sábado, diciembre 28, 2013

El duelo

Siempre se trata de quitar cada día una, de llegar hasta el fondo. ¿Recuerdan el gran sueño que se hizo realidad? Sí, el mismo que sólo era un mal chiste. Todo comenzaba de pronto en un cuarto irradiado desde la ventana hasta mis entrañas, una cama desolada y un cuerpo desfallecido por el mar de tinieblas en el cual había librado un gran duelo. No estoy seguro del porqué comienzo mencionando lo anterior ni pretendo entenderlo. He logrado comprender que a veces son mejores las preguntas sin respuesta. Que siempre hay mejores maneras de comenzar al amanecer y al atardecer. Y más importante todavía, que los baldes de agua fría no siempre tienen que caer de una manera abrupta.

No preciso percibir cada instante con mensaje ocultas ni recreaciones absurdas sobre la manera indirecta de recatar los bolsillos de melancolía. No, la cosa es mucho más grave. Se trata de tratar de llegar hasta el fondo y aceptar esa realidad que sólo se mira si quitamos la toalla del espejo. A veces se comienza desatando cada bestia que está aferrada al corazón henchido de emociones y sentimientos corrompidos por la sangre de una mala actuación, pero, si se logra arrancar cada parte de un gran mordisco, será entonces que habremos hallado el mayor tesoro. Más grande aún que la resurrección que proviene de la manga derecha.

Comenzaré justo por donde nadie habría pensado hacerlo. Comenzaré con el oído plural de otra sociedad marginada por los "presentes". Siempre habrá una manera real de empezar a realizar cada buena actuación, con los trazos de nuestros recuerdos sobre nuestras palmas, sobre nuestra alma, y así será que nos habremos perdido juntos de una buena manera. Comenzaremos justo por donde llegamos, terminando un mal ciclo para un día despertar bajo el sol de la media noche sujetados brazo con brazo, ser con ser, alma con alma, entonces estarás con la mancha de mi tinta en tus venas y yo, yo sólo con el recuerdo de cada noche en vela.

miércoles, diciembre 18, 2013

Atemporal y omnipresente

Hay días en los que siempre vivo anhelando situaciones idóneas, etéreas. Esos mismos días donde creo haber entendido eso de los ejes y trópicos que coordinan las emociones. Esos mismos días en los que quisiera ser omnímodo de alguna manera, en los que quisiera crear una división atemporal que trascenderá hasta las palmas de Dios. Hay días en los que siempre vivo y siempre muero un poco con cada mala actuación. Días en los que recuerdo todas las malas jugadas que han ocurrido sobre mis retinas. Esos mismos días en los que quisiera ser todo y nada a la vez, vivo y muero nuevamente.

Siempre hay momentos en los que me encuentro blasfemando y derramando bilis de la copa de mi cabeza. Momentos en los que siento el recorrer de la adrenalina por cada una de mis venas desgarrando así todo el odio que se comprime dentro de ellas. Siempre hay momentos en los que quiero ser la esperanza gris mientras el escurrir de la sangre no cesa mientras, con los ojos cerrados, conduzco de vuelta a casa como suelo hacer con frecuencia, de dos en tres y de tres en diez. Esos momentos siempre son homogéneos y perpetuos porque sea como sea, siempre siento el ácido converger en la punta de mis dedos.

Y hay situaciones adversas donde pretendo ser omnipresente en todos los encuentros. En aquellos que ocurren y todos aquellos que están tan cerca que puedo tocarlos con el alma. Hay situaciones donde suelo perder el control, olvido el origen de donde se rigen todos mis impulsos. Situaciones donde el libelo que se derramó a torrentes desde mi ventana hacia los ladrillos de la sociedad, se convierte en escoria y bazofia eterna. Siempre hay situaciones donde pareciera que el mundo no merece un poco de respeto ni de escrúpulos. Hay situaciones donde solemos perder no sólo el control, situaciones donde aparecen y desaparecen las marcas que se postran sobre nuestras nucas mientras, vemos el reflejo de las montañas empapadas de recuerdos. Siempre hay y habrá momentos sublimes donde vivo y muero una vez más.

miércoles, diciembre 11, 2013

Mente en fuga

Quisiera tener una mente en fuga para así sólo mirar sin alguna razón. Para así poder tener un pretexto sin remedio de cada mala función donde el escurrir de mis dedos se convierte en sangre. Una mente en fuga para pretender que no hay necesidad de escuchar cada latido sino mas bien, escuchar cada impulso que se encuentran controlados por los tuyos, aún nos mantenemos bajo los miligramos. Quisiera tener una mente en fuga para sólo llegar al solar donde juntos proclamaremos victoria.

Quisiera tener una mente en fuga para llevar bajo mi manga izquierda el estandarte de gloria y consigo la racha de buenas obras que aún están bajo las solapas de mi piel. Para así poder tener recuerdos escurriendo desde mis codos sin necesidad de verlos fotografías. Una mente en fuga donde todo fluya conforme a lo dictaminado por mis impulsos, ya hablamos de que con ellos también irán los tuyos. Quisiera tener una mente en fuga para sólo tener la calidez de tu torso junto al mío.

Quisiera tener una mente en fuga para así olvidar una vez más. Para así poder tener en cuenta lo que más importa, lo que se lleva a veces con tan solo un respiro, con un suspiro. Una mente en fuga con la que ya no existan momentos donde olvide quién soy y peor aún, olvide quién extiende no solo la mano, sino también las lágrimas para un día retornar a la tierra donde no existe tiempo ni espacio. Quisiera tener una mente en fuga para sólo llevarte con ella mientras nos consumimos en cenizas. Nada más será necesario.

domingo, diciembre 08, 2013

La revolución está aquí

Basta con poner los codos sobre la mesa, con olvidar hacia qué lado se inclina la cabeza al dormitar. Basta con sólo mirar lento y rápido, con parpadear sin pestañas y mirar sin prejuicios. Basta con saber que estás sin necesidad de hacerlo, con mirar cada una de las esperanzas que se reflejan en la lluvia. Basta con dormir sin sueño, con despertar sin necesidad de desaparecer. Basta con mirar, nuevamente, sin prejuicios ni pretensiones ni nada semejante. Basta con sólo mirar el resplandor que yace en el recuerdo de las conversaciones imprevistas. Basta con recordar la manera en la que el tiempo y el sonido se detienen mientras brillamos al son del amanecer.

Basta con sostener la fortaleza más grande mientras la ciudad entera permanece en el sueño eterno. Basta con observar desde adentro la manera en la que las ruinas que están bajo las dunas resplandecen con sólo escuchar la delicada y fina frecuencia de tu voz. Basta con presenciar el mayor de los actos, el más inconmensurable, el mismo que nos hace pensar "La revolución está aquí". Basta con ser la inspiración, con ser la guerra misma mientras miramos la batalla desde el otro lado, desde fuera. Basta con ser la mente omnipresente, efímera, ambigua. Basta con ser la llama de la soledad que puede serlo todo y nada. Basta con simplemente ser inspiración.

Basta con sólo observar y mirar una última vez, con permanecer  perpetuamente en la mente (corazón) que está presente en mis manos. Basta con ser el solaz y la proeza más grande que podría haber, con ser constelación y galaxia. Basta con sostener tu rostro una vez más, eso es todo lo que necesito.