domingo, julio 19, 2015

A veces

A veces hay que llorar, llorar con el corazón, llorar con el alma, llorar con los recuerdos cayendo como copos pesados de nuestras manos, escurriendo por las rodillas y derramándose por las lágrimas. Llorar con un llanto conciso sin estertor taciturno ni parsimonía infinita. A veces hay que hacerlo a media noche cuando no hay visitas sin consulta ni efemérides pertinentes, cuando se está en completa calma y la melancolía mermada no está constipando las entrañas. Y otras tantas hay que hacerlo a obscuras y en silencio mientras con ojos abiertos se descansa el sueño del mundo.

Me parece absurdo y soez no tener otros recursos para ahogar el llanto, para declinar y escudriñar cada una de las declaraciones celestiales. Me parece una maldita ridiculez seguir recurriendo a tus recuerdos cuando se está a horas de distancia, cuando estás divagando en el ocaso de otra naturaleza mientras yo me encuentro aquí y ahora sin sol ni invierno. Y peor aún, soy yo quien me parece más ridículo y absurdo enclaustrando cada día de cristal cual reliquia inmaculada.

A veces hay que callar cuando se está vivo y pleno, cuando se es ridículo y elocuente sin previsión alguna. A veces hay que callar mientras con un nudo en la garganta te miro y me miras diciéndome las grandes proezas del sueño que no duermes, del canto que no deliberas, de los recuerdos que no prosperas. A veces hay que callar cuando con arrebato me despojas de mí con una sonrisa y una caricia, mientras mantengo el sueño que no concilio, mientras vocifero un canto al Ecuador (porque ellos cantan demasiado bien o demasiado mal), mientras sostengo cada recuerdo tuyo con guantes de niño y refiero cada uno de ellos a tu mirada, pues, basta con mirarte a los ojos para perder la razón.

A veces hay que llorar, a veces hay que callar, y más importante aún, a veces hay que llorar y callar al mismo tiempo, mientras se sostiene la delicadeza ajena y se es más que un solaz irremediable. A veces hay que callar y llorar mientras, y con mucha razón, se desmenuzan las venas para extraer la tinta con la que hoy vengo a declarar que estoy muerto. (A veces en mí recae la noche.)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario