lunes, marzo 21, 2011

Regreso a casa

¿Y cómo es que otros tantos muestran tanta indiferencia?...

Quizá no estés mirando más allá de su apaciguada mirada -más perdida que el sol sin la luna, sin su astro sensiblemente bello, a quien con su destellante y cálido rayo hará brillar toda una vida, dos de ser necesario-, quizá falta un poco de perspicacia y astucia para desenmarañar cada pensamiento torcido que abunda su semblante perdido en sus pensamientos.

Misteriosamente quiero ahogar mi melancolía con un llanto conciso, lo que precise el alma. Un buen día al caminar de regreso a casa trataba de recordar los sucesos más resaltantes en los cuales me había visto inmiscuido, sin remedio alguno más que disfrutar cada instante como si fuesen el último segundo de vida; añorando cada momento del cual había vivido con tanto jubilo, este tipo de actos me lisonjean de lo lindo. En cada viva fotografía que presenciaba dentro de mi empequeñecida pupila me vi sosteniendo tu frágil y delicada alma recostada sobre mi hombro, mas bien sobre mi cuerpo, con tus dulzuras y tus encantos tus ojos encontraron a los míos y ya nada más fue necesario...

Así fue como nos conocimos un poco más, tus labios tibios acariciando los míos, suaves como el terciopelo carmesí que puedo contemplar a través de tu pecho, puedo sentir tu latir aterciopelado junto al mío más unido que aquellas esposas empobrecidas de pecados y delitos, más palpitante que un volcán en erupción; puedo tocar tu verdadero ser a través de tu cálido beso.

Y mientras reflexionaba todas estas memorias  vívidas y matizantes para mis adentros llegué a una idea que no ha dejado de revolotear todas y cada una de las partes que forman toda mi persona... "No hay nada más hermoso que sentir la fisionomía de todo lo que amas descansando sobre tu alma..."

Pero ya es hora de volver a la realidad. 

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