domingo, mayo 10, 2015

Varðeldur

Estoy delante de la hoja en blanco, te miro a ti y a mí de la misma manera en la que lo he hecho a lo largo de tanto tiempo, sin ser parte el uno del otro. Aún no comprendo cuál es el verdadero contexto que está en tu/mi cabeza, así como no lo has hecho tú, por algo somos tan semejantes. Recalco en mis pensamientos las últimas noches, esas que han transcurrido en vela y sin una buena razón, esas noches en la que ha estado alguien presente, mucho más de lo que habría querido, y no lo digo por ser tan mezquino, lo digo porque quizá jamás encontré la manera de procrear paz...

Ya no me basta con verte y mirarte sólo en mis pensamientos, me he movido de entre los escombros que van quedando con el paso del tiempo sólo con la idea de por fin no perderte fuera de mi mente, más ahora, sé que las ideas y conjeturas que estoy derrochando a través de cada respiro quedarán de nuevo en el ático de mis pensamientos, en las cajas de zapatos bajo la cama y en los recuerdos que cargo en los bolsillos rotos de mis pantalones.

Estoy desenmarañando todo lo que cargo sobre los hombros, tengo las imágenes que se repiten una y otra vez, esas mismas que están llenas de recuerdos que jamás sucedieron pero son tan tangibles y latentes, tan vívidos, tan certeros. Dentro de cada uno de estos se puede percibir hasta la sinfonía más tenue de tu aroma que escurre sobre tu cuello, que desemboca en los ríos de tu espalda. Puedo sentir la manera en la que palpas con los ojos cerrados las constelaciones que se postran en mi espalda y cada centímetro de mi piel. No tengo problema alguno en querer ser de ti más que el simple recuerdo al amanecer.

Entonces es que yo también cierro los ojos sólo para sentir tu cercanía infinita, el invierno que circula sobre todo tu ser, la primavera negra que guardas en tus párpados, la Venus que se acaricia con la conjunción que entrepiernas llevas y el canto al Ecuador que proclamamos juntos al menos por un instante.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario