sobre el aire. Con la cabeza llena de pensamientos que flotan de manera unilateral por el espacio completo. Andrómeda, Orión. Las nebulosas y las grandes estrellas. Vía Láctea. Todos los cuerpos astronómicos presentes en mis pupilas se sujetan de cada una de esas extensiones creando el verdadero alabastro de espíritu.

Los océanos de palabras y paráfrasis están colapsando dentro y fuera de las grandes y centelleantes calamidades. Somos una parte homogénea que está dispuesta a compartir su ente de benevolencia con una sola actuación. Somos una gran calabaza. Una gran berenjena. Un gran hígado. Un gran páncreas. Somos cuerpo entero. Mente, corazón, alma, miembros órganos, sistemas hercúleos y bonachones. Somos todo y nada. Vida y muerte emergiendo de un solo inicio y el mismo final.

Sea cual sea la situación en la que nos encontremos tenemos la verdad y hecho irrefutable de existir y estar jodidos, radiantes. Sea lo que sea poseemos la única verdad absoluta ante cualquier ente que se postre sobre los raudales de vida que están derrochando luz en la habitación.

Pertenecemos al cosmos y su cosmogonía. Porque como creo decir la mayoría de las veces, aunque sea dentro de mi memoria, la vida y la muerte van sujetados de la mano en el mismo trecho. Tanto una como la otra penden de un hilo en el mismo instante, son dependientes, son lo único perpetuo que hay en el mundo. Son la parte infinita del Big Bang y, hasta en estos tiempos, son la fe de aquello que existe sin necesidad de tener vida material.

lunes, enero 20, 2014

Meridiano cero

Nos estamos consumando dentro de la esfera de cataclismos. Día con día el cáncer que sucumbe a la sociedad está corroyendo todo, hasta la parte más marginal y mezquina. Hasta a la más pequeña reminiscencia. Deseos por deseos y aún no sabemos en qué se están convirtiendo. Pensando que el mundo aún no se detiene, aunque el girar de su sentido se esté retorciendo con el pasar de los instantes, seguiremos como máquinas perpetuas destinadas a amordazar aquello que muchos temen. Encerrando hasta el más inexplicable miedo con tanto ímpetu. 

Basta con creencias basadas en engaños andrajosos para mimetizar la ciencia y la fisionomía de la soledad, del amor, del arte, de la pasión y de todo lo que en verdad es imprescindible. Basta con llenar de fervor y algunos detalles extra un canto excéntrico para horrorizar a la masa coagulante que transcurre y circula en mis venas que se llenan de plomo. Cada parpadeo llena de más esencia que sigue derramándose y chapaleando en todos mis sentidos, en cada uno de mis impulsos. Hay maneras congruentes de desertar y acertar al mismo instante. Eso es lo que falta. El mundo entero ha olvidado que el origen de los tiempos radica en hacer todo con el corazón en las manos y el alma de frente. Suelo preguntarme día con día en dónde ha quedado toda esa pasión que quedó impregnada a lo largo de la historia de nuestra época. Suelo hacerme la misma pregunta siempre <¿Será acaso de estamos en retroceso?>.

Las verdaderas muestras de pasión y romanticismo, no como aquél que se mancha con canciones rosas y dementes enajenados sino ese romanticismo que emana desde las entrañas y purga las emociones hasta llevarlas a un estado de frenesí y éxtasis total, son aquellas que están palpables ante los ojos de nadie, son esas que están impregnadas en nuestras palmas y que escurren hasta la punta de nuestros dedos llevando consigo el hálito de remembranzas que quedarán trazadas en nuestras memorias, que se quedarán de manera etérea en nuestras retinas y que harán volver a aquella revolución. ¿¡Joder, dónde quedó la verdadera pasión!? Con cada puntapié que doy de vuelta a casa sólo me convenzo más de que se está perdiendo, que dicha revolución que no debe de detener el girar y andar inmaculado aún está lejos. Tenemos sensaciones de vernos, de comernos, de sentirnos, de olvidarnos y recordarnos, de todo lo que está de manera elemental.

De nuevo vuelvo a aquello de caminar vuelta a casa, con los codos rebosando de memorias inconclusas y con la espina dorsal cubierta de gorgoteante vino tinto. Mirando para mis adentros y hablando al mismo tiempo de que nos estamos consumiendo, que el cáncer y el delirio nos está alcanzando pero para ello, siempre me previne a mí mismo. Siempre estaré listo, con la mirada hacia dentro y fuera a la vez. Sabiendo decir sí y no al mismo tiempo. Acertando y desertando en un solo instante. Siempre estaré listo porque así como consume, nos hace resurgir de las cenizas que quedan amarradas al viento.

Estamos tan vivos y muertos como la luna cada veintiocho días. Nos llevamos dentro y eso es lo que importa.

miércoles, enero 01, 2014

Coloquio No.1

Creo que es terrible el punto en el que me he encontrado tantas veces, siempre de la misma manera. Comenzando con un mal sueño o una mala actuación. Simplemente creo que es terrible. No suelo improvisar como con anterioridad. No. Simplemente creo que es muchísimo más grave que eso, y no sólo por el hecho de extrañarte o de perder a cada instante el tacto para demostrarlo. Simplemente creo que es terrible.

Creo que es terrible el haber arrastrado palabras cuando tal vez eran innecesarias, siempre de la misma manera. Comenzando con un mal sentimiento o una mala interpretación. Es terrible y lo creo. A veces no encuentro una adecuada manera para decirlo o expresarlo y por ello empiezo por aquí, y no sólo por el hecho de querer arrancar el corazón y sujetarlo hasta que encuentren tus manos. Simplemente creo que es terrible.

Simplemente es terrible, y no sólo porque lo creo, esa extraña mescolanza que queda palpable al amanecer. Comenzando con un suspiro mientras los ojos permanecen ausentes y la mente vuela a unos centímetros del suelo. Es insoportable el saber que te tengo y no, que no necesitamos tiempo ni espacio para demostrarlo, y no sólo por el hecho de saber que ahora estás lejos mientras yo, yo sigo aquí. Simplemente creo que es terrible.

Simplemente creo que es terrible porque vivo, y antes de eso, muero una vez más.