domingo, agosto 22, 2021

Soliloquio cero

La noche inicia con aquella frase recorriendo mi magín “¿Sabes cuál es esa realidad?”, mientras en el ambiente taciturno me envuelven melodías atónitas afinadas al metrónomo de la luna. Hay pensamientos de tiempos remotos donde la agonía y gozo desfallecieron dentro de mi corazón, donde consagraron sensaciones arraigadas al alma, donde desarticularon cada centímetro de mi ser en plena obscuridad. Hubo tintes carmesí esbozando palabras de aliento provenientes de la anonimidad; hubo sensaciones al tacto donde el desdén por el mundo, la humanidad y la vida conllevaron a malas jornadas durante muchos viajes de retorno.

He mirado hacia mis adentros, recorriendo la vitalidad de mi torrente sanguíneo, sujetando <con guantes de seda> los nombres que han circulado junto a la respiración; he mirado la apatía sujetada a los rincones más obscuros, esos mismos donde el oro negro fue enterrado con la irremediable esperanza de florecer. Una vez dentro y nuevamente en el océano, reencontró la simpleza de su existencia, la tranquilidad del abismo y el vacío. Maravilla, miedo y fascinación son los sustentos de la base del mundo, el mar de tinieblas permanece en calma sin miedo a la tormenta, las intermitentes resilencias de luz condenaron los faros.


Ahora que el ritmo se sincronizó con el parpadeo iridiscente de las estrellas y constelaciones tatuadas en la penumbra nocturna, los deseos y anhelos del mundo durmiente suceden con imágenes extravagantes y percepciones alteradas. Ahora que la brisa entra por la ventana erizando centímetro a centímetro mi piel, se derrumban diferentes monumentos fundados sobre falsas expectativas de esta realidad. El sueño colectivo pareciera culminar en melancolía y el gusto por ella, en el miedo y fascinación por lo incomprensible, por lo desconocido, por lo mortal, por lo perpetuo y su alcance. Ahora que cierro los ojos y me uno a la orquesta es que nos volvemos sombra y su sombra… Ahora, ahora, ahora…

jueves, agosto 12, 2021

girasoles

hace tanto no me explota el corazón,

sea por efímera consagración o profana encarnación

me he dicho a mí mismo, sin reparo, sin remedio;

sobre el olvido en un par de ojos negros,

sobre la omnipresencia en el palpitar, en un respirar


hace tanto no me explota el corazón,

sea por recuerdos suspirados a media noche

o deseos de una utopía distante

me he mirado en lugares profundos, en agujeros negros con tintes girasol;

me he encontrado en reflejos donde perdí la razón 


hace tanto no me explota el corazón,

sea por catarsis y clímax recorriendo mis sentidos;

sin remedio o reparo, sin distancia utópica;

donde me mire entre girasoles,

justo donde compartamos, gozosos, la gloria