lunes, diciembre 10, 2012

Dulce conciencia

He aquí el secreto que el mundo estuvo esperando, usar lentes cuadrados con el aumento suficiente para marear a un elefante. Cabellos ondulados y alborotados escurriendo sobre la frente, sobre la mirada. Tener buena ortografía y oler bien con frecuencia. Dejar que los pensamientos se escapen de vez en cuando, que resbalen por los codos hasta las manos y entonces poderlos enredar entre los dedos. Saber volar al derecho y revés.

Pensé en escribir "Te quiero". Te quiero lento, rápido. En un minuto y dos, y tres. No necesito tiempo para envolverte en júbilo. No es necesario juicio o razón para adorarte en sábanas gastadas y con lunas contempladas. Ama mis preguntas que yo amaré tus respuestas. Acaricia mis sentidos y mis latidos. Llena de gracia la vida morigerada que llevo conmigo esta y cada noche por concretar...

Pese a todo, si prefieres escribir "no puedo, no quiero". Si no crees en el tiempo y aborreces cada una de mis preguntas sin respuesta. Si odias el júbilo y las sábanas rosas que reflejan la luna palpitando al ritmo de mis latidos. Y despiertas, un día, sin la dicha de mi sonrisa en la proeza que sostenemos (¿en verdad?), entonces finjamos que no nos importamos. Que no nos vendemos a recuerdos mundanos. Que jamás fuiste necesaria y que no pertenecemos a la misma sinfonía conciencia mía... Dulce, dulce conciencia mía...

2 comentarios: