sábado, diciembre 13, 2014

Noruega

Despierto siempre antes de que salga el Sol con estragos en los recuerdos. Rememoro aquellas conversaciones que tienen quizá poco menos de un año. Aún llevo arraigado a mi tacto y a mis pupilas todas y cada una de las efímeras situaciones que se creaban lentamente. Más aún, recuerdo el dulce retinar de tu voz acariciando mis oídos. No tengo maneras de creer, ser y existir al mismo tiempo. Lo único bueno que podría alardear para mis adentros es que sé decir sí y no al mismo tiempo, mientras me complemento con las melodías atónitas que divagan en mi memoria. No tengo más formas para saber que estás sin ser. Y es entonces por dicha omnímoda razón por la que de nuevo es que me encuentro justo como llegué al mundo. Quizá siempre estoy hablando de revoluciones y guerras internas. Lo sé, es ridículo. No tengo problemas en aceptar qué tan imbécil puedo llegar a ser, por el contrario, si sé que lo hago del carajo me río y lo disfruto. Veo mi mirada retratada en tus memorias (que quizá no existen) y me mofo de mis propios delirios y agonías. Me minimizo por tal o cual "valor" que tengo. Me veo nuevamente y grito a carcajadas "¡Pobre miope!". Me vale un reverendo ardite las noches taciturnas en las que me desvelo recordando y arrancando las flores de melancolía que están tatuadas bajo mi piel. He decidido que no soy ni seré escritor, lo que yo hago es un canto (así como dijo alguna vez él), y justo ahora mismo estoy cantando mientras escupo en el rostro de Dios.

No tengo miedo alguno en esta vida, no merezco tenerlos. Me da lo mismo. Sólo tengo que confesar que lo único por lo que no quisiera irme al infierno es por tener una memoria llena de remordimientos. Sé que es la manera etérea de vida amancillada morigerada a la cual estoy amarrado y pendiendo como un hilo sin hebras de hierro. Aún hay cosas que no me atrevo a decir, y no es por fascinación o enajenación, es sólo porque aún quiero callar cada uno de mis silencios. Es entonces por lo que estoy aquí, porque la mejor manera de expresar el silencio es con palabras y letras y libelo que sólo se puede escuchar en la mente. Son como los lamentos de mi vida sordomuda que está circuncidando la vil bazofia que está en las cajas de zapatos bajo la cama.

Y por todas estas "reverendas e inmaculadas" razones es por lo que me atrevo de nuevo a mencionarte sin la necesidad de citar. No tengo nada más que dar ni mucho menos puedo esperar algo a cambio. Hay una mescolanza palpable en todo esto, y por esa extenuada razón es que tengo los oídos constipados de alucinaciones donde llega el idóneo momento, elemental, crucial. Llega la idealidad de todas las ideas que creé con un poco de una mala racha. Aparecen ante mí los momentos que vivimos en vidas separadas pero unidas por la única razón de respirar.

Lo digo y remarco sólo por mera fascinación y enajenación, todo está escrito en tus ojos.

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