lunes, diciembre 20, 2010

Recuerdos

Las luces me cegaban y distorsionaban mi percepción de cada instante, la música me aturdía y causaba una sensación extraña en mi ser -me sentía ahíto de tanto disturbio audiovisual- , pero en ese momento no importaba nada más, yo sólo buscaba aquella figura cubierta de flores negras de contorno blanco, la veía moverse entre la muchedumbre, de un lado a otro se contoneaba sin cesar como un bote a flote, navegando a la deriva.

Buscaba cruzar miradas y palabras, yo sólo me acerqué lo más que pude y en cuanto estuve ahí no hice nada, cada momento era un nuevo misterio que se postraba frente mío, ¿O es que acaso yo lo había buscado de esa manera?.

Mis manos escurrían, el chapaleo del agua junto a mis pies no se detenía. Una pregunta, siempre lo cambia todo... Un parpadeo y me encuentro en el centro del mundo, mi cuerpo danzante y tambaleante gira al compás del tiempo y espacio, miradas y pensamientos cruzados colapsan en ese momento, el clímax ha llegado.

Un parpadeo más y me encuentro sentado y muy hablante, recordando viejos momentos, desenterrando viejas memorias olvidadas, postulando nuevas maneras y perspectivas de admirar el mundo. Hablando de viejos escritos y comentando de otras formas de apreciar el sonar de una melodía atónita que eriza la piel, hierve la sangre y hace palpitar al corazón.

Y de nuevo mi cuerpo vive el pudor del público frente mío, pero nada de eso importa, he estado preparándome con tantas improvisaciones que ya he perdido la memoria. Una vuelta más y todo termina.

Regreso al sitio donde todo comenzó y me voy. El último ademán, levanté mi mano y dije adiós. 

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