miércoles, diciembre 24, 2014

Banquete de Noche Buena

Afable desprecio y repulsión hacia el mundo. El mar de arenques badulaques corroe mis entrañas. Me encuentro en el lugar más recóndito de la gran ciudad, tan lejos de mi destino. He de levantar el rostro para despilfarrar marrullería finita grabada en sangre bajo la piel. La agonía, el cáncer y el delirio de la sociedad escurre a través de la ventana y nadie es capaz de limpiar semejante lindura. Estoy constipado de sensaciones, mi cuerpo es una puerta sin cerradura hacia la incertidumbre. Miro y observo la mala manía de caminar mientras las esperanzas se desgastan bajo las suelas de los zapatos. Critico esa mala racha de derramar los sentimientos por los codos, por el alma. Si miro hacia la izquierda puedo contemplar la llama de acetileno aún incandescente.

La conciencia pusilánime de aquellos quienes se jactan de grandeza está chapaleando por todos lados. La lluvia cae a torrentes mientras mis reminiscencias y viejas memorias se empañan con tu aliento de haraganería <porque has de saber que la vida no se mide en la cantidad de espacio que puedas abarcar en el cosmos>. De nuevo siento la jodida necesidad de circuncidar la mierda que cargas sobre tu espalda. Es entonces cuando te darás cuenta que esa gloriosa fascinación hacia lo más mundano es como una erección permanente, a tal grado, que te vuelves priápico. Cargas con un dolor corrompiendo la entrepierna. ¡Qué bonita ironía!

Estoy al borde del abismo, declinando y escupiendo libelo delante de Dios. Le pido a gritos que desaparezcan los antiguos círculos donde alguna vez perdí el uso de razón. Miro de nuevo su rostro exigiendo ser colocado en el plano al que en verdad estoy destinado. Al plano al que fui asignado. Una última vez estremece todo el auditorio presente. Hacen acto irreverente rasgando cada uno de mis poros... Los aplausos aturden mis sentidos y mientras cierro los ojos, comienzo a navegar hacia Noruega...

martes, diciembre 23, 2014

Instinto

¿Tragedia? ¿Por qué precisamente una tragedia? He llegado a la conclusión de que el mundo no se mide de principio a fin, ni de norte a sur o de oriente a occidente. No hay forma correcta de saber cuál es el orden correcto de la cosmogonía y hegemonía y fisionomía y fisiología de la vida. Quizá lo hemos estado haciendo mal desde siempre, quizá no.

He despertado del sueño eterno (no será la primera vez). Sucedió en un instante, en un parpadeo. Sencillamente abro los ojos y el atisbo de realidad de una velada taciturna aún escurre por mis mejillas. Me levanto aún esperanzado, imaginando que el mundo no está al revés. Que no existen los humanos y que sólo soy parte de una vida inimaginable, utópica. Que estoy lejos de la gran ciudad. Que por fin (y mera enajenación) he liberado a mi animal interior, el mismo que está enclaustrado en mi pecho, en mi respiración, en mis latidos. Que he olvidado la forma correcta de vivir. Me he convertido en instinto.

Tengo esta rara manía de pensarte como todo lo que no podemos ser. Ya no importa si te menciono de alguna forma. Estoy ahora aquí con un gato ronroneando sobre mis sentidos, sobre mis pensamientos y delirios. Y entonces, nuevamente, caigo en el sueño eterno...

Después de todo, he vuelto a abrir los ojos recapitulando cómo ha sido el menguar de la noche articulada imaginando para mis adentros el orden y el origen del "todo" de la cosmogonía y la hegemonía y la fisiología y fisionomía del universo. Encuentro la razón que ha estado desde siempre... Quizá lo he estado haciendo mal desde que tengo uso de razón, quizá no...

sábado, diciembre 13, 2014

Noruega

Despierto siempre antes de que salga el Sol con estragos en los recuerdos. Rememoro aquellas conversaciones que tienen quizá poco menos de un año. Aún llevo arraigado a mi tacto y a mis pupilas todas y cada una de las efímeras situaciones que se creaban lentamente. Más aún, recuerdo el dulce retinar de tu voz acariciando mis oídos. No tengo maneras de creer, ser y existir al mismo tiempo. Lo único bueno que podría alardear para mis adentros es que sé decir sí y no al mismo tiempo, mientras me complemento con las melodías atónitas que divagan en mi memoria. No tengo más formas para saber que estás sin ser. Y es entonces por dicha omnímoda razón por la que de nuevo es que me encuentro justo como llegué al mundo. Quizá siempre estoy hablando de revoluciones y guerras internas. Lo sé, es ridículo. No tengo problemas en aceptar qué tan imbécil puedo llegar a ser, por el contrario, si sé que lo hago del carajo me río y lo disfruto. Veo mi mirada retratada en tus memorias (que quizá no existen) y me mofo de mis propios delirios y agonías. Me minimizo por tal o cual "valor" que tengo. Me veo nuevamente y grito a carcajadas "¡Pobre miope!". Me vale un reverendo ardite las noches taciturnas en las que me desvelo recordando y arrancando las flores de melancolía que están tatuadas bajo mi piel. He decidido que no soy ni seré escritor, lo que yo hago es un canto (así como dijo alguna vez él), y justo ahora mismo estoy cantando mientras escupo en el rostro de Dios.

No tengo miedo alguno en esta vida, no merezco tenerlos. Me da lo mismo. Sólo tengo que confesar que lo único por lo que no quisiera irme al infierno es por tener una memoria llena de remordimientos. Sé que es la manera etérea de vida amancillada morigerada a la cual estoy amarrado y pendiendo como un hilo sin hebras de hierro. Aún hay cosas que no me atrevo a decir, y no es por fascinación o enajenación, es sólo porque aún quiero callar cada uno de mis silencios. Es entonces por lo que estoy aquí, porque la mejor manera de expresar el silencio es con palabras y letras y libelo que sólo se puede escuchar en la mente. Son como los lamentos de mi vida sordomuda que está circuncidando la vil bazofia que está en las cajas de zapatos bajo la cama.

Y por todas estas "reverendas e inmaculadas" razones es por lo que me atrevo de nuevo a mencionarte sin la necesidad de citar. No tengo nada más que dar ni mucho menos puedo esperar algo a cambio. Hay una mescolanza palpable en todo esto, y por esa extenuada razón es que tengo los oídos constipados de alucinaciones donde llega el idóneo momento, elemental, crucial. Llega la idealidad de todas las ideas que creé con un poco de una mala racha. Aparecen ante mí los momentos que vivimos en vidas separadas pero unidas por la única razón de respirar.

Lo digo y remarco sólo por mera fascinación y enajenación, todo está escrito en tus ojos.

miércoles, diciembre 03, 2014

KGME

"Tienes sangre en las manos y sé que es mía..." Aún tengo cada recuerdo palpando mis palmas, mis párpados. Cada canción, cada sensación, cada emoción. Tengo el recuerdo de aquellas noches en las que nada importaba, no había por qué tener miedo a la oscuridad o a las luces de media noche. Sólo bastaba con entonarse al ritmo de la séptima canción. Hoy llevo esos estragos en una copa vino de la cual bebo de manera irreverente, y mientras el color violeta pasa por mi coleto, es entonces que recurro a los viejos viajes a Noruega, a Japón, a donde sea que fuere, sin necesidad de algo más que un suicidio en el nombre de Dios.

Es entonces por lo que he tomado ciertas decisiones y un buen de cosas más. Sujetaré mi mochila y la llevaré tal cual está, no importa si es importante o innecesario. Me importa un reverendo ardite. Sólo quiero llegar sin precisar algo más. Caminar de manera taimada y soez (tal vez), sólo caminaré <sigo sin la certeza de qué dirección será> y entonces será que por fin entregaré el corazón con mis propias manos. Con el gorgotear de la sangre a través de mis palmas, con los recuerdos aún escurriendo desde los codos y con los bolsillos llenos de melancolía. También, llevaré los miligramos de realidad sólo para asegurarse de no tener que enfrentar perturbaciones.

Sueño con dicha situación, esa en la que nos dejamos envolver por la atmósfera, esa misma que nos hace sobrevivir mientras aún mantenemos toda la distancia que ahora se crea por la máquina de letras, por el abismo de una distancia incierta y efímera. El agujero negro de todos los deseos que están corriendo por todo mi sistema. Vengo en busca de la cosmogonía y fisiología que existe en todo tu ser, desde los pies hasta el alma, desde el alma hasta mí...

No tengo miedo en citar sin necesidad de nombrar pues sé que cada una de estas letras que arrastro han de llegar a ti sólo para enajenar de lo lindo tu magín. Y entonces por fin será que podré llenarte de recuerdos, seré cada centímetro de tu piel mientras coloreamos las constelaciones de la mía. Nos miraremos bajo el ocaso y llegará el clímax en el que bastará sólo un momento para callar tus silencios con los míos... Y viceversa...