sábado, junio 04, 2011

Idealidad

Ya no esperes más que ya llegué por ti...

 Quiero recostar mi rostros sobre tu palma una vez más, quiero enfriar cada uno de mis impulsos, quiero despertar después de tres horas de ausencia, hostigado de no tener nada excepcional, ni siquiera una pizca de talento afinado a algo extra, a algo de qué hablar, algo qué compartir.

Las máquinas "perfectas"  quieren tornarse una misma, hablo de volver a vivir una aventura, deseo una sorpresa, hablo de volver a cero. Un buen día una vieja conocida trajo a mí recuerdos, en algunos de ellos me encontré envuelto en la vanidad que engolosina cada una de mis fracciones frías; trajo consigo recuerdos en los que amaba lo inmaculado que puede llegar a ser la vida, los pensamientos, las hazañas, las proezas, el alma; donde traté de enseñar a corresponder, lo que he escuchado todo el día.

Una mirada perdida en el vacío obscuro y humedecido por mi piel, mi linaje, mi desvariar entumecido por mis tobillos, ya no es suficiente. Tu cuerpo ahora adornado con un poco limpieza no podría ser mejor, es algo natural  tener tanto amor y no poder compartirlo, y vuelta otra vez, es mejor aún, idealizar y armonizar la vida que tenemos, dejarla vivir, dejarla fluir, no pido más.

Ya sé que no será como lo deseara mi pulso o mi latir palpitado y estremecido por las actitudes trasuntadas de mi ser (¿O tu ser?,  ya no encuentro la diferencia) jamás volverá a ser como pudo ocurrir en otra vida. 

¿Qué es mejor, caminar derecho o dar media vuelta y regresar? Yo me quedo con la primer salida.

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