miércoles, septiembre 24, 2014

Amarillo iridiscente

En un abrir y cerrar de ojos nuestras pupilas se perdieron. El color crepuscular quedó impregnado en nuestras memorias, en nuestros costados, en nuestras retinas. Las flores se derramaron lentamente mientras el brillo a nuestro rededor comenzó a esclarecer las ideas. Viejas conversaciones salieron a flote dejando cierta sensación escarlata en el ambiente. Las máquinas con ruedas ahora son parte del escenario y nuestra obra es magistral...

<<Comenzando siempre con la manos derecha (quizá la izquierda), y con sensaciones que recorren el ser entero dejando el hálito que escurre por la columna un poco más expuesto. Te fastidias de lo lindo mientras el estupor de la noche vuelve de manera taciturna sólo para hacerte recordar cuál es el color que se ve a través de su mirar...>>

Volvemos entonces al sitio donde comienza el origen del macrocosmos, y es entonces que la cosmogonía converge desde nuestros codos y escurre lentamente hasta que se tiñe de violeta. Llevamos sangre bajo la piel pero ya no importa más, pues el punto de salida está tan cerca que quizá no hay necesidad buscar. Llevaremos flores no sólo bajo las solapas de la piel. No. Las llevaremos en cada uno de los sentidos. 

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