miércoles, septiembre 03, 2014

Melancolía

Me embriago con la noche articulada, con el recuerdo de una vida morigerada y con los detalles extenuantes de tu cándida sonrisa. La luna, quien muestra su lado más rojo, es testigo de mi testimonio, de cada una de mis proezas. No hay gran divinidad y las grandes atalayas ahora quedan sumergidas y suspendidas dentro del océano. Pienso en ir a algún lugar donde no hay ritmo para los latidos, donde se pueden quedar todos los impulsos dentro de la nevera. Un lugar para no existir. Un lugar donde no hay necesidad de respirar, sino de prevalecer. ¿Por qué?

La mímica que palpita en mis manos ahora está un poco retorcida y cada letra que es arrastrada durante la buena jornada queda impregnada junto a la marca que ha dejado tu perfume, junto al recuerdo de tu mirada. Miro hacia afuera a través de la ventana y las nubes rechinantes me hacen querer explotar. El destello nocturno siempre ha de estremecer hasta nuestras ventanas, hasta nuestras almas. Y ahora mi piel erizada me muestra el camino de regreso.

Observo las marcas que quedaron arraigadas a las zuelas de mis zapatos. Miro entonces el nudo que está cargado sobre mi columna y hago calumnias irreverentes sobre una mala remembranza. Escucho sonidos atónitos que provocan el hervor en la sangre y respiro (por mero instinto) mientras me consumo lentamente y me desvanezco en tus recuerdos.

Soy parte de tus impulsos y de tus instintos, soy todo y soy nada. Soy la parte más marginal. Soy la parte mezquina. Soy ansiedad y depresión y llevo por nombre melancolía.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario