jueves, octubre 22, 2015

Naufragio

Oí la gestación del nuevo mundo, uno que no es helénico ni formidable o utópico. Este está creciendo dentro de mí a razón de conjunciones y eslabones, a base de música; porque he referido las victorias y derrotas de mi vida a la sinfonía que está mermando mi oído izquierdo. Podría unificar todo en base a esta canción, a la misma que escurre por mi espalda y me hace moverme con el viento, ligero como una pluma de plomo, desarmando la afable sonrisa que no veo, que no sostengo, que no poseo.

Pensé en escribir sobre ti y la pérdida de razón que creó el agujero negro, sobre tu ojos donde he contemplado parte primordial de mi pasado y mi presente y mi futuro, sobre tu piel, esa misma donde veo cada una de mis pasiones y mis debilidades y mis delirios. Pensé en hacerlo al amanecer y al anochecer mismo donde, y por gloriosa razón, habría colapsado este universo que está chapaleando en mis palmas, en mis sentidos, en mi jodido destino. Mas, ahora, he perdido la razón.

Tendría que arrancarme el alma antes de morir, más por convicción que por instinto, tendría que hacerlo en uno y dos y tres minutos y en cada momento atemporal. Tendría que hacerlo sin necesidad de prevalecer donde cada presente tendría una reverencia y una felicitación, tendría que hacerlo a expensas de mi querer y tu querer. Tendría que arrancarme el alma, al menos por un instante, con la convicción de perder la razón más no el juicio. Tendría que arrancarme el alma, por más de un instante, sólo con la idea de despertar a tu lado. Tendría que arrancarme el alma antes de dormir.

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