sábado, julio 06, 2019

1954

Si he de declarar fé hacia algo, lo haría retomando sensaciones, momentos e interacciones genuinas. Lo haría refiriendo todo a la presente necesidad latente de querer contentar al mundo entero, lo haría con la misma vehemencia a la que aclamo muerte a la noche. Hablaría del hatajo de cosas que corrompieron nuestros sentidos, nuestros impulsos; llenaría de melancolía el morado compartido que yace bajo flores, sangre, palabras y piel inexplorada. Hablaría de Venus y Marte; de la hegemonía del mundo y el universo; lo haría en silencio mientras me desvanezco.

Compartiría inexorablemente cada proeza vivida, cada reminiscencia olvidada; haría de la vida equilibrio...
Fluye sin detenerte, respira, recuerda y olvida... resplandece...

A veces es imprescindible vivir días en el fondo del océano, saciar el tormento, recordar los respiros después del coma; creer en la oda perfecta que se ha creado.
A veces es imprescindible evocar las sensaciones correctas, difuminar palabras bajo los artificios correctos.
A veces es imprescindible y, otras tantas, no.

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