Miraremos dentro un buen día y cuando sea el momento preciso para admirar la luz contraer tus pupilas de lo lindo, no seré yo quien vea el reflejo en el abismo marrón mirar inigualable. La textura fina sobre tus dedos rozará mi cabello una vez más pero ya no será fascinante. Retornaré al dicho lugar de agua que cae sólo con un lápiz y una hoja en mano. Pintaré la mariposa más prodigiosa que haya sido avistada por la sociedad. Y de nuevo entonces sucederá que ya nada más será necesario. Usaré lo más asombrosos vestidos que sólo se presencian bajo el parpadeo de la luna iluminando las alas que se postran sobre mí. Sobre mi alma.
Aún me atrevo a mencionar las calamidades que llenan y corrompen todo mi magín y, aunado a la mala y extenuante forma de sentir el mundo y sus alrededores, quedé ahíto de la solapa que estuvo presente. Aquella zozobra que me sirvió cual bastón al hombre taimado y fatigado. Pronto ya no estaré más en tus zapatos ni en los mío. Ya no estaré en los jodidos zuecos de alguien porque habré desaparecido. O, quizá yo esté mal...
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