domingo, febrero 26, 2017

Inocuo

Las sensaciones inocuas quizá son mis favoritas, más por mera pesadumbre que por fascinación o algo semejante; pienso en lo grotesco que puede llegar a ser el infame enanismo de los corazones rotos y las almas que han perdido la victoria y gloria que deberían cargar sobre los hombros. Ahora que pretendo proclamar verdades y realidad tatuadas sobre mis pupilas es que me doy cuenta de la funesta sinfonía a la que se arraigó mi melancolía, ahora que lo estrecho sobre mi piel reencuentro las flores moradas que están escondidas bajo esta.


Me parece tan lúgubre el trecho en el cual hemos de inmiscuirnos a razón de la desesperada desolación, ese maldito lapso de pérdida de razón mientras se está con ojos cerrados y palmas abiertas en el aislamiento de cuartetos y quintetos enajenados hablando del romance y el amor por sensaciones inocuas. Llueve en mis recuerdos y empalmo en pilares cada uno de mis rostros sobre la marca del viejo tesoro, me llueve el corazón mientras el vino corroe mi sangre y mi desnudez insufrible.


Mis manos llegan a un contacto inalcanzable para el contexto que pretendo derrochar a raudales y es cuando me digo a mí mismo "¡Vaya mierda!"; repito para mis adentros mientras río de lo lindo por lo absurdo que es mi vagar. He de celar los recuerdos casi ininteligibles que están surcándonos la piel, llevo historias tatuadas bajo cada lunar y cada imperfección; tengo una sensación de tanta avidez como esa necesidad de querer crear revolución y grabarla sobre nuestras clavículas.

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