jueves, abril 26, 2018

The Wilderness

El universo colapsa en la garganta y no hay manera alguna de estrecharlo cerca del pecho para apaciguar la autodestrucción, las palabras faltan o quizá es el aliento quien hace estrafalaria su ausencia. Vivo pensando en la falta del otoño perpetuo, en los días en los que me inmerso al despertar, al abrir los ojos para caer mayoritariamente en mi propio abandono, para caer en la normalidad del mundo y de la vida donde la mescolanza y pesadumbre reconfortan a cada desalineada imaginación.

Llevo la naturaleza dentro de mí, la llevo en forma de ramas y colibríes y mariposas y medusas y todo lo que pueda parecer significativo para la realidad; llevo esa misma naturaleza que se ha encontrado con la vida partida que en cabeza llevo. Esa misma vida que se arrancó de las entrañas buscando llevarse consigo lo arraigado al alma y al cuerpo; esa misma que a veces deja atrás lo que es saber volar con el viento.

Soy ansiedad, a veces soy depresión, a veces soy psicosis; soy un conjunto de conspiraciones que te mantienen vigilado buscando la más mínima falla para hacerte perder la razón. Hemos dividido al mundo en dos ejes paralelos donde consagramos algo impío y mundano, repleto de libelo y mierda etérea, un mundo donde todos te observan y contemplan la plenitud de la naturaleza.

El universo colapsa en la garganta mientras los colibríes y las ramas se vuelven parte del tiempo y del espacio, colapsa donde la depresión y ansiedad se encuentran culminando la creación y la destrucción.

Soy ansiedad y depresión pero llevo a la naturaleza dentro de mí.

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