domingo, marzo 01, 2015

3 am

Dicen que la vida se ha de cuantificar de acuerdo a la cantidad de cicatrices que marcan tu cuerpo, tus piernas, tus brazos; que los recuerdos que estremecen se deben la escasez de monotonía, un asesino lento. Quizá, creo yo, la manera de mensurar no es la correcta. Hay marcas espontáneas que nacen y desaparecen al instante, sin rastro, sin dolor, sin sangre. No se trata de una jodida "metáfora" haciendo referencias irreverentes a tus vidas pasadas, se trata de algo más contundente.

Me gustan hilar y unificar el instinto con el impulso. El ser irracional que existe, la inhumanidad que se pierde mientras la maquinaria de tu cabeza está en piloto automático. Prefiero ser inhumano, ser pasional. Prefiero hacer mil y un cosas estúpidas ante los ojos de los demás, que ser parte del montón de badulaques que extenúan al mundo entero. Aún sé que soy capaz de ser quien remonte al cielo, que provoque evocar la melancolía color violeta que transita sobre/bajo tu piel. Y más, aún, prefiero tu voz provocando mis sentidos, acariciando mi escuchar, consagrando lo enclaustrado en la ciudad.

Llega la remembranza a mis adentros de mi piel transpirante y mis latidos al compás de tu metrónomo. Mis melodías acariciando cada parte interna/externa de tu ser... Cierro los ojos y vivo nítidamente [en la selva] los segundos del sueño que no dormimos. Camino, aún entre mi magín, al punto máximo donde puedo tocar el cielo con mi piel, con mis dedos. Suspiro en tu regazo mientras el clímax resplandece sobre tus pupilas, entonces, respiro...

Dicen que la vida se ha de cuantificar de acuerdo a la cantidad de cicatrices que se postran sobre tu cuerpo, de ser así, jamás conocerás una marca tan grande como la mía...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario