jueves, agosto 08, 2013

Pronto llegarán...

Tener esa sensación de correr sin piel, sentir el ardor de la adrenalina que circula por tu pecho, querer arrancar todo de un solo tirón. Podría continuar con una manera de hacerme mártir y sentir que vivo marginado en el rincón más deplorado de la sociedad. Sea como sea el ardor de la piel que por fin se desprendió de mí continúa presente. Si miramos más de cerca entonces encontraremos cada marca que se ha postrado sobre mis impulsos. Esa misma marca que arde fervientemente sobre cada uno de mis dedos, sobre cada una de mis uñas. Y si no miramos y sólo damos media vuelta esperando que las lágrimas que se derramaron, que ahora se convierten en sangre, dejen de correr y corromper aquello que ha quedado bajo la cama, entonces por fin será que los problemas nos han hallado.

Si nos quedamos un poco más de tiempo, pensando y sintiendo que la copa del mundo se sirve de nuestras palmas, entonces será nuevamente que los problemas nos encontrarán. Aún recuerdo la primera vez en la que sentí una verdadera llama de acetileno. Dicha llama sigue sin extinguirse pero ahora hace hervir el tránsito de alguien más. Podría contar cada una de mis hazañas, tan vívidamente, que sentirías el rechinar del rosa bajo nuestras almas. Sea como sea, sacrificaría al mundo entero, algo grande, lo más inconmensurable, por borrar cada estrago que quedó arraigado en mí. A veces despierto con la caída de la realidad sobre mi espalda, y otras tantas, ni siquiera despierto, ni siquiera duermo. Algunas de ellas no son tan imprescindibles, pero aquellas que sí lo son, siempre dejan las solapas bajo mi piel llenas de recuerdos. Llenas de minutos en los que circula bajo nuestra sombra el más esperado viaje.

Y otras, de las cuales prefiero no hablar con frecuencia, me desveló recordando cada situación, de esas que se convierten en reminiscencias, y trato de convencerme que ya por fin quedaron atrás. Quizá jamás consiga dejar dicha carga que estoy destinado a llevar sobre mi espalda. Quizá, y digo quizá porque soy tan obstinado, un día por fin tendré un rato de calma. Hasta entonces seguiré contando las anécdotas que escurren desde mis codos hasta mis palmas. Hasta entonces continuaré el viaje hacia el norte, quizá ya está jodido dicho lugar, pero siempre queda la esperanza. Hasta entonces seguiré retorciéndome en el suelo mientras grito de manera desesperada "¿Por qué a mí?"...

(Pronto vendrán por mí, sólo espero haberme despedido de la manera correcta...)

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