viernes, diciembre 17, 2010

Y eso es maravilloso...

Un pensamiento que se escapaba una vez más mientras caminaba al rededor de esa habitación, mis pasos era menos marcados que el girar de las manecillas de un reloj, pero más complejos que el tiempo, eran el reflejo de mi verdadero sentir, mi existir.

Era demasiado tarde, la luna estaba en lo más alto del cielo, podía mirarla desde la ventana, y por alguna razón no había logrado conciliar el sueño, era como si algo lo hubiese arrebatado de mí y sentía una gran frustración, mayor a la que pude haber sentido en toda mi vida.

Mis pensamientos eran confusos, pero todos giraban al rededor de uno en específico, el cual me había quitado algunas noches de sueño unos días atrás. Después de tanto meditarlo me detuve, mis pies descalzos dejaron de girar, y sin embargo, nada se detuvo, todo continuó igual.

Pero claro, qué podía esperar de esa circunstancia, todo continua girando, siempre y cada momento, que jodido es todo entonces.

Me recosté en esa cama vacía, rígida y fría, cerré los ojos y comencé a sentir cada parte silenciosa, en esos instantes deseé tener a alguien junto para enseñarle a corresponder. Y aunque podía sentir la corriente fría impactarse contra mis mejillas, mi cuerpo brillaba más que mil soles juntos.

Todo era parte de un ritual, el más personal que podría haber imaginado, pero y ¿acaso sólo era una iniciación?, algo que jamás terminaré de descifrar. Y de pronto, una explosión que emaba dentro de mí, mis pupilas se dilataban y mis piernas desnudas se entumecían, una extraña forma de conocerme había nacido.

Y después de eso, por fin pude dormir.

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