martes, octubre 01, 2013

Propósito, razones, conclusiones y revoluciones

Suelo preguntarme cuál es el propósito de cada espasmo que acaricia mi médula y todo mi sistema. Comienza siempre desde la punta de los dedos y recorre cada parte, hasta la más mezquina. Un paso firme es lo que dicen algunos que siempre hace falta pero, de qué sirve el jodido paso firme si se da sin sentido ni dirección. Hay otros tantos que prefieren hacerlo con vendas en los ojos, como si en verdad supieran siempre la razón por la cual lo están haciendo. Sea como sea, yo prefiero hacerlo de espaldas, así, tendrás oportunidad de saber qué tanto te sigue persiguiendo.

Caminando de nuevo, al derecho y al revés, de dos en tres y de tres en cuatro y de cuatro en diez y de diez en millones y de millones hasta donde nos alcance la imaginación, y para mi buena y jodida suerte, tengo un magín tan irreverente que estoy casi seguro de que podría llegar a caminar sin necesidad de dar paso alguno. Aún puedo sentir cada cosquilleo y hormigueo cerrando lenta y plácidamente mi garganta mientras la atmósfera presente me consume con un sólo propósito pero, esta noche no vengo a dar peroratas sobre propósitos ni convicciones, no. Sólo por esta noche quiero recalcar cómo es eso de ser la revolución que emana desde las retinas hasta las pupilas. Estoy aquí y ahora, seguro de que dicha revolución comienza siempre desde nuestros muñones (y le digo muñones porque la invalidez no radica en lo físico) y, termina hasta donde queramos hacerlo.

Entonces es que por fin recuerdo cuál era la razón de esta noche. De nuevo comenzaba desde la punta de los dedos pero no terminaba en partes marginadas, sino, más bien, termina justo en los codos, termina justo donde los pensamientos convergen y radican en una sola sensación. Sensaciones que recorren la espina dorsal de manera taciturna, llenas de reminiscencias que no deberían ser parte del pasado ni del futuro. Es más, ni siquiera deberían ser parte de un presente porque ahora lo único que importa es mantener la ventana abierta, después de todo, aún podemos volar como mariposas. Aún podemos contemplar la descarada dicha de la luna que está postrada sobre lo que tú llamarías libre albedrío. Después de todo, y digo realmente todo y nada, aún podemos comenzar con tu cuerpo suspendido junto al mío y amigo mío, eso será siempre y eternamente genuina inspiración.

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