Receptor de sensaciones, la piel que abandona prescinde de la vida,
del alma. La ausencia que acaricia lo que de ti queda,
me conlleva a no saber pronunciar palabra alguna,
a olvidarlo todo de mí,
desde estos pequeños atisbos de realidad,
hasta el respirar abrupto del estertor nocturno,
seguido de espasmos y dolor en el pecho.
Me parece tan absurda la idea y avidez de la mente por querer confeccionar el universo y su entrañable creación;
me parece tan absurdo, jodido y soez,
añorar los buenos tiempos que pudieron existir.
Pintando los días carmesí, la sangre circula y aprisiona,
desde la más angustiante soledad,
hasta los delirios que velamos en desvelos obligados. Cerrar los ojos es, también,
una manera de desaparecer,
de quedarse a solas y en calma. Abrir los ojos es la forma más parecida del despertar,
de fluir...
¿Y quién no se siente parte de olvidos?
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