jueves, julio 04, 2013

CODA

Hoy me doy el lujo de usar etimologías sólo para fastidiar de lo lindo, para variar un poco. Una etimología que sigue siendo masticada en cada palabra que vocifero a torrentes, en grandes caudales a través de cada espasmo cosmológico al cual seguimos sujetos. ¡Vaya dicha que cargamos sobre nuestras jodidas columnas! Me mantengo en un andar dormido, en un andar despierto donde, el origen del universo se mide en porciones de café por día. Donde el caminar en la sombra del sol se convierte y converge en el declive de dos caminos. Sujeto cada camino porque ahora he de andar y de hacer y de regocijar y de blasfemar y de prolongar cada erección dos veces. Dos caminos: el sol y la luna. Me convierto en la unión entre ambos hemisferios despareciendo así, la diferencia entre cada trópico de nuestros corazones, esos que irradian un latir carmesí que es capaz de sulfurar hasta el origen del fin, donde el nacer y el morir siguen corriendo tras mi espalda.

Hablaba de el equilibrio entre el yo interno, el yo externo, el yo. Sólo por esta noche mantendré esa sensibilidad a flor de piel pero mañana, mañana podemos declinar hacia algún lado. Nos convertiremos en piedra o en juez de paz para asimismo, cambiar la dirección e inclinación pero hoy, hoy no. Ese andar de un lado siempre estará lleno de premisas halagüeñas... ¡Venga entonces! Seguiremos erguidos, potencialmente explosivos, demostrativos. Seremos la dinamita pura ante el conflicto bélico, y si nos importa un huevo la jodida guerra, entonces podremos darle el fin a la misma. Será parte del cosmos, de todo aquello que está transcrito y que no ha de virar tan solo un poco. Será que podremos promulgar el origen de los nuevos tiempos...

Y en cuanto el porvenir, no tendrá importancia mientras esté pensando en ese presente latente que puedo mirar en la misma sombra en la que vivo, la misma que crea cielos y océanos fugaces. Tan irradiante es la sombra que pudo crear la noche. La noche menguada, articulada. La misma que puedo contemplar sobre las sábanas gastadas enredada en mis fríos pies. Esa misma sombra que rodea el devenir de la vida, de la sociedad, de la riqueza, de la pobreza, del amor, del sexo, del país de la fornicación... Del universo entero...

Y si aún no hay dicha perpetuidad fortuita entonces siempre podremos levantar la mirada hacia el norte, pues allá será justo dónde nos encontraremos. Allá miraremos nuevamente los ocasos, los renacimientos y crucifixiones de mi alma pero hasta entonces, empaca tu maleta que partimos juntos mañana... Mañana... Mañana...

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