me encontré ante el destino, le miré al rostro mientras, y con la punta de mis dedos, acaricié la noche
los estragos han de recubrir mi alma entera, mi ser <ahora expuesto a la creación, a la destrucción> habría de remontarnos hasta las estrellas de más allá
aún con el tacto a flor de piel, busco en la cornucopia, busco entre el estertor de quienes me rodean, de quienes me sonríen con paranoia entre las pestañas
no sé qué tipo de estruendo ha corrompido y corroído hasta mis entrañas, en las aguas llenas de estupor pretendo conocer la cosmogonía, la flecha que es capaz de perforar hasta la médula
el último hálito se torna impío mientras las reminiscencias de almuerzos y desdén, se desvanecen con la caricia lunar
qué sería de la vida sin estruendos perpetuos, proezas y uno que otro desazón, me pregunto si en tus recuerdos brillo de forma obscura, si en el tránsito de tus venas permanecen las hazañas no cumplidas
ahora que sujeto mi rostro al despertar, sueño con el hastío del mundo
no hay máscaras ni otro tipo de artilugio artificial
me encuentro desnudo ante el mundo, aún sostengo marcas de nacimiento y una mente torcida, corrompida por ellos
me encuentro más allá del horizonte con palmas abiertas y brazos estrechos
me encuentro entre el universo finito que no poseo, que no contemplo
me encuentro con el quizás de otra vida, susurrando libelo y bazofia
me encuentro, de nuevo, ante las miradas pusilánimes que parpadean ante mis defectos
me encuentro añorándome, en busca de la verdad que no contemplo
me encuentro, aquí y ahora, en un minuto y dos, y tres
me encuentro y sólo me encuentro