domingo, febrero 01, 2015

Al filo de la realidad

Me he ubicado justo en el centro del mundo. Camino despierto, quizá por vez primera, y me atrevo a levantar el rostro a la cara de Dios. Me pregunto sin cesar qué es lo que pretende o pretendemos, mis pulmones aliviados dan su primer respiro después del coma. Hubo quienes olvidaron no tirar al acantilado las elocuencias de la noche morigerada. Taimado ante la situación adversa. Vengo siendo la mejor sonrisa que puedo denotar a través de mis pupilas. Y es entonces que me estremezco desde los pies hasta el alma. Aprendo a contar mis pasos en reversa y me convierto en un ser etéreo, atemporal como un reloj roto. Miro las huellas que quedan después de la caricia de mi suela contra el asfalto, el aroma a aldehido fórmico pulula entre el albañal de mis pensamientos. Me he embriagado nuevamente con el dulce aroma, benzaldehido, tus voz en mis oídos. Tan dulce retinar, que olvidé cómo es que en verdad me llamo...

Me he convertido en el solaz ideal, en los ojos que callan silencios, en los dedos que proclaman justicia por el tacto, en los oídos que gritan sonidos unísonos. Soy la máquina de letras que crea un agujero en tus ojos. Soy homogéneo y convexo como el cosmos. Soy polvo estelar, parte de la hegemonía de las conversaciones que sostengo con la mirada y hablo por la piel. Soy la dinamita absoluta capaz de regenerar la revolución. Quiero explotar e implotar en tus sentidos , en tus impulsos. Consagrar lo inmaculado de mi inocencia con tu mente inigualable. Entonces vivo y muero una vez más...

Me he dedicado a acumular recuerdos en mis bolsillos, en mis pantalones rotos. No tengo miedo a todo aquello que me(nos) acongoja. He dicho una y mil veces que navegaré a la deriva rumbo al Norte. De mí partirán botes salvavidas y te llevarán en ellos (lo cual supone que no dormirás esta noche), realizaremos el vuelo y consagraremos, nuevamente, la libertad de nuestra maquinaria porque, como he dicho anteriormente, todo está escrito en tus ojos, y, soy yo quien quiere perderse en esa infinidad...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario