He de verte aún con la infinita obscuridad noctura, con el alma resplandeciente a razón de tu ausencia; he de hacerlo simple y sencillamente mientras te pienso aunque exista esta lejanía.
He de sentirte a sabiendas de la posible falta de tacto y sensibilidad; he de hacerlo sin esperar algo a cambio que no sea una cálida sonrisa y quizá la sensatez de tus labios abnegados.
He de probarte con cada uno de los silencios que callamos a media noche; he de hacerlo con la esperanza ferviente de aprender a corresponder y hacerlo sin miedo a retroceder.
He de hablarte, de verte, de sentirte, de probarte; he de hacerlo con cada sentido y cada fracción de mi alma y mi conciencia, he de escucharte a través del pecho, he de hacerlo siguiendo el metrónomo y la sinfonía de tus latidos; he de respirar al ritmo de la vida que emanas incluso cuando no dices nada.
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