viernes, febrero 01, 2019

Temporada

La sensibilidad sobre las palmas es la que nos hace percibir calores y sensaciones que provengan de otro tacto.
De poder hablar(te) con dicha sensibilidad, con dicha veracidad, habríamos hecho ya del firmamento nuestro mapa predilecto.
El mundo se sincroniza con el ritmo de la sangre que corrompe y asegura el origen del universo; la misma que transita a razón de sensaciones, y ciertamente algunos nombres.

Hablé de la manera en la que se puede llevar marcado el nombre en el corazón, de la manera en que, con el corazón en las manos y el alma de frente, se sujeta uno a la incertidumbre.
Las copas caen sabiendo que la lluvia carmesí manchará la base del mundo.
Entonces la vida trasciende.

Que se forme un diálogo interminable en el que se trata la manera en que habría(mos) de sujetar(nos) al aire.
Cara a cara, ser con ser; con el alma entrelazada y la extenuante muerte de la temporada. 
Que se creen memorias donde consagremos lo impío, lo inmaculado.
Con el tacto a flor de piel, con los latidos al ritmo del viento.


El cuerpo reacciona, los párpados caen mientras tu mente se nubla con tormentas, con la necesidad de calma. Respirar para vivir, para morir; los latidos se aceleran mientras piensas en la lógica de un sueño, mientras permaneces en mis pensamientos.

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