martes, diciembre 04, 2018

Zeta

Los latidos se aceleran a causa de estruendos externos, sean por arbitraria realidad y la jodida ambigua ironía, la misma donde, y con manos llenas de vacío, habríamos de encontrarnos en mundos y espacios paralelos. Los latidos son los que denotan lo que en las sensaciones detona, en estos mismos es donde el tránsito sanguíneo conlleva evocar lamentos que se traducen en palabras escurriendo por los dedos.

Las palabras transitan sobre la piel, surcan de manera salada agonía y ausencia, abandono etéreo donde sigo consagrando memorias inexistentes de nuestro colapso delante del mar. Las palabras mueren a cada instante.


Mis palabras mueren a razón de la indiferencia, nos mostramos desnudos y vendas en los ojos; con el alma de frente y el corazón en las manos; nos mostramos sin temor alguno hasta que las palabras muertas nos alcanzaron.

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