martes, julio 16, 2019

Noche perpetua

Y si el alma trasciende, que sea sobre tu piel y tu tacto, sobre tus impulsos y los míos acordes a nuestra piel y el relieve de tus labios.
Que la noche nos invada y que las luces del resplandor esclareciente concuerde con las manos entrelazadas.
Que la noche nos haga parte de la obscuridad y que las estrellas nos vuelvan parte de la inmensidad infinita del universo; hagamos la noche y nosotros a ella; hagamos de la(s) velada(s) recuerdo(s) afines a la media noche.

La noche vuelve a encenderse, la búsqueda perpetua ha de colapsar en el momento en el que por fin nos encontramos, con notas afinadas al metrónomo de mis latidos y con sensaciones escurriendo desde los codos hasta la punta de los pies.
A ciertas horas se pierde la noción del tiempo, perderemos la razón; y si nos olvidamos con el alma de frente, qué importa si las manos mantienen en sus palmas sangre y gloria.

Hablaba de desgracia, del aliento antes de dormir y de precisar el tacto etéreo, menguado y lánguido que ha de sucumbir ante las pasiones suspendidas, ante las cenizas que remarcan las huellas de vidas ancestrales.
Hablaba del respiro al despertar y de la tragedia que corrompe los instintos donde te busco, donde te pierdo. Donde te tengo y no.

Entonces me encuentras, entonces te encuentro...

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